- Marizza, levántate, llevas toda la mañana durmiendo. ¿A qué hora llegasteis?.
- Mmmmm, tarde.
- Venga, perezosa, son las doce.
- Mmmmm, quiero dormir más. Déjame.
- No, venga, explícame como fue ayer, estoy muerta de curiosidad.
- Está visto que no me vas a dejar dormir más.- Contesto incorporándome en la cama y frotándome los ojos-.
- Venga, explica. ¿Qué tal?, ¿y su padre?.
- Su padre es un imbécil. Es de esos prepotentes que con un buen puesto se creen Napoleón. Fuimos a cenar a uno de esos restaurantes superpijos que te gustan a ti y conocí a una "amiguita", -acentuándole con los dedos lo de amiguita-, de Pablo que hizo que se me atragantara la cena. Se pensó que era una de esas que se tira él cada día.
- ¡Marizza!.
- ¡Si es la verdad!. Bueno, cuando acabó la cena íbamos para casa pero cambiamos de idea y fuimos a una disco. Estuve bailando toda la noche. Eso fue lo mejor. Pero llegamos tardísimo, así que estoy súper cansada, me duelen los pies y tengo sueño. –Le digo tumbándome otra vez en la cama-.
- Menuda nochecita.
- ¿Y Pablo?, ¿sigue durmiendo?.
- No, se ha levantado a las diez y se ha ido. Ha dicho que había quedado con alguien.
- Ya, seguro que ha ido a buscar el coche.
- ¿El coche?.
- Si, bebió de más y nos vinimos en taxi. Seguro que lo ha ido a buscar. Y ahora si no te importa me gustaría dormir un poco más, si puede ser.
- Si, te dejo descansar. A la hora de la comida te despierto.
- Ok, gracias. –Le digo cerrando los ojos-.
..................
- Manu, gracias por traerme a buscar el coche.
- De nada, ¿pero como acabó en el parking de esta disco?.
- Bueno, si vamos a desayunar, te cuento.
- Ok, pero invitas tú.
- Jajaja, bien, vamos.
Nos sentamos en la mesa y mientras me tomo unos cruasanes y un buen café con leche le voy explicando todo lo que pasó a la noche.
- Y ahora viene lo peor.
- ¿Qué?.
- Me tienes que prometer que no saldrá de aquí.
- Ya me conoces, soy una tumba.
- Besé a Marizza.
- ¿¿Qué??.
- Si, ya sé, fue un error, pero tenias que haber estado allí, el ambiente, el alcohol, la hora. Lo que pasa es que la cagué, cuando llegamos a casa le dije que había sido un error y que no significó nada.
- ¿Y significó algo?.
- ¡No!. Pero eso no se dice, Manu. Si ya me odiaba, ahora mucho más.
- Bueno, ¿pero ella te correspondió el beso?.
- Sí, claro, fue mutuo.
- Pues entonces no te odia tanto.
- Ya te lo he dicho, fue el momento, el alcohol, cualquiera se hubiera besado en esa situación. Que me correspondiera no quiere decir nada. Tendría que haber callado la boca. Soy imbécil.
ESTÁS LEYENDO
Al otro lado del océano
RomancePablo Bustamante es un chico de padres divorciados viviendo en Buenos Aires. Marizza Colucci es una chica con un padre viudo y una hermana insufrible viviendo en Madrid. Sus padres un día se conocen y a partir de ese momento sus vidas cambiarán par...