Capítulo 3. Rojo o Negro.

2.7K 204 15
                                    

Capítulo 3

Rojo o Negro

Como si una cubeta de agua helada me cayese encima, estaba parada en el sitio, estaba congelada, no podían hacerme tal cosa, madre me obliga a acercarme hasta allí, al mismo paso que yo lo hace Arden, al contrario que yo, muestra una gran sonrisa de autosuficiencia.

Lo sabía. Claro que lo sabía, se demostraba en todo; no me había molestado casi en toda la noche, el anillo, la felicidad de su padre y de mis padres, claro que lo sabía, todos lo sabían menos yo.

Miro a Kinan, gira al encontrarse con mis ojos.

Me tenso cuando lo tengo ante mí, se inclina para hacerme una reverencia y toma mi mano con delicadeza, he de reconocer que su mano es grande y confortable, se puede ver las marcas del trabajo, su aduro trabajo de As de rango 3.

No entiendo porque lo digo, pero aquello tiene mérito, es lo único que se merece, besa mi mano y yo la aparto con asco. De repente todo el lugar se sumerge en un profundo silencio incómodo.

No lo aguanto, salgo corriendo de allí.

Choco contra una de las sirvientas que derrama bebida en mi vestido, le gruño, pero pasando de eso salgo corriendo de allí, no sé a dónde ir, solo me guían mis pies.

Finalmente me quedo en el jardín trasero.

Es enorme, varias hectáreas para nosotros solos, solo nuestras. Hace fresco, bastante. Aprieto los puños, entonces se levanta una fuerte ráfaga de viento.

Extraño.

— No deberías salir así de tu propia fiesta, ¿no crees?

No hace falta que voltee, se quién es, me ha seguido.

No volteo, pero lo hace él, ahí tiene esa sonrisa falsa que muestra para todos que poco a poco se va transformando en una mueca de asco. Le conozco demasiado bien.

Me repugna.

—Solo me sentía asqueada, eso es todo.

— ¿Asqueada? Creo que se dé qué, pero igualmente ilumíname.

Cuando giré me lo encontré a escasos metros de mí, no podía negar que era guapo, no, hermoso. Su cabello negro estaba muy corto a causa del ejército, si pasase la mano por él me pincharía, aunque por la parte frontal estaba algo más largo, finos mechones azabaches caían sobre su frente. Sus ojos al igual que el de todos los Espadas eran azules, un azul brillante y frío, como el mismo hielo. Solo nos llevábamos dos años, pero parecía aun mayor, era lo que tenía el ejército de los Ases, donde yo estaría a partir de mañana. Sus hombros se han vuelto más anchos y se a estilizado su figura, mide al menos un metro ochenta.

Arden siempre ha sido esbelto, pero ahora con músculo, ya no es aquel niño flacucho que jugaba en este jardín conmigo, ahora es uno de los As más prometedores de las Espadas —un braguetazo seguro—, además de ser un auténtico capullo.

Su traje gris oscuro acentúa sus ojos, si ya eran brillantes ahora lo son más, brillan con astucia.

—Sé que soy terriblemente atractivo pero no seas tan evidente.

Gruñí.

—No te creas tanto, para mí sigues siendo un moscorrocio —moscorrocio surgió un día después de encontrarme con Arden, estaba molesta y solo quería insultarle, pero los insultos que ya tenía no servían, había gastado todos.

— ¿Moscorrocio? —preguntó él alzando las cejas.

—No preguntes, tu inteligencia de guisante no lo comprendería.

VillainsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora