Capítulo 9. Los llamados Villains. Parte III.

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Capítulo 9

Los llamados Villains III

A pesar de que haya ganado, a pesar de eso, me van a matar, se ha descubierto, soy una amenaza para la sociedad; esas palabras siempre me las repetía madre para que siempre me echase encima el tinte negro. En mi niñez mi madre siempre me lo había echado, solía hacerme daño, clavando sus uñas en mi cuero cabelludo, a veces parecía que lo había con mala intención, hoy en día no me extraña, después de todo lo que ha pasado. Pero cuando empecé a ponérmelo yo fue rutinario, al principio no quería, madre siempre me regañaba por ello, diciendo que si no me lo ponía me llevarían a un lugar malo, que nadie me querría. De esas palabras comencé a sacar un gran pánico respecto a aquello, cada dos semanas me solía embadurnar el cabello con aquel tinte, hasta el punto en que se volvió rebelde, encrespado y rizado. Ahora volvía a ser como antes, un tono rojo oscuro, una mezcla de los colores del amanecer y la sangre, suave al tacto y liso, muy liso.

Todos los presentes tenían sus miradas puestas en mí, como si fuese un animal de circo, que no andaban mal desencaminado, porque me encontraba en una jaula junto a otro animal. Tengo demasiadas miradas puestas en mí, es molesto. Y extraño, siempre me gustaba que me mirasen, ser el centro de atención, por ser la mejor, siempre fue así, pero ahora es otra mirada distinta.

Una mirada de asombro, inquietud y a lo mejor puede que miedo. Todos y cada uno de ellos. Nadie dice nada, nadie hace nada, tan solo miran, como si esperasen que fuese a ocurrir algo, algo que por lo visto yo desconozco.

Entonces oigo un chasquido, como algo rompiéndose, temo lo peor; escucho a los "espectadores" por primera vez en minutos, son voces alarmadas, al parecer ya nadie se ríe o se queda callado, o incluso tirándome comida podrida.

Poco a poco voy volteando, y lo vuelvo a ver. Allí se encontraba la criatura mientras se soltaba de las cadenas, mirándome con sus malvados ojos rojos; con su rostro de cocodrilo infestado de escamas y plumas negras —también sus bigotes, esos bigotes de pez—. Sacudió su cola llena de pinchos, por lo que lanzó decenas de púas, me agache, esquive la mayoría, pero muchas de ellas me causan arañazos y cortes algo profundos.

Oía la muchedumbre gritar, ya no me importaba si era a favor o en contra, lo único que sé es que se escucha a lo lejos, muy a lo lejos, como un susurro. Sus alas parecidas a las de un murciélago estaban medio desplegadas, intentando soltar lo que quedaba de cadena, mi preciosa cadena. La bestia retorció su largo cuello, en todas las direcciones posibles, al igual que un búho.

Finalmente aquella maravillosa cadena que mi hermano y padre me regalaron por mi cumpleaños se encontraba en el lado más alejado de ese coliseo, rota, quebrada en varios trozos, esa alineación casi imposible de partir, ahora estaba rota. Lo único a parte de mi asquerosa ropa que me vinculaba con casa, con mi familia, con mi antigua familia. Porque claro a mí ya no me quedaba algo llamado familia.

Di varios pasos hacia atrás hasta chocar con la pared, gire y pude palparla; estaba compuesta principalmente por piedra lisa, cubría todas las paredes, si tuviese mi cadena podría engancharla en los barrotes de arriba y salir, como antes, pero ahora tan solo con un par de manos y pies, es imposible; es demasiado lisa, ni saltando podría.

Trague saliva al ver como esos ojos rojos se clavaban en mí con más furia que antes. Me miraba que parecía tener la intención de partirme en dos, convertirme en un saco de huesos y carne vuelta gelatina.

Si antes no quería matarme, estaba segurísima de que en esta ocasión que se le presentaba no lo dudaría, y esa gente que no paraba de mirar asombrada mi cabello no haría nada para evitarlo, no harían nada para salvarle, al menos Eudan sé que no lo haría. Sus garras se clavaban en el suelo a cada paso que daba y ahora parecía que sus músculos se hacían notar cada vez más, estaban muy marcados, parecía estar preparándose para matar, para matarme a mí.

VillainsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora