Capítulo 22

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A la mañana siguiente, de vuelta en el insti, traspaso con paso cansado la puerta principal, menos mal que solo son dos días y viene el fin de semana. Cuando entro Manuel viene a saludarme.

- Hey, ¿cómo ha ido?.

- Muy bien. Han estado unos días geniales. No hemos parado ni un momento.

- ¿Y Mia?.

- Se lo ha pasado genial, está afuera, hablando con Feli y Vico.

- Voy a verla.

- Una cosa –le digo cogiéndolo del brazo y sonriendo-, o te lanzas pronto o lo haré yo. Esa chica vale su peso en oro.

- Si, este finde me lanzo, no sabes como la he echado de menos.

Voy directo al aula a dejar las cosas y me encuentro con Sol.

- Hola guapo, te he echado de menos estos días. –Viniendo hacia mí y poniendo su mano en mi cuello, atrayéndome hacia ella-.

- Hola, Sol. –Le contesto deshaciéndome de su agarre-.

- ¿Te apetece que hagamos algo esta tarde?.

- No. Sol, escucha, de ahora en adelante solo quiero que seamos amigos, nada más.

- ¿Qué?. ¿Por qué?. ¿Estás con alguien?.

- No, nada que ver, solo que quiero que seamos amigos. No es por ti, es por mí. Quiero frenar un poco.

- Ya, no me lo creo. Es por una chica, seguro.

- No es por nadie. Y sabes, piensa lo que quieras, pero nuestros royos se han acabado.

- Ya veremos. Cuando pasen unos días seguro que vienes buscándome y seguramente yo ya no estaré disponible para ti. –Me dice saliendo de clase furiosa-.

Bueno, una menos. El consejo de Mia va a costar un poco más de lo que pensaba.

......................

Estamos en el descanso y Guido, Tomás y yo vamos a la cafetería. Guido y Tomás se cuentan sus ligues mientras yo los oigo hablar comiéndome un croissant vegetal.

- ¿Y tú Pablo, a cuantas te ligaste en el pueblo?.

- A ninguna, -contesta Tomy por mí-, mi chica le trajo a su prima, un bombón de chica, la tendrías que haber visto. La chica se le tira, literalmente, lo besa y él la aparta y la deja. Ahora dice que quiere descansar de las chicas por una temporada. Ahora que yo estoy soltero no quiere ligarse a ninguna.

- Bueno, -contesto-, no me gusta que se me tiren, me gusta ser yo quien da el primer paso y esa tía se me lanzó. Y sí, por ahora quiero descansar de chicas por un tiempo.

-¿Pero como descansar?. No entiendo, -me reclama Guido-. A ver, ¿desde cuándo descansamos de las chicas?. Las chicas vienen, pasamos un rato agradable y después a otra. ¿Cómo puedes pasar de esto?.

- Guido, basta, por ahora las chicas como amigas, nada más.

- Guido, no te gastes, más para nosotros. Él lo tiene decidido.

- Bueno, vale, de acuerdo, pero no lo entiendo. –Dice negando con la cabeza-.

Se abre la puerta y entra Marizza con Luján y Laura detrás y se sientan a una mesa. No le quito la vista de encima. Está hermosa. Se ha vuelto a poner esas gafas amarillas de el primer día que la conocí.

Soy un cerdo. Me he portado muy mal con ella. Ella estaba súper borracha y yo me aproveché. Sí que se me tiró ella encima y yo iba un poco bebido, pero no es excusa. Tendría que haber parado y en vez de eso va y continué. Fue una locura. Yo... Dios, no quiero ni pensarlo. Ella hace ver que no le da importancia pero yo sé que está incómoda. No quiere quedarse a solas conmigo y no la culpo. Me aproveché de la situación y no me lo perdonaré nunca. Por dentro debe odiarme aunque hace de tripas corazón. A partir de ahora intentaré portarme bien con ella.

Al otro lado del océanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora