3.Doble de confusión

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  Cómo he dicho antes, siempre me han gustado las cosas que tienen que ver con misterios, el escenario en el que se crea todo eso es increíble y cualquier cosa puede suceder y aquella noche mientras escuchaba la lluvia golpear mi ventana, me sentí de esa forma. Sabía que cualquier cosa podía pasar y que podía haber muchos culpables o quizá sólo uno, pero aquello no iba más allá de lo que ya habíamos vivido, es decir, nadie había muerto y hasta cierto punto todo tenía una solución, solo era de esperar que las cosas no se salieran de control y todos estaríamos a salvo.

  Siempre cometía un error en todo aquello al creer que podía con todo aquel misterio y lo que más me molestaba era que los demás no parecían muy preocupados por lo que había sucedido, ellos creían que Tinny volvería y yo sabía que no iba a volver, al menos hasta que hiciéramos algo para encontrarla. Quería que el pueblo se organizara para buscarla en los bosques o poner una alerta en todos los pueblos vecinos.

  Anoté en una pequeña libreta lo que había sucedido y las nuevas personas que había conocido y no me di cuenta que al trazar aquellas cosas en aquella pequeña libreta, estaba empezando una investigación que probablemente se pondría peor y que creía poder resolver solo con mi entrenamiento de películas de Hollywood.

  Sabia que aquello no era como cualquier desaparición, no si un accidente había ocurrido el mismo día, aquello tenía que tener relevancia porque sino no hubiera ocurrido. Había algo que me decía que aquello estaba conectado y quería decirle a alguien lo que pensaba, pero no había nadie a quién pudiera interesarle esas cosas.

  Coloqué una mano sobre el teclado de la computadora y observé la habitación oscura. Todo estaba terriblemente tranquilo y eso me incomodaba un poco, ya que el silencio no solo invadía mi habitación, también invadía mi mente y no sabía si aquello era normal o era otra especie de trance que me transportaba al lugar en donde el silencio tenía voz.

  Tres fuertes golpes en la ventana hicieron que me sobresaltara y como era tan curiosa, me levanté para ver quién era, lo que era realmente estúpido porque alguien podía estar ahí afuera y podía intentar matarme.

—Elizabeth abre la ventana, soy yo, Dylan— su voz sonaba igual de sexy, así que me apresuré a abrir porque afuera hacía frío y probablemente él estaba mojado por la lluvia.

—¿Qué haces aquí? — pregunté cuándo lo dejé entrar. Se apresuró a quitarse la chaqueta negra y se quedó con la camiseta blanca que también estaba mojada. Me miró por un segundo y luego también se quitó la camiseta y dejó su torso al descubierto. Observé hacia otro lugar y traté de no parecer una loca acosadora.

—Vine a verte—se sentó en el suelo junto a mi cama y yo me senté sobre la cama frente a él— no te veías muy bien esta tarde.

—¿Cómo se supone que esté bien? Ni siquiera sé en qué momento llegamos al lugar en donde ocurrió el accidente— dije alterada.

—Si recuerdas que el accidente ocurrió frente a nosotros ¿verdad? — me miró con expresión seria y yo sólo guardé silencio porque no tenía idea de lo que estaba hablando. Él estaba seguro de que yo había presenciado todo lo que había ocurrido, pero yo no recordaba nada ¿Tenía pérdida de memoria?

—¿Me creerías si te digo que no recuerdo nada? — pregunté en un susurro. Dylan abrió la boca para responder, pero volvió a cerrarla porque supongo que estaba igual de confundido que yo.

—Pero estabas ahí— se frotó el antebrazo derecho y luego volvió a mirarme— hablábamos sobre la fiesta de Josh.

  Negué con la cabeza varias veces seguidas porque no encontraba una respuesta a todo lo que estaba ocurriendo. Mi mente parecía bloqueada, aunque en realidad no sabía si aquello era posible, pero de lo que estaba segura era que algo extraño le pasaba a mí mente y quería encontrar la manera para que mi mente recordara todo lo que había sucedido, pero eso era imposible.

Rushville ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora