Capítulo 9

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Fueron pasando los días, Marizza fue al club y conoció a los amigos/as de Pablo, y al final, para sorpresa de todos, se inscribió a alguna actividad empujada por Mia.

A parte, también hubo una discusión muy fuerte entre Franco y Marizza, ya que ella se enteró que aquí a los dieciséis ya se puede conducir y evidentemente ella se quería apuntar a una autoescuela. Franco dijo que ni hablar. Y la discusión se alargó por días.

Con quien tampoco se hablaba era con Pablo, entre ellos había la mínima comunicación y muchas veces era Mia la que hacía de intermediaria.

Mora, a cuatro días de empezar el colegio, las llevó a una tienda a probarse los uniformes con el enfado correspondiente de Mia, ya que lo de los uniformes no iba con ella.

- Que mierda, esto de los uniformes –colgando Mia el suyo en el armario-, pero bueno, Pablo me ha dicho que los viernes podemos ir de calle, así que tendré que pensar en cual me pondré los viernes.

- Pues yo lo de los uniformes lo veo bien, así NO tendré que esperarte una hora para que estés lista. –Le digo guiñándole un ojo-.

- Siempre tan simpática, tú.

- Y hablando de simpatía, últimamente estás muy simpática con Manuel. ¿Pasa algo entre vosotros?. -Le pregunto con picardía-.

- No, nada. –Contesta Mia con la cara metida en el armario-.

- Como que nada, desde el primer día que no os despegáis el uno del otro, y últimamente siempre estás con esa sonrisa boba en la cara.

- ¿Yoooo?.

- Si, tú – digo soltando una risa-. Anda, ven, siéntate aquí conmigo y cuéntame que te pasa con Manuel.

- Vale, -contesta Mia sentándose a mi lado y cogiendo su cojín rosa en forma de corazón y poniéndoselo sobre su pecho-, no sé, me pasan cosas con él.

- ¿Te pasan cosas?.

- Si, y no me mires así, que me da vergüenza. –Dándome con el cojín en la cabeza para volver a apretárselo contra el pecho-.

- Tú te estás enamorando.

- Puede... si... supongo... es que no sé... es tan guapo, simpático... y con él puedo hablar de todo, me siento tan bien a su lado.

- Oh, tú no te estás enamorando, ya estás enamorada. –Le digo abrazándola por los hombros-. ¿Y ya os habéis besado?.

- ¿He?... No, no... somos amigos. La verdad.... no sé si le gusto como amiga o como mujer.

- Te aseguro que ningún hombre pasa tanto tiempo al lado de una mujer si no le gusta, y además, mírate... eres tú, ¿cómo no le vas a gustar?..... ¿Por qué no te lanzas tú?.

- ¡¿Yo?!. Ni hablar, además, hace poco que nos conocemos. No quiero forzar nada. Si tiene que pasar algo ya pasará. No soy como tú.

- ¿Cómo yo?.

- Si, que sí te gusta un chico enseguida te lanzas.

- Me parece que estás un poco confundida, pero bueno, piensa lo que quieras. Me alegro por ti. Me gusta Manuel y creo que haríais una buena pareja. No entiendo como puede ser el mejor amigo de Pablo.

- Pues yo sí, no entiendo cómo le has cogido esa manía, si es simpatiquísimo, además de buen chico. Tendrías que aflojar un poco con él.

- Yo no aflojo nada. Así estamos muy bien, yo aquí y el allí.

- Ya, y mientras tanto, la que tiene que ir de aquí a allí y de allí a aquí soy yo.

- Bueeeno, no te enfades, que te salen arruguitas y después ¿qué vas a hacer?.

¡¡Mia, Marizza, bajad, tengo algo para vosotras!! , oímos a papá gritándonos desde el piso de abajo.

- Vamos, seguro que ya ha traído los libros del curso, tengo curiosidad de ver como son las materias. –Dice Mia tirándome el cojín a la cara y dirigiéndose a la puerta-.

............................

- Cada día tocamos mejor ¿he?. –Comenta Manuel dejando su guitarra apoyada en el sillón mientras se levanta dirigiéndose a la cocina-. ¿Quieres algo?.

- Si, algo para beber.

- Ok, ¿te apetece cola?

- Si, dale. –Dejando mi guitarra al lado de la suya y siguiéndole a la cocina-.

- Oye, ¿qué onda con Mia?.

- Ha, súper bien, cada día mejor, es bonita, graciosa, lista, no puedo pedir más.

- Vaya, ¿y qué, ya te has lanzado?.

- No, aun no, no tengo claro si le gusto como amigo o como algo más.

- Nunca te vi tan inseguro con una chica.

- Es que no es una chica, es que me parece que "es" la chica. Si, no me mires con esa cara, ya sé que siempre me enamoro de las mujeres y pienso que son únicas, pero Pablo, en serio, esta vez cada día estoy más seguro que es la que estaba buscando. No sé como explicártelo, pero cada vez que la miro me falta el aire. No te rías... - me dice empujándome el hombro- , ya sé que suena cursi, pero es así.

- Dios, te estás enamorando de verdad.

- Si, demasiado, y tengo un miedo atroz a que ella no sienta lo mismo por mí... ¿tú podrías...?.

- Yo podría ¿qué?.

- Ya sabes, sondearla, peguntarle si tiene onda conmigo, que se yo...

- No, Manu, no, no me pongas en medio de los dos. No quiero que se enfade conmigo, suficiente tengo con Marizza.

- Venga, por favor, te lo pido como un favor, sabes que no te pido nada. –Me mira suplicándome con las manos-.

- De acuerdo... -claudico-, pero me debes una.

- ¡Bien!. Claro, claro, lo que quieras.

Nos dirigimos al salón y empiezo a poner mi guitarra en su funda cuando Manuel me pregunta por Marizza.

- No puedo con ella, vive amargándome, en serio. Ahora hace días que ni nos hablamos, y espero que siga así, porque no la aguanto.

- ¿Quieres decir que no exageras un poco?.

- ¿Exagerar?, que va, tú porque no vives con ella, si no pensarías lo mismo. No se parece en nada a Mia, si físicamente son diferentes, en el carácter ni te cuento. Tiene un carácter podrido, en serio te lo digo, cuanto menos me la cruce, mejor.

- No sé, yo estuve hablando con ella el otro día en el club y me pareció muy simpática.

- Que no te engañe, a la mínima te la clava por la espalda.

- Que exagerado que eres, jajaja, venga, que te acompaño al coche.

Al otro lado del océanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora