El orfanato Izumi llevaba a cabo un festival de caridad con la finalidad de recabar donaciones, donde algunos patrocinadores de empresas asistían y la más grande donación se debía gracias a la prestigiosa familia Tomoeda, famosa por sus empresas de cerámica en Japón, familia muy solidaria con varias fundaciones, especialmente cariñosos con los niños, la familia tenía un hijo pequeño de 5 años, esta era la primera vez que asistía con sus padres a uno de sus eventos de caridad, durante el trayecto al orfanato se mantenía jugando con un videojuego, de hecho era amante de ellos, si no era en una tableta lo era en una consola o celular, su padre le echó un vistazo desde el retrovisor y resopló al verlo jugar con el aparato ese.
- Kiel deja de jugar, mejor ve el paisaje, ¡es hermoso!, hace mucho que no salimos de casa, y el día es hermoso hoy, ¿no lo crees?- Se mostraba tranquilo pero para su sorpresa el pequeño no le hizo caso en lo más mínimo, sus ojos estaban pegados en el videojuego, su padre volvió a hablar de manera tranquila y dulce, tratando de ser lo más paciente posible.
- Pronto llegaremos, ahí conocerás a muchos niños para jugar- El pequeño levanto la mirada hacia su padre, un hombre maduro, a simple vista se mostraba ser estricto. -¿Niños?, no necesito a otros niños para jugar, puedo jugar yo solo, no sé porque me trajeron yo no quería venir, quería quedarme en casa con el abuelo para jugar a la play... esto es trabajo de ustedes no es trabajo mío- Se quejó haciendo puchero y volviendo a su juego, al escuchar aquello su padre quería darle un sape, pero recordó que solo era un niño y con violencia nada se resuelve así que respiró profundamente pero no pudo evitar ser duro con sus palabras.
-Precisamente por evitar que siguieras jugando con ese videojuego que no hace más que alejarte de la realidad, pero es mi culpa por permitir que tu abuelo te lo regalara, por eso fue que te trajimos. Además de dedicarnos a la cerámica, el participar en actividades de caridad es lo que más amamos, te lo aseguro Kiel una vez que conozcas a los niños del orfanato no te querrás separar de ellos- Su voz mostraba mucha emoción, pero para Kiel eso no significaba nada, más bien aun no sabía lo que significaba, un niño que había crecido entre tanto lujo a pesar de sus padres lo educaban mostrando que la felicidad no se encuentra en lo material sino en la compañía de las personas que se quiere, compartiendo miles de momentos maravillosos, sin embargo su abuelo paterno es quien desde bebé siempre lo ha mimado con regalos materiales, sobre todo videojuegos, y debido al trabajo de sus padres con sus constantes salidas contando el hecho de que Kiel era muy pequeño para acompañarlos, quien pasa mayor tiempo con él es su abuelo. El niño tenía el ceño fruncido, continuó jugando ignorando las palabras de su padre, su padre al verlo desinteresado resopló, su esposa a su lado le dio una palmadita en el hombro para tranquilizarlo.
-No te preocupes, verás que en cuanto lleguemos Kiel hará muchos amigos y se deseará de ese videojuego- Tranquilizó su esposa, una mujer joven y muy hermosa de pelo color zanahoria, ojos grandes y brillantes, el hombre le sonrío es lo que esperaba.
Al llegar al orfanato, Kiel miró por la ventana y al ver el edificio delante de él hizo una mueca de desagrado. -¿Ese es el orfanato?, es muy viejo y feo, ¿cómo alguien puede vivir allí?- Al escuchar su comentario su padre le envió una mirada reprochadora, Kiel sonrío de manera nerviosa.
-Es broma, no hablo en serio- Dijo dejando su videojugo a un lado sin dejar de sonreír, lo cierto era que no había bromeado en realidad no le gustaba el lugar. -Pues broma o no, eso fue muy grosero de tu parte, compórtate o tendré que quitarte tu videojuego- Regañó mientras salía del auto, Kiel puso los ojos en blanco y cruzó los brazos, estaba molesto, si por el fuera se quedaba en el auto incluso de sol a sol, con tal de no entrar a ese lugar, pero su padre hizo que saliera del auto. Al entrar fueron recibidos por las hermanas, en realidad estaba algo incómodo con tantos niños que no conocía a su alrededor, no estaba acostumbrado a interactuar con otros niños, así que solo se escondía detrás de su mamá, ella notó las miradas curiosas de los pequeños hacia su hijo, así que le dirigió una dulce sonrisa.
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ENTRE EL COLOR GRIS Y UN VASTO ARCO IRIS
RomanceCada uno decide la manera en como ve al mundo, aun si no somos esclavos del destino tampoco debemos serlo de nuestros secretos, es así como se desarrolla la historia de Daisei y Yoshimi quienes a pesar de su historia lucharan juntos contra todas l...