Capítulo 8

2.4K 136 15
                                    



- Huy, yo lo mato – digo conteniendo la ira, paseando por la habitación como un león enjaulado-.

- ¿A quién?. –Pregunta Mia-.

- A quien va a ser, a Pablo, Mia. ¿O es que no has visto lo que ha pasado en la mesa?.

- Bueno, no creo que lo haya hecho a propósito. Además, él no sabe que papá te tiene prohibido salir con chicos más grandes.

- Huy nena, el sentido del olfato te empieza a fallar. Claro que lo ha hecho a propósito. Cuando lo agarre le voy a sacar esos ojitos celestes que tiene y voy a jugar a canicas con ellos... y una cosa, ahora que me acuerdo –digo apuntando con un dedo acusador a Mia-. ¿Qué hacías tú dentro del coche abrazada a él?.

- ¿Yo?, nada... solo eso, abrazándonos. ¿Qué piensas?. Somos hermanos, hermanastros o lo que sea, nena, por favor. –Dice Mia levantándose de la cama y cogiendo una toalla-. Si a ti no te cae bien, es tú problema, a mi me cae genial –y diciendo esto sale de la habitación rumbo al cuarto de baño-.

..................

- Hola Manuel, dime. –Respondo contestando al teléfono-.

- Hola, quería saber si esta tarde haces algo.

- No, no tengo pensado nada ¿por?.

- Bueno... nada... era...

- Tú querías saber si Mia iba a hacer algo ¿no?, y no me digas que no, que ya he visto como te la comías con los ojos.

- ¿Es que tú la has visto?, es una diosa.

- Si, es guapa y simpática, pero tranquilo, vale, me cae bien y es muy dulce y no quiero que salga lastimada.

- Pero si yo lo que quiero es cuidarla. –Contesta Manuel con voz de ofendido-.

- Ya, ya... por eso te lo digo, si te interesa, tómatelo con calma ¿de acuerdo?

- Ok.., igualmente ya sabes que lo mío es la calma. ¿Y qué tal con la hermanita?. He notado que te lleva de cabeza.

- Pues sí, me saca un poco de mis casillas, ahora me llama muñequito. –digo pasándome la mano por la cara-.

- Jajaja, ¿oye, y si vengo y nos las llevamos al centro comercial y así limáis asperezas?, a todas las chicas les gusta ir a mirar tiendas.

- No sé, Manuel...

- Dale, venga, hazlo por tu amigo –me suplica-.

- Jajaja, de acuerdo, ven. Pero tú te encargas de convencerlas.

- Ok, en media hora estoy allí. Chao

- Chao.

..................

En el coche, rumbo al centro comercial, están Mia y Manuel detrás, riéndose por un comentario de él, y a mi lado Marizza de mal humor. No quería venir pero su padre ha insistido y aquí está. Uff, espero que se le pase el enfado porque si no la tarde va a ser larga.

- Bueno chicos, hemos llegado. ¿Qué os apetece hacer? –pregunto-.

- A mi me apetece un helado ¿y a vosotros? –responde Mia-.

Todos estuvimos de acuerdo y fuimos a la heladería.

Ya con nuestros helados en la mano empezamos a pasear y mirar escaparates.

Mia y Manuel iban unos cuatro pasos por delante nuestro hablando y riendo, se notaba que lo estaban pasando bien, en cambio nosotros no nos dirigíamos ni la mirada. Al final, el silencio se hizo tan incómodo, que me vi forzado a hablar.

Al otro lado del océanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora