29. Desfile en la calle del infierno

572 65 15
                                    

Hacía bastante frío y todo estaba completamente oscuro. Sabía claramente que estaba en una pesadilla pues no podía haber llegado a ese lugar después de dormir, pero todo parecía tan real que me hacía pensar que realmente había perdido la cabeza y que podía caminar sonámbula.
Podía sentir la arena bajo mi piel y el frío calaba mis huesos de una manera siniestra. Fuera lo que fuese, aquello no me asustaba tanto como las veces anteriores, sentía que ahí podía tener el control y eso sin duda me hacía sentir mejor.
Me puse de pie lentamente y sentí el leve cosquilleo que la arena ocasionaba en mis pies. No recordaba que las pesadillas se sintieran de aquella manera, pero quizá había logrado un nuevo talento; me acerqué hasta un viejo auto que al parecer había sido abandonado con prisa y me di cuenta que parecía haber sido quemado, ya que los asientos estaban carbonizados. Había algo en todo aquello que no me daba buena espina, pero no permití que el auto quemado me diera más problemas mentales y me apresuré a seguir el oscuro camino de tierra que me llamaba.
No recordaba que en Rushville quedaran calles de tierra, ni si quiera los lugares más bajos del pueblo tenían calles de tierra, así que era imposible que aquello quedara en el pueblo; observé a mi alrededor y noté que los árboles estaban bastante altos, en realidad estaban más altos de lo normal, pero eso no fue lo que llamó mi atención, sino el sonido que provenía del interior de la callejuela. Parecía una reunión extraña y el humo se extendía por el cielo informándome que había una fogata y probablemente gente a su alrededor.
El latido de mi corazón nunca me asustó tanto como aquella noche en aquel sueño. Sentía que mi corazón golpeaba en mis sien y de esa forma me informaba que lo que estaba por suceder sería demasiado aterrador y acabaría con la poca cordura que me quedaba.
Al llegar al final de aquella sucia calle aterradora, noté que había una enorme tarima en donde preparaban a quien daría el tan aclamado show; alguien sería llevado a la horca y los espectadores esperaban como lobos hambrientos.
Era realmente angustiante estar en aquel lugar y parecía no tener escapatoria de aquel show de terror.
—¡Elizabeth!— la voz aterradora de aquella criatura con máscara de madera. Parecía leer perfectamente mis pensamientos—¡Te esperábamos para la reunión!
No pude decir absolutamente nada, solo me apresuré a subir porque de alguna manera tenía la impresión de que yo daría inicio a la función tan aterradora que esperaban aquellos extraños.
Se respiraba un ambiente muy tenso al menos para mí, ya que aquellas personas parecían tranquilas y absortas en aquella criatura de rostro de madera; fuera lo que fuere aquella figura era realmente adorada por aquellos individuos y me preguntaba que cosas estaban dispuestos a hacer para ganarse la gratitud de aquella cosa.
—Después de ti— aquella cosa me señaló la vieja palanca de metal que acabaría con la vida de aquella persona que había sido condenada a llevar una soga alrededor de su cuello; tomé la palanca con manos temblorosas y observé con detenimiento como uno de los seguidores quitaba la capucha para mostrar el rostro de aquella pobre víctima.
Me quedé helada al observar el rostro pálido de Kim. Tenía una herida en el labio y me miraba aterrorizada; aquello era una pesadilla, pero tenía la rara impresión de que estaba a punto de suceder realmente y yo no podía hacer nada.
No estaba haciendo nada para evitarlo.
—Elizabeth ¿qué estás haciendo?— la voz de Kim sonó extrañamente rota y yo solo la miré—, no eres una asesina. Puedes liberarme.
—Hazlo, Elizabeth— aquella voz parecía estarme guiando al peor de los caminos y al parecer ya de ahí no tenía salida.
—¡No es una asesina!— la voz de Kim se hizo oír entre aquellas plegarias extrañas y mi mano tembló con demasiada furia.
—¡Oh, claro que lo es!— murmuró él anfitrión de la reunión—. Golpeó tan fuerte a nuestra querida Elle Richardson, que le provocó la muerte ¿No te diste cuenta?
—Elizabeth, no lo escuches por favor…
—Lo siento, Kim— susurré con un hilo de voz—, pero debo hacerlo. La ascensión debe comenzar.
Aparté la vista de ella y me concentré en aquella vieja palanca de metal y seguidamente dejé que la muerte abrazara a Kim. La oscuridad la había consumido y yo solo la había observado desde el camino iluminado; no fui consciente de lo que había pasado hasta que ví el cuerpo sin vida de mi amiga, solo hasta entonces me entró el verdadero pánico y quise huir rápidamente de ahí.
Bajé rápidamente y empecé a correr, pero no parecía huir realmente, ya que el camino se hacía cada vez más largo, así que no me quedo más remedio que cerrar los ojos con tanta fuerza que mi cabeza dolió y cuando los abrí me di cuenta que me encontraba sentada sobre el suelo nuevamente y el desfile de personas elegantes pasaba frente a mi.
Las llamas se abrían paso a los costados de la calle haciendo que el bosque se quemara lentamente mientras todos los demás celebraban una aterradora reunión; los primeros en desfilar fueron Sebastián que llevaba un traje elegante de color negro y a su lado Dempsey vestía un bonito vestido de color rojo que resaltaba sus bien pronunciadas curvas. Detrás de ellos venían dos sujetos que nunca había visto y uno de ellos ni siquiera mostraba su rostro porque la capucha de su abrigo se lo impedía, luego de ellos venían dos chicas asiáticas luciendo unos bonitos kimonos largos de color negro. Pude notar que eran idénticas y no exactamente por sus rasgos asiáticos, sus sonrisas malévolas parecían copias una de la otra; luego estaba Cory Foster con su chaqueta negra de cuero que siempre utilizaba y por último estaba yo, que desfilaba al lado de una chica rubia de ojos azules como el océano y entonces lo entendí. Era el desfile de asesinos.
Desfilábamos por el infierno.
Salté de la cama y me miré en el espejo rápidamente, tenía la impresión de estar dormida aún, así que tomé la pequeña navaja que tenía en mi escritorio y me hice un corte bastante profundo que me confirmó estar completamente despierta.
Tomé mi celular rápidamente y llamé a Jeff. Necesitaba contarle a alguien lo que sucedía y él era el único que entendería.
—Elizabeth ¿qué sucede?— preguntó el chico con nerviosismo.
—Algo le sucede a Kim, ¡corre!
Salí por la ventana rápidamente y di un fuerte salto que me hizo caer en el césped recién podado de mi madre y empecé a correr con la esperanza de que aquella pesadilla fuera solo eso. Deseaba que Kim estuviera con vida, quería que la muerte ya no visitara aquel viejo pueblo, pero todo parecía informar que los deseos no se hacían realidad en aquel lugar oscuro, ni siquiera los de navidad y es que en Rushville hacía mucho tiempo que no teníamos un momento de felicidad.
Dejé de respirar cuando escuché el terrible grito de la señora Rosenfeld y a esto se le unió el sonido de las sirenas y el pánico me invadió por completo porque nuevamente tenía razón.
Algo malo había pasado.
El camino hacia el sótano se me hizo eterno mientras avanzaba. Una parte de mi no podía asimilar lo que estaba ocurriendo y la otra parte se culpaba a cada segundo por lo que había sucedido, mi sueño seguía pareciendo tan real y los ojos suplicantes de Kim parecían destruir mi mente y no podía evitarlo.
Observé el cuerpo inerte de Kim y pensé que al igual que Sussy, no tendría una vida lejos de ahí. Pensé que sus padres vivirían sumidos en un sufrimiento terrible que acabaría con ellos completamente y aunque habíamos nacido bajo la maldición que acechaba Rushville, realmente no merecíamos nada de eso, no teníamos que presenciar tanta muerte porque en el fondo de nuestros corazones, no estábamos tan podridos como el resto del pueblo.
—¿Elizabeth?— la voz de Jeff me distrajo por completo y me giré para mirarlo. Llevaba el cabello despeinado, sin embargo, no parecía haber pegado ojo y realmente me preocupaba mucho por él y me habría gustado demostrarlo más, pero ahora tenía otro asunto frente a mis ojos y deseaba con todo el corazón que todo mejorara.
No dije nada y volví a observar a Kim. Su cuello se había roto completamente y ya no parecía tener color en sus mejillas y eso me asustaba aún más, ya que se había convertido en un fantasma más de aquel lugar y jamás saldría de ahí.
Kim había recibido el beso de la muerte.
Todo era realmente extraño en aquel lugar. Todo estaba perfectamente ordenado, no había señales de indecisión antes de suicidarse, no había nota suicida o quizá sus padres ya se la habían llevado. No lo sabía y quería respuestas, ya que después de todo, Kim nunca había presenciado signos de depresión, al contrario, era una chica media rebelde que pensaba en sus amigos y su futuro.
Ella no se había suicidado.
Noté que en el suelo de madera yacía un viejo guardapelo y no recordaba que Kim llevara aquellas cosas, ya que solía decir que eran cosas tontas y bastante incómodas; me acerqué lentamente y lo tomé con manos temblorosas para confirmar que aquello había sido obra del asesino de Sussy Harrington. Kim no se había suicidado, alguien quería que pareciera suicidio y aquello estaba llegando al punto más alto y sabía que tarde o temprano la bomba detonaría.
Observé como el médico forense se llevaba el cuerpo de Kim y mientras eso sucedía, el detective me llevaba hasta la estación de policía para interrogarme, ya que necesitaba saber cómo había llegado antes que ellos.
—¿La señorita Rosenfeld le dio algún indicio sobre lo que iba a hacer?— preguntó el detective White. Tomaba café de Olsen y parecía bastante agotado; me preguntaba si había podido dormir un poco estado en Rushville.
—No, ya le dije que tuve un mal presentimiento— dije en un murmullo. La lámpara me cegaba por completo y me dolía mucho la cabeza.
—¿Eres una médium?— me preguntó con expresión sería. Solté un bufido y negué con la cabeza. Solo quería ir a casa y descansar para despedir a Kim, pero aquel hombre no parecía entender.
—¿Qué te pasó en la mano?— sus preguntas ni siquiera eran importantes. Tenía la impresión de que estaba divagando.
—Fue un accidente. La herida es reciente porque comía una manzana cuando empecé a notar las cosas mal— mentí. No iba a decirle la verdad porque me enviaría al psiquiátrico de Rushville—. Si hubiera podido impedir que Kim se quitara la vida lo habría hecho, pero parece que mi instinto siempre falla y lo siento. No es algo que pueda controlar.
Pareció bastarle mi respuesta porque se puso de pie y me indicó la salida, aunque yo ya sabía dónde estaba. Creo que aquel sujeto pensaba que yo era demasiado extraña, pero no era algo que le impresionara, ya que los demás pensaban lo mismo.
Jeff estaba esperando fuera de la estación. Parecía agotado y lo entendía realmente porque yo estaba igual; muchas preguntas rondaban mi mente y eso me agotaba a cada segundo y creí morir en aquel instante, pero necesitaba llegar al fondo de aquello.
No podía rendirme.
Me abroché el cinturón de seguridad y observé por la ventana mientras Jeff avanzaba lentamente de regreso a casa.
Todo seguía silencioso, pero tenía la impresión de que la muerte de Kim daba inicio a múltiples escenarios aterradores que aún estaban por presentarse y eso acortaba más el tiempo y nos hacía entrar en una enorme zona de riesgo.
—¿Cómo lo supiste?— la voz ronca de Jeff me hizo temblar y me detuve a mirarlo fijamente. Su mirada triste me informó que estaba pasándolo muy mal.
—Tuve una pesadilla— susurré—, observé como Kim moría y cuando desperté sabía que algo malo pasaría.
Jeff asintió lentamente y volví a observar por la ventana y noté que Dylan y su padre estaban en el auto de a lado. El capitán del equipo de Lacrosse me observó por un instante y luego él y su padre giraron hacia la salida de Rushville; no tenía idea hacía dónde iban y tampoco era asunto mío. Extrañaba a Dylan y tenía la impresión de que él no me recordada ni un poco, ya que sus ojos me habían visto con frialdad.
—¿Lo extrañas?— volví a temblar al oír la voz del chico sentado a mi lado y pensé en mi respuesta durante un segundo.
—¿Tu extrañas al antiguo Jeff?— pregunté mientras entrabamos en la calle que llevaba a mi casa.
—No mucho en realidad— susurró.
—Entonces ya sabes mi respuesta.
Soltó una risita nerviosa y se detuvo frente a mi casa. Suspiré y me quité el cinturón de seguridad para entrar en mi casa y descansar un poco.
—Esto es para ti— Jeff me dio el bolso en el que había guardado la escopeta y el radio policial. Quizá pensó que su auto perdía estilo con aquello en el—. Dejaré mi auto por ahí y subiré a tu habitación.
Me dio un pequeño beso y me apresuré a salir de su auto. Mi madre no se había enterado de que no estaba en casa y tampoco se enteró cuando entré por la puerta principal.
La casa estaba invadida por un terrible silencio de muerte que me hacía recordar a Kim de una manera extraña y dolía bastante.
Escuché un extraño susurro que provenía de mi habitación y me apresuré a entrar porque sabía que Jeff aún no había regresado y temía que alguien hubiera entrado en la casa.
—Quiero que salgas de mi habitación ahora— Carl registraba mis cosas con tanta prisa que no se había dado cuenta de mi presencia hasta que me escuchó hablar.
—¡Elizabeth, que sorpresa!— trató de esbozar una falsa sonrisa, pero para entonces yo ya lo estaba apuntando con la escopeta— ¿Qué estas haciendo? No vas a disparar.
El sonido de mi arma cargándose me heló la piel, pero estaría dispuesta a jalar el gatillo si Carl hacía cualquier movimiento extraño; no era una asesina, pero mi cordura había caído un poco y ya desconfiaba hasta de las personas que vivían en mi propia casa.
—¿Quieres apostar, Carl?— pregunté con frialdad.
Lo observé pasarse una mano por el pelo y salió rápidamente de mi habitación sin mirar atrás. Probablemente correría a contarle a mamá y ya eso no me importaba en lo más mínimo porque tenía un buen argumento en mi defensa.
No sabía que era tan importante para que Carl estuviera registrando mis cosas, pero era un nuevo sospechoso e iba a investigarlo.


______________________________________

Primero que nada, no olviden seguirme en las redes

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Primero que nada, no olviden seguirme en las redes.
Bueno supongo que lo prometido es deuda y aquí esta el capítulo.
No me costó escribir esto porque de alguna manera mi inspiración ha regresado y eso me pone muy feliz.
Les informo que Rushville terminará en cualquier momento y espero que estén listos para ver éste pequeño pueblo arder.
Creo que aquí todo empieza a tener sentido realmente y resuelve algunas dudas que dejaron otros capítulos, que la pobre Kim descanse en paz, siempre la llevaremos en nuestros corazones, pero creo que era un punto muerto en esta historia.
Dejen comentarios sobre cómo está todo de cabeza aquí y no se olviden de votar para ayudarme a crecer.
Nos leemos el próximo viernes y estaré pendiente de lo que digan, besos ❤

Rushville ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora