Al otro lado del océano

Capítulo 18

Al cabo de media hora llegó Mia, nerviosa por explicarme como le había ido.

- Cálmate y explícame desde el principio, lo quiero saber todo. –Le digo viendo como se le iluminan los ojos, ya que es la primera vez que le pido que se explaye en las explicaciones-.

- A ver, subimos al coche, súper amable, me abrió la puerta y todo.

- Vaya, no lo veía yo tan caballeroso. –Acordándome como Pablo también me abrió la puerta ayer. Imbécil-.

- Siiii, ese detalle me encantó. Me llevó a un restaurante, arriba de un edificio súper alto que tenía un mirador de la ciudad, era muy romántico, con velitas en las mesas. Estuvimos hablando toda la cena, estaba tan guapo Marizza..., -dice con un suspiro-, después de la cena me llevo a ver una obra de teatro, fue una sorpresa, no me lo esperaba. Me encantó. Cuando acabó salimos y paseamos un rato por las calles, tomamos un helado. Fue mágico, en serio, fue perfecto. Después cogimos el coche y me ha traído a casa.

- ¿Y...?.

- Y nada, no hubo beso si es lo que preguntas, pero me he dado cuenta de que yo le gusto, Marizza, en serio, no he estado segura hasta hoy, hoy lo he visto claro, y... Marizza, estoy enamorada como una tonta.

- Eso ya lo sé, y me alegro que él te corresponda. A ver si a la próxima se te declara y me dices que os habéis puesto de novios.

- Sí, que ganas. ¿Y tú que tal, aquí en casa?.

- Nada, haciendo el vago y mirando la tele. Bueno, vamos a dormir, que es tarde.

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Es por la mañana, Mia ya ha bajado a desayunar y yo estoy sentada en la cama atándome una zapatilla cuando oigo una puerta cerrarse, levanto la vista y veo a Pablo salir de su habitación. Nuestras puertas están una delante de la otra, y Mia, al salir, dejó la puerta abierta. Veo como Pablo se me queda mirando y se acerca a mi puerta.

- Marizza...

- ¿Si?. –Le pregunto con una sonrisa falsa en mi cara-.

- Yo..., siento lo de la otra noche, lo que te dije. No te habría tenido que...

- ¿Me estás hablando de lo que me dijiste respecto al beso?. –Le interrumpo-.

- Si. –Me dice incómodo mirándose los pies-.

- Me parece que le estás dando demasiada importancia, ¿no?. Fue un beso bastante mediocre, así que lo olvidé pronto, para mí no pasó nada, pero me parece que tú lo estas rememorando una y otra vez. –Le digo poniéndome de pié y yendo hacia él-. ¿Vamos a desayunar?. –Le pregunto pasando por su lado y bajando las escaleras dejándolo plantado en el pasillo-.

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Pasan los días, los deberes se amontonan y yo cada día estoy más nervioso porque se acerca el sábado y tengo que impedir que Marizza salga con Simón y no sé cómo hacerlo.

Encima ayer Franco por fin conoció a mi padre. Franco fue a su despacho con algunos de sus socios y abogados para presentarse y entablar alianzas comerciales.

No me fio un pelo de él, seguro que si puede dañarlo de alguna manera lo hará pero espero que Franco sea listo y pueda sortear todos los problemas que pueda ocasionarle.

Estoy en el bar del Insti con Manu hablándome de Mia, que últimamente es de lo único que sabe hablar, cuando llega Tomás y se sienta con nosotros.

- Hola chicos.

- Hola Tomás, que cara que traes. ¿Qué te pasa?.

- Nada, mis padres, que no saben cómo joderme la vida.