Capitulo 1. La Prueba Individual.

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Capítulo 1

La Prueba Individual

Lo último que pude ver, además del gris metálico de los altos edificios, fue el rojo; el intenso y caótico, el violento fuego, arrasando el edificio principal de la tercera ciudad de las Espadas, Azul. Cerca del edificio se encontraba mi casa, donde me crie, donde estudie y entrené, donde residían casi todos mis recuerdos. No, aquel lugar ya no es mi hogar, lo que considero hogar, está tras cruzar la frontera.

Aun así es duro. No me detuve a pensar de los escombros y cadáveres de guardias a mis pies, algunos incluso los conocía; me levanté con una rapidez admirable y retome la carrera: mis piernas corrieron saltando más escombros. Pronto, a unos metros, diviso un coche que venía en mi dirección.

Mierda...

Me han encontrado.

Tengo que encontrar a los demás, antes de que me maten. Los necesito a mi lado, le necesito a él. A pesar de lo que me ha hecho hacerle.

No me sentía amenazada, para nada; un coche integrado por soldados específicamente entrenados para matar, que va. Al menos yo cuento con algo que ellos no cuentan.

La vista se vuelve a nublarme y es costoso decidir por cual calle ir, ahora todas me parecen iguales, entonces una punzada de dolor atraviesa mi cabeza al igual que una flecha, apreté los dientes con fuerza y emprendí de nuevo la carrera, tengo que salir de esta condenada cuidad. El cansancio ya comienza a vencerme. Estuve a punto de perder el equilibrio y caer, pero logré recomponerme y corrí en otra dirección distinta.

Un poco más, solo un poco más de tiempo. Tropiezo con un montón de escombros y caigo; ya no soy capaz de levantarme, todas las fuerzas que poseía me han abandonado, estoy agotada, soy incapaz de seguir. Enciendo el intercomunicador que me dieron en la base principal en caso de emergencia. Lo necesito más que nunca.

— ¡Cambio! ¡Cambio! ¡Alguien me recibe! ¡Por favor...! —dije no lo aguanto más quiero salir de aquí— ¡Por favor que alguien responda! ¡Socorro!

Nada. Nadie me responde. Estoy completamente sola. Me obligo a retener las lágrimas y con todos mis esfuerzos me levanto, yo no lloro, no es el momento y debo de seguir, ellos, mis amigos me encomendaron la misión de llevar el disquete a casa y eso haría.

Esto no puede quedar así.

Miro a mis alrededores, se en que calle estoy solía jugar por aquí de pequeña, eso significa que se cómo salir al exterior cruzando El Muro que nos separa de un denso bosque. Sigo corriendo, la pierna derecha me tira, ya no tengo poder, está agotada y sé que pronto perderé la consciencia.

No muy a lo lejos consigo oír a los soldados en sus coches, los he despistado, pero esto solo me servirá duran te escasos minutos si sigo con esta cojera; y dudo que me pueda defender sin fuerzas.

Un par de metros y ya habré alcanzado el muro de hormigón. Como era de esperarse El Muro tiene piquetes a causa de las explosiones y la seguridad eléctrica esta desactivada.

Al parecer no todos nuestros trabajos esta noche han sido en vano.

Poco a poco lo voy escalando hasta estar en lo más alto. Me toma unos minutos largos recuperar el aire, tengo las manos ensangrentadas de escalar por el muro y más de unas uñas rotas, escuecen.

— ¡Allí hay una! —grita alguien a mis espaldas.

Me giro y veo a unos cuantos Ases apuntándome con sus armas, uno dispara y me da en el brazo izquierdo. No puedo evitar no gritar, es un dolor abrasador que me está perforando el brazo, sin fuerzas suficientes para mantener el equilibrio en lo alto caigo hacia fuera. Una caída monumental de casi diez metros de altura. De no ser por los pequeños árboles que estaban naciendo hubiese muerto por la caída. Noto un agrio sabor metálico en la boca, sé que es sangre.

VillainsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora