Capítulo 13

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A la mañana siguiente, me levanto y dejo a Mia en la cama mientras yo bajo a la cocina a por algo de comer, ya que me muero de hambre.

- Buenos días. –Saludo cuando entro en la cocina y veo a Pablo mirando en la nevera-. ¿No hay nadie?.

- No, mi madre y Franco han salido y me han dicho que volverán a la noche. Que cuando vuelvan esperan que ya estemos en la cama ya que mañana empiezan las clases. –Y cierra la nevera con un yogur en la mano y se va de la cocina dejándome sola-.

Pues empezamos bien el día.

Me preparo un café con leche y un sándwich y voy al salón donde está Pablo sentado en el sofá viendo la tele. Me siento en él, menos mal que es largo y me puedo sentar en una punta, y fijo la mirada en la tele mientras doy sorbos a la taza.

- Pablo, ¿puedes dejar un canal?, me estás mareando con tanto cambio. – Le digo al cabo de cinco minutos-.

- No hay nada interesante. Ahora, si quieres el mando porque piensas que puedes descubrir un canal que yo no haya visto, todo tuyo. –Me habla mirando a la tele-.

Me remuevo un poco incómoda en el sofá.

- Pablo.

- ¿Qué?

- Yo... siento lo que dije ayer en el coche. –Le digo mirándole a los ojos-.

- ¿Lo de teñida y arpía?. –Contesta él devolviéndome la mirada-. Bueno... yo tampoco estuve acertado con lo de la edad. –dice removiéndose en el sillón y volviendo a mirar la tele-. ¿Qué canal te apetece ver?.

- Mira si hay alguno de música.

- Hola chicos, buenos días. –Saluda Mia en camisón y frotándose los ojos desde la puerta-. ¿Dónde están papá y Mora?.

- Han salido y no vuelven hasta la noche. Hay café recién hecho en la cocina, por si te apetece. –Le contesto-.

- Bien, me sentará bien una taza, tengo el estómago revuelto.

Me rio por lo bajo y me concentro en la tele.

- Bueno, -dice Mia sentándose en la otra punta del sillón, dejando a Pablo en medio, con su taza en la mano-. ¿Y que tenéis pensado hacer hoy?.

- Yo estoy en plan vago, así que me voy a quedar aquí en casa. Música, tele, piscina, comer y dormir, ese es mi plan. –Contesta Pablo estirándose y poniendo los pies encima de la mesita de centro-

- Oh, qué bien, me apunto, yo tampoco tengo ganas de hacer nada, además, ya es tarde, me he pasado casi toda la mañana durmiendo. ¿Y tú Marizza?.

- No me ha llamado Simón, así que supongo que también me quedo.

- ¿Y qué tal con ese Simón?. Al final no me has dicho nada. Ayer os vi muy pegaditos. –Me pregunta Mia-.

Me fijo en Pablo antes de contestar, él está concentrado mirando la tele. No le importa nada de lo que yo diga.

- Bueno, nos liamos y me pidió salir... pero yo le he dicho que por ahora no –le digo bajando la voz-, a lo mejor más adelante.

- Haces bien, y de más adelante ni hablar, que se busque a alguien de su edad. ¿Tengo razón, Pablo?.

- ¿Eh?... dime.

- Que si tengo razón.

- ¿En qué?.

- En que Marizza no ha de salir con Simón. ¿Cuántos años tiene, por cierto?. –Volviéndose hacia mí-.

- Veintiocho, -digo un poco avergonzada-.

Al otro lado del océanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora