Capítulo 13. Entrenamiento.

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Capítulo 13

Entrenamiento

Normalmente no tengo sueños, en verdad rara vez sueño, en Azul nos exigieron a que no tuviésemos sueños; incluso algunos padres suministraban a sus hijos con unas pastillas de un color azul eléctrico, unas pastillas anti-sueños; porque tener sueños representaba demasiada creatividad, anormalidad, rebelión...

Mi madre solía administrarme esas pastillas por las noches, hasta que un día deje de tenerlos, por eso no es habitual que tenga sueños, pero hoy es el raro día en el que tengo un sueño; lo único de lo que consigo acordarme son trozos sueltos. Porque después de todo no hace mucho que he vuelto a tener sueños, me acuerdo que la última vez que los tuve fue unos días antes de mi PI, y al igual que aquella vez solo son fragmentos, al igual que fragmentos sin identificar de un libro.

Miro mis ojos reflejados en el diminuto espejo del baño, un azul intenso, un color de Espadas, cierro los ojos. Esos fragmentos vienen a mi mente. Yo corro por el bosque, en ningún momento dejo de correr, paso a través del bosque de cristales, mucho más allá de donde tuve mi primer encuentro con los Villains y es extraño porque no conozco mucho más bosque, sigo corriendo, corro hasta salir del bosque y ante mis ojos se encuentra...

Nada, después todo es borroso y negro.

Con agua mojo mi cara para despejarme, un par de mechones rojos también se han mojado ahora se encuentran más oscuros, aliso mi ropa y suspiro. Todavía quedan un par de minutos para encontrarme con el simio de Eudan, en verdad, no quiero verle porque sé que me lo va a hacer pasar de la peor manera. Sin pensarlo mi mano actúa sola y hurga en el bolsillo trasero de mi pantalón hasta tocar el anillo, por un momento pasa por mi cabeza ponérmelo, enseguida descarto esa idea, si me lo pusiese...si me lo pusiese...Dioses míos llevadme qué asco. Siento repulsión por todos ellos, todos los Espadas, incluso a pesar de que una parte de mí también lo sea, también me odio a mí misma, me odio porque durante años estaba conforme con sus leyes, con todas sus absurdas y ridículas leyes.

De nuevo suelto un suspiro y dejo el anillo en su sitio, con sigilo salgo del baño y después de la habitación, no quiero despertar a Jasper sé que anoche se acostó tarde, lo sé porque vino tarde, ella cree que no la oí pero si lo hice, lleva haciendo eso por días.

En cuanto cierro la puerta tras de mí alguien carraspea, de un respingo me percato de que Eudan ya se encuentra allí.

Dioses.

¿A qué hora se levanta?

Alza las cejas y con un gesto de cabeza me indica que le siga. No dice nada, ni una sola palabra, tan solo le sigo por los largos pasillos silenciosos, seguramente somos los dos únicos que se encuentran despiertos, no permanezco a su lado, solo le sigo por la espalda. Puedo fijarme en que tiene una ancha espada y que tan solo lleva una camiseta gris oscura encima pegada al cuerpo, con ella se le marcan más los músculos de la espalda. También me fijo que su cabello dorado le roza la parte baja del cuello, casi en el inicio de la columna, normalmente entre los Espadas está en el reglamento llevar el cabello corto casi al ras de la cabeza, un rapado militar. Por eso me resulta extraño que lo lleve tan "largo", pero tampoco le queda mal. Una diminuta sonrisa se forma en mis labios al notar —a estas alturas—, que tiene pendientes, en la oreja izquierda —como no—, tiene un pendiente de coco de color negro y en la parte superior de la oreja tiene múltiples aros de color negro también. Entre los Espadas los pendientes en el género masculino están prohibidísimos y en el femenino de milagro están permitidos los pendientes convencionales, pero nada de más agujeros o dilataciones. Seguramente hasta tiene más tatuajes a parte del de la V de los Villains.

Cuando se detiene casi choco contra su espalda, trago saliva, estamos frente a un portón enorme de metal, justo al lado izquierdo se encuentra un panel, veo como Eudan pulsa una combinación en concreto y enseguida la puerta se alza hacia arriba.

VillainsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora