Capítulo 11

2.1K 119 7
                                    



Estoy en la cama y no paro de dar vueltas con lo de Simón. Bueno, Marizza, ya está bien, por ahora tengo que dejarle claro que solo amigos, más adelante, ya veremos.

Me levanto de la cama y bajo las escaleras en busca de un vaso de agua a la cocina cuando oigo abrirse la puerta de entrada. Veo como Pablo entra con la cabeza gacha intentando no hacer ruido.

- Hola, ¿has visto la hora?. Tu madre te esperaba para la cena.

- Se me hizo tarde, déjame pasar. –Dice con la boca pastosa-.

- Por lo menos, ten la decencia de mirarme a la cara cuando te hablo.

Pablo levanta la cara y me mira a los ojos con una tristeza infinita. Inmediatamente me doy cuenta que tiene el pómulo enrojecido y en la nariz sangre reseca, así como en el cuello de su camiseta.

- ¡Pablo!, que te ha pasado.

- ¡Shissst! . No chilles, no quiero que nadie se entere que ya llegué. – Me dice apoyándose en la pared para no caerse-.

- Ven, -digo poniendo su brazo por encima de mis hombros y llevándolo al cuarto de baño de la planta principal- ¿Se puede saber quién te ha hecho esto?. ¿Y ese pestazo a alcohol?. –Le pregunto ya dentro y sentándolo encima de la tapa del wc mientras miro en el armario si hay algo de alcohol y algodón.

- Nadie, me he caído. –Contesta echando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos-.

- Venga, no me hagas reír, esto no es una caída, alguien te ha pegado. Quítate la camiseta, que tienes sangre seca en el cuello y te limpiaré.

- No, no hace falta. –me dice agarrándome de la mano y clavando mis ojos en mí-.

- Si hace falta, te la quitas o te la quito. –Le contesto soltándome de su agarre y cogiendo el alcohol en una mano y el algodón en otra-.

Veo como se la quita, con lentitud, hasta que me doy cuenta que a la altura de las costillas se le está formando un moratón.

- Dios, ¡pero con quien te has peleado!.

- Con nadie, ya te he dicho que...

- No me vengas con historias, o me lo dices o llamo a Mora ahora mismo.

- Esta bien, -me contesta abatido-, pero de esto, ni una palabra a nadie, ¿entendido?.

- Si.

- No, en serio, ¿me lo prometes?. –Me suplica-.

- De acuerdo. –Respondo incómoda. No me gusta prometer, y menos cuando es un asunto como este, pero viendo la cara de Pablo sé que es importante-. Lo prometo.

- Fue mi padre. –Me contesta con la cabeza gacha-.

- ¿¿¿Qué???. ¿¿¿Por qué???.

- Bueno, antes del divorcio, la relación con mi padre ya no iba muy bien, así que ahora ya ni va.

Mi padre se ha enterado que mi madre ha rehecho la vida con Franco y no lo soporta, y bueno, yo no soporto que se digan ciertas cosas de mi madre, empezamos a discutir, y bueno... acabé como siempre, siendo su saco de boxeo. –Me explica mientras le voy sacando la sangre de la cara y el cuello y le pongo pomada en el golpe de las costillas y en el pómulo-.

- Pero... pero... te tienes que defender Pablo, no puedes dejar que tú padre te pegue así, tienes que denunciarlo.

- Marizza, no te metas, de acuerdo, esto en un asunto entre mi padre y yo, y yo lo llevo a mi manera.

Al otro lado del océanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora