A la mañana siguiente, de vuelta en el insti, traspaso con paso cansado la puerta principal, menos mal que solo son dos días y viene el fin de semana. Cuando entro Manuel viene a saludarme.
- Hey, ¿cómo ha ido?.
- Muy bien. Han estado unos días geniales. No hemos parado ni un momento.
- ¿Y Mia?.
- Se lo ha pasado genial, está afuera, hablando con Feli y Vico.
- Voy a verla.
- Una cosa –le digo cogiéndolo del brazo y sonriendo-, o te lanzas pronto o lo haré yo. Esa chica vale su peso en oro.
- Si, este finde me lanzo, no sabes como la he echado de menos.
Voy directo al aula a dejar las cosas y me encuentro con Sol.
- Hola guapo, te he echado de menos estos días. –Viniendo hacia mí y poniendo su mano en mi cuello, atrayéndome hacia ella-.
- Hola, Sol. –Le contesto deshaciéndome de su agarre-.
- ¿Te apetece que hagamos algo esta tarde?.
- No. Sol, escucha, de ahora en adelante solo quiero que seamos amigos, nada más.
- ¿Qué?. ¿Por qué?. ¿Estás con alguien?.
- No, nada que ver, solo que quiero que seamos amigos. No es por ti, es por mí. Quiero frenar un poco.
- Ya, no me lo creo. Es por una chica, seguro.
- No es por nadie. Y sabes, piensa lo que quieras, pero nuestros royos se han acabado.
- Ya veremos. Cuando pasen unos días seguro que vienes buscándome y seguramente yo ya no estaré disponible para ti. –Me dice saliendo de clase furiosa-.
Bueno, una menos. El consejo de Mia va a costar un poco más de lo que pensaba.
......................
Estamos en el descanso y Guido, Tomás y yo vamos a la cafetería. Guido y Tomás se cuentan sus ligues mientras yo los oigo hablar comiéndome un croissant vegetal.
- ¿Y tú Pablo, a cuantas te ligaste en el pueblo?.
- A ninguna, -contesta Tomy por mí-, mi chica le trajo a su prima, un bombón de chica, la tendrías que haber visto. La chica se le tira, literalmente, lo besa y él la aparta y la deja. Ahora dice que quiere descansar de las chicas por una temporada. Ahora que yo estoy soltero no quiere ligarse a ninguna.
- Bueno, -contesto-, no me gusta que se me tiren, me gusta ser yo quien da el primer paso y esa tía se me lanzó. Y sí, por ahora quiero descansar de chicas por un tiempo.
-¿Pero como descansar?. No entiendo, -me reclama Guido-. A ver, ¿desde cuándo descansamos de las chicas?. Las chicas vienen, pasamos un rato agradable y después a otra. ¿Cómo puedes pasar de esto?.
- Guido, basta, por ahora las chicas como amigas, nada más.
- Guido, no te gastes, más para nosotros. Él lo tiene decidido.
- Bueno, vale, de acuerdo, pero no lo entiendo. –Dice negando con la cabeza-.
Se abre la puerta y entra Marizza con Luján y Laura detrás y se sientan a una mesa. No le quito la vista de encima. Está hermosa. Se ha vuelto a poner esas gafas amarillas de el primer día que la conocí.
Soy un cerdo. Me he portado muy mal con ella. Ella estaba súper borracha y yo me aproveché. Sí que se me tiró ella encima y yo iba un poco bebido, pero no es excusa. Tendría que haber parado y en vez de eso va y continué. Fue una locura. Yo... Dios, no quiero ni pensarlo. Ella hace ver que no le da importancia pero yo sé que está incómoda. No quiere quedarse a solas conmigo y no la culpo. Me aproveché de la situación y no me lo perdonaré nunca. Por dentro debe odiarme aunque hace de tripas corazón. A partir de ahora intentaré portarme bien con ella.
ESTÁS LEYENDO
Al otro lado del océano
RomancePablo Bustamante es un chico de padres divorciados viviendo en Buenos Aires. Marizza Colucci es una chica con un padre viudo y una hermana insufrible viviendo en Madrid. Sus padres un día se conocen y a partir de ese momento sus vidas cambiarán par...