Capítulo 27. La leal y prestigiosa familia Santiago.

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He vuelto, dos capítulos en dos días como se nota que ya estoy acabando esta historia no solo porque estamos a tres capitulos y un epilogo del final sino que ahora todas las palabras surgen de mi mente como la lluvia cae del cielo, eso y mi fangirlismo que esta por las nubes con lo que tengo pensado (se ríe malvadamente mientras acaricia un búho blando de madera) espero que os guste, como no comentéis en cierta parte es que estas majaretas. 

Ya sabéis votad, comentad, preguntad, dar besos a vuestros amigos imaginarios, etc...

Adieu;)

Capítulo 27

La leal y prestigiosa familia Santiago

Las calles se encontraban silenciosas y fúnebres, nadie se atrevía asomarse por ellas a causa del toque de queda que estaba impuesto además la iluminación no ayudaba para nada, era triste y demasiado gótica, las farolas de las calles tenían tan poca intensidad que parecían velas a punto de extinguirse. Había coches destruidos al igual que muchas fachadas de edificios, pinturas anarquistas resaltaban contra estas.

Ha habido disturbios hace bien poco.

Las calles que recorrí casi toda mi vida estaban irreconocibles, de la destrucción por los disturbios esos colores azules que decoraban las fachadas estaban ennegrecidos, casi no había rastro del azul y lo que más deprimía era comprobar que no había nadie, a pesar de todo seguía siendo obligatorio los toques de queda. Aprieto los dientes y sigo mirando al frente, es lo mejor que puedo hacer ahora.

Corrimos por las calles: la calle 11, 6, 4, 15... Parecían no tener fin hasta que finalmente un cartel nos hizo detenernos, nos indicaba que no podíamos avanzar más ya que eran barrios restringidos para el público. Las villas de los aristócratas.

—Vamos bien, queda poco.

Recuerdos comenzaban a inundar mi mente, recuerdos de mi niñez y no tan niñez, este recorrido siempre lo hacía el chófer que me llevaba o traía de vuelta de la Academia, siempre el mismo durante largos años y nunca le di las gracias de corazón. Horrible.

Y entonces casi llegamos a nuestro destino, a metros de nosotros se encontraban las calles principales para llegar al barrio aristócrata, las baldosas que hasta la fecha habían sido de piedra ennegrecida vieja se iban tornando de una brillante y nueva de tonalidades azules oscuras; había un arco enorme de hierro negro que se retorcía entre sí e iluminado por unos focos, Eudan se disponía a avanzar cuando por el rabillo del ojo vi un destello, rápidamente le agarré del antebrazo y tiré, iba a preguntarme porque he tirado de él cuando un coche patrulla pasa haciendo la ronda nocturna.

En un susurro dije:

—Ya casi hemos llegado, es la calle de enfrente, solo que a partir de ahora habrá más seguridad y por tanto hay que tener más cuidado.

Hice una seña con los dedos cuando estuve segura de que ningún coche pasase y pudimos correr, sentí angustia al notar que en las calles lo único que se escuchaba eran nuestros pasos. Apreté los dientes al escucharlo de nuevo aquel sonido, el bombeo de sus corazones, se había ampliado a más, era capaz de escuchar los corazones de Jasper y Cage y sobretodo el de Eudan.

Bum. Bum. Bum.

Por mucho que lo negasen ellos estaban nerviosos, mucho más que yo, la sangre que corría por sus venas iba de manera acelerada lo que producía en mi cuerpo una sensación agradable pero que a la vez me repugnaba. Me di una bofetada en la cara para concentrarme en lo que me tenía que concentrar. Cuando alcé la mirada me quedé sin aliento, las primeras casas se veían a lo lejos, lo que significaba que no me encontraba lejos de casa...quiero decir la Mansión de los Santiago.

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