Capítulo 4
Azul y Sombras
Es difícil ahora, no sé qué tan importante soy, pero han soltado la alarma por las calles y hay muchos coches patrulla, inspiro el contaminado aire de la ciudad y vuelvo a correr. Por el centro de la oscura carretera corro, de repente, la calle es ruido y luz, pasos y gritos. Pero la tranquilidad no dura. Cuando giro para entrar en la calle 11, oigo el sonido de las sirenas: se hace más y más fuerte, como un aullido lobuno avisando a su presa; volteo hacia atrás y les veo. Reconozco esos coches negros con faros azules brillantes, aprieto los labios hasta que estos se tornan en una línea, corro más.
Mis botas vuelven a escucharse contra el pavimento.
A causa de la velocidad mi capucha cae y se deja ver de nuevo mi mata negra de pelo agarrada en una coleta.
Sé que no he matado a nadie, todo ha sido un maldito montaje por lo que soy, no es mi culpa haber nacido de esta manera, aunque lo que más duele es que las personas con las que has convivido estos dieciséis años te traicionen a la primera de cambio. Ellos lo sabían desde que nací y aun así me trataron como una igual —al menos en casi todo—, pero ya no, duele, duele mucho.
El no poder defenderte en esta situación me está matando por dentro y en mi opinión todo esto es una maldita discriminación, yo soy alguien normal, solo por unas modificaciones de la genética me tratan de este modo, siempre me he comportado como cualquier Espada, yo nunca he hecho nada malo.
Vuelvo a torcer una calle.
Por lo que mis ojos ven en esta parte de la ciudad no iluminan casi las calles, solo hay tres farolas en todo lo largo de la calle, casi no hay iluminación. Pero aun así soy capaz de distinguir esta área, la área de los suburbios, donde nunca pasan, porque esta gente se salta los toques de queda, es lo normal al no tener un hogar al que regresar.
Hay muchos, todos se me quedan mirando con curiosidad, al parecer los avisos de busca todavía no han llegado a esta parte, pero conociendo sus ansias de ganar algo mejor me capturarían si tuviesen la menor oportunidad. Choco con algunos, noto como intentan meter sus mugrientas manos en el interior de mis bolsillos, pero para su desgracia no tengo nada, ni siquiera una mísera pastilla de chicle.
He dejado de correr, ahora solo ando, rápido, pero ando.
Mi respiración es cortada, me cuesta un poco respirar por toda esta carrera, miro a mi alrededor, mi única salida es seguir hacia delante, ya que veo a lo lejos las zonas en construcción, si me voy por una calle que no es estoy perdida y por lo que veo esta zona es donde se encuentra el mercado negro, en la academia oía rumores sobre esto, pero nunca los llegué a creer, ahora sí, aquí es donde se escabullían algunos alumnos para comprar utensilios de broma y ese tipo de cosas, algo absurdo. Otros por el contrario lo conocían muy bien, ya que algunos de ellos eran estudiantes becados venidos de estas calles.
Suertudos.
Yo no soportaría vivir en estas condiciones de miseria y suciedad.
Solo con estar tan sucia y sudada de tanto correr me doy asco, no me imagino vivir así. También había otros rumores de que algunos materiales eran de procedencia Villain, traídos expresamente por ellos, que algunos de dichos rebeldes se solían pasear por aquí.
Aunque eso sí que ya no me lo creo.
Cuando paso por los puestos ruinosos me fijo un poco, son cosas la mar de curiosas, pero no merecen mi escaso tiempo, ni siquiera debería seguir estando aquí.
Ando más deprisa.
Me ha parecido escuchar la sirena de alguno de los coches patrulla, no es seguro, pero no me voy a arriesgar. A empujones me abro paso.
ESTÁS LEYENDO
Villains
FantasySi me ves, no me has visto. Si me oyes, no me has oido. Si crees que existo, no lo hago. Mi nombre es Lily Santiago, antes era una Espada...ahora formo parte de una rebelión, únete, únete a los Villains.