Capítulo XXXIII.

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La mañana había llegado y ellos eran testigos de esa hermosa mañana a las 11:00 AM. Ben fue el primero en despertar y ver a la hermosa mujer que tenía a su lado. Sentía ganas de llorar de felicidad al saber que sus sentimientos eran grandes y sinceros.

–¿Y esa sonrisa?–Se sobresaltó al sentir la voz de Zoe.

–Verte despertar es lo más hermoso que he visto en toda mi vida.–Besó delicadamente sus labios.

–Fue una buena noche.–Se levantó y se puso su ropa interior y la playera de Ben.–Deberías regalarme tus playeras, me quedan bien.–Modeló para el chico.

–Tengo muchas, así que yo sería feliz que tú me modelaras como lo estás haciendo ahora.–La tomó de a cintura y la sentó en sus piernas.–¿Por qué me tienes tan loco?

–Creo que no tengo respuesta a tu pregunta.–Respondió hipnotizada.–Tú me tienes exactamente igual, y quiero decirte que olvides el pasado, porque ya pasó y ahora estamos en el presente y tú eres mi presente y quizás mi futuro.–Besó delicadamente sus labios.

–Siento que te amo cada vez más.–Sacó su playera dejándola semidesnuda a excepción de sus bragas.

–Yo siento que cada vez cubres todo mi corazón.–Dijo mientras lo miraba con tanto cariño a los ojos, esos malditos ojos verdes que le fascinaban.

Zoe sacó sus bragas y las lanzó al suelo y montó al rubio provocando la fricción entre sus sexos. Gimieron ante el roce de sus anatomías.

–Ben hazlo ya.–Gimió excitada.

El rubio no contestó, solo tomó su miembro y lo dirigió a la entrada de la chica envistiéndola de inmediato.

Estuvieron a lo menos unos 10 minutos disfrutando del sexo matutino, creo que lo seguirían practicando de vez en cuando.

–¡Zoe, voy a salir, llegaré en la noche, los quiero!–Gritó Elena desde abajo antes de salir de casa.

Los dos llegaron al esperado orgasmo. Menos mal se había ido Elena o sino habría tenido que escuchar los gemidos de su hija con los de su novio, de nuevo.

Se quedaron un rato recostados en lo que volvían a su ritmo natural, tomados de la mano y entrelazando sus dedos.

–¿Qué quieres hacer? Estaremos solos todo el día.–Dijo Zoe mientras buscaba su mirada.

–Emmm... ¿Sexo?–Respondió Ben mientras sonreía de manera pícara.

–No, bueno, aparte de eso.–Ambos rieron.

–Muéstrame tu vida, quiero conocer a la Zoe Taylor a la que tanto amo.–Acercó la mano de la chica a su boca y le dió un suave beso.

–Si así lo desea su majestad, así será.–Respondió la chica bromeando.

Después de que se recuperaron de tanta acción, se vistieron; Zoe solo se puso sus bragas y la misma playera que Ben le había quitado antes. Él solo se puso un pants que Zoe le había prestado. Bajaron a preparar el almuerzo, cada quien hizo una cosa: Ben se encargó de hacer los huevos y Zoe el té.

–Ahora vuelvo.–Habló Zoe mientras comenzaba a salir de la cocina.–Iré a traer las fotos que te mostraré.

Cuando quedó solo en la cocina comenzó a reír, se sentía tan bien al tener una chica como ella; que lo amara tanto como él lo hacía con ella. Diablos, no había chica más perfecta que Zoe Taylor.
Sabía cuánto la quería y no quería echar nada a perder con ella, estaba más que decidido con lo que iba a hacer.

When love must die; Ben Hardy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora