Capítulo 5

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En el avión, destino a Buenos Aires.

- Lo ves, mi amor, al final Marizza no intentó nada –le digo a Franco-.

- Si, me extraña, hasta aflojó un poco con los reproches –dándome un beso rápido en los labios-.

- Bueno, hay que tener paciencia y dar tiempo al tiempo.

- Y tú, ¿cómo estás?.

- ¿La verdad?, nerviosa, tengo unas ganas horribles de ver a mi hijo, pero también tengo miedo de su reacción cuando nos vea a los cuatro y como se comportará. Él dice que está bien y que ya se ha hecho a la idea, pero yo lo conozco, se hace el duro pero en el fondo es muy sensible, él es un chico muy cerrado con sus sentimientos, le cuesta mucho expresarlos.

Sabes..., el toca la guitarra, le encanta componer música, con ella es cuando abre su alma y escuchándole es cuando descubro a mi verdadero hijo.

Con el divorcio lo ha pasado muy mal, por eso cuando me dijo que quería quedarse solo en casa por las vacaciones yo acepté, ya que noté que necesitaba estar solo y coger cierta distancia de todo.

Ahora solo espero que no haya hecho mal.

- Bueno, tranquila, -pasándome un brazo por encima de mis hombros-, lo que sea lo vamos a afrontar juntos, ¿de acuerdo?. –Dice dándome un tierno beso en el pelo-.

- Si mi amor, a tú lado me siento fuerte para superar cualquier obstáculo.

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- Estoy nerviosa, ¿cómo crees que será todo aquello?. –Me pregunta Mia- . ¿Y Pablo, será simpático?.

- ¿El hijo de Mora?. No sé, ni siquiera he pensado en él. Pero nos va a tener que aguantar le guste o no.

- Bueno Marizza, intenta ser simpática, ¿sí?, con el carácter que tienes...

- ¿Qué pasa con mi carácter?

- Ya sabes... intenta relajarte, será a la única persona que conoceremos y él nos tiene que presentar a sus amigos, quiero empezar con buen pie. Ya sabes lo que me cuesta hacer amigos. Hazlo por mí, ¿vale?. –Me pide mirándome a los ojos-.

- Vaaaaale, intentaré ser simpática... pero que conste que lo hago por ti, yo no tengo drama en hacer amigos, pero.... –miro a sus ojos suplicantes–, ok, ok, no me hagas pucheritos -le digo poniendo los ojos en blanco-.

- ¿Y como se lo tomó Hugo?, no me has dicho nada.

- Bueno, cuando le dije que al final no iba a hacer nada y que me iba no se lo tomó muy bien...

- ¿Te hizo algo?

- Bueno..., me costó sacármelo de encima, pero al final, una buena patada en sus partes lo arregló todo –si supiera el apuro que pasé-.

- ¡¡Marizza!!

- Bueno... ¿cuanto falta para llegar?. Ya no sé cómo ponerme.

- Unas dos horas más o menos.

- Bueno, pues a ver si duermo un poco.

- Yo también.

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En Buenos Aires, en casa de Pablo.

- Gracias Manuel por ayudarme a limpiar y deshacerme del alcohol que sobró.

- De nada, la verdad, ya no doy más –contesta Manuel tirándose en el sofá-. Oye, menudo bombón té ligaste anoche –emitiendo un silbido-, era impresionante.

Al otro lado del océanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora