10. Asesinato en la calle Hill

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Lo observé mientras se abrochaba los botones de la camiseta. Tenía el cabello desordenado y sus ojos brillaban, no podía decir nada porque no encontraba las palabras para describir lo extrañamente bien que me sentía, solo me bastaba con recordar sus manos sobre mi espalda y la intensidad de sus besos; romper el silencio puede acabar en desastre, aunque en realidad no estaba muy segura de que aquel silencio fuera realmente incómodo, ya que él solo abrochaba su camiseta y yo lo observaba como lo había hecho todos aquellos años, solo que esta vez más de cerca.

Me miró y algo se estremeció dentro de mí. No sabía lo que aquello significaba y tenía miedo de pisar en falso porque sabía que si me equivocaba acabaría muy mal; tenía miedo porque no sabía si realmente había hecho lo correcto o solo me había dejado llevar por el momento. No desconfiaba de Dylan, desconfiaba de mi porque solo hasta que me miró de esa manera tuve el valor para preguntarme si había hecho bien, pero supongo que ya era demasiado tarde.

—¿Crees que ya haya terminado la fiesta?— me preguntó mientras conducía hacía Rushville. No había hablado mucho después de aquella sensación extraña y él parecía no haberlo notado.

—No lo sé, son las 2:45 de la madrugada, quizá aún no se han marchado— no lo miré porque estaba concentrada observando los árboles oscuros y siniestros.

—¿Averiguamos si aún quedan personas?

—Por supuesto.

Intenté poner algo de música, pero ninguna estación servía, en todas se escuchaba el sonido de la estática como si anunciara el fin del mundo de aquella manera y resultaba aterrador, ya que aquello no sucedía siempre.

—Que extraño— murmuró Dylan y yo solo asentí lentamente—. ¿Qué crees que sea?

—No lo sé, quizá hay alguna falla— dije sin mirarlo. No tenía idea de cómo funcionaban aquellas cosas y eso me ponía un poco nerviosa, entonces el auto hizo un sonido extraño y nos detuvimos en media colina.

—No, no vamos— dijo Dylan y yo me quedé helada, ya que las luces del auto se estaban apagando lentamente. Algo no andaba bien con todo aquello y me di cuenta de eso cuando observé muchas sombras que atravesaban el bosque rápidamente. No estaba segura de que Dylan estuviera viendo aquello, ya que estaba intentando encender su auto.

Mis ojos recorrieron el camino de la colina y avanzaron hasta el bosque en donde las sombras siniestras y sigilosas, se perdieron. No podía apartar la mirada del bosque, esperaba que saliera algo más monstruoso de ahí, pero los segundos pasaban y solo veía que los arbustos se movían como si alguien intentara atravesarlos.

—¿Elizabeth, estás bien?— la voz de Dylan me sacó de mis pensamientos y me giré para mirarlo lentamente—. Parece que has visto un fantasma.

—No... solo me pareció ver algo en el bosque- mentí—. Seguro era un animal.

—No tengo idea de por qué se apagó el auto, pero por suerte ya funciona— ni siquiera me había dado cuenta en qué momento había encendido el auto—. Mañana llevaré a revisarlo.

—Me parece una buena idea— susurré.

—¿Segura que estás bien?

—Si por supuesto— murmuró e intenté olvidarme de lo que acababa de presenciar. Parecía que alguien había invocado todas aquellas almas y se dirigían a algún lugar. Era escalofriante.

Siguió conduciendo y yo seguí sin decir nada porque no sabía qué hacer en realidad ¿Se supone que así actúan las personas después de tener sexo? No estaba segura de eso.

Giramos en la calle Hillrush y observamos a la multitud de personas que se encontraba frente a la mansión Wesson, pero no eran chicos disfrazados o al menos no la mayoría, ya que había oficiales y a medida que nos acercábamos pude visualizar la patrulla del alguacil y solo entonces me di cuenta que algo malo había sucedido.

Rushville ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora