8. ¡Oí un disparo!

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Nos sentamos en el suelo y observamos la vista perfecta desde ahí. No quería arruinar nuestra estancia en aquel lugar, con palabras, pero supongo que siempre es necesario hacerlo, ya que nos entendemos mejor si hablamos.

Leila sacó una caja de cigarrillos y empezamos a fumar lentamente. No fumaba todo el tiempo, había aprendido a hacerlo en el segundo año de preparatoria, pero no me había gustado mucho, pero de vez en cuando Leila gastaba el dinero que le sobraba en cigarrillos y todas fumábamos, era una especie de tradición.

—¿Escuchan la canción? — preguntó Sussy mientras expulsaba el humo por la boca. La radio del auto de Kim transmitía la canción de Firestone de Kygo; debo admitir que esa canción tenía un buen sonido y combinaba a la perfección con nuestra estancia en aquel lugar.

  Sonreí mientras observaba la tierra, no podía mirarlas porque sabía que la sonrisa se convertiría en lágrimas y aún era muy pronto para llorar, ya que el fin del año escolar aún no llegaba y me resultaba extraño el hecho de ponerme a llorar sin ningún motivo, aunque en realidad tenía muchos motivos para llorar.

—Espero que no sea la última vez que visitemos el lago— Leila nos miró a cada una durante un segundo y juntas asentimos, aunque yo no estaba muy segura de volver a salir.

—Miren hasta donde hemos llegado,— dijo Sussy con un hilo de voz— el último año y me siento como si fue ayer cuando las conocí.

—Entiendo cómo te sientes—Leila le dio una sonrisa de labios cerrados-, todas hemos crecido, digo, miren a Elisabeth, sale con el capitán del equipo de Lacrosse. Y Kim ha obtenido el mejor puntaje en dos años seguidos, creo que nos tomamos en serio eso de crecer.

Me reí con su comentario y levanté la mirada y pude observar a mis amigas de preparatoria. Eran todo lo que tenía y me rehusaba a tener que dejarlas porque sabía que sin ellas las cosas serían diferentes y no quería que las cosas cambiaran, quería que todo siguiera tal y como estaba, quería que ellas siguieran conmigo porque cuando estaba con ellas era como si no existieran otras personas, nosotras hacíamos de nuestra vida algo diferente, pero solo lográbamos la tarea juntas.

—Espero que tú relación con Dylan dure por mucho tiempo— me dijo en un murmullo. Me sentía bien con ellas, siempre entendían todo y nadie criticaba mi manera de pensar.

—Yo también espero lo mismo— murmuré. Ellas asintieron lentamente y le dieron otra calada a su cigarrillo.

Supongo que todos en la vida tienen que llegar a esta etapa en la que las amistades duelen más que tener que dejar a la familia y es que amistades como lo eran estas chicas dejaban grandes vacíos en los corazones cuando alguna se marchaba a algún lugar y aunque no queríamos dejar ese vacío que no se llenaba con nada, teníamos que hacerlo porque era parte de crecer, aunque eso significara tener que dejar a los que más amábamos.

—Quiero que hagamos una promesa,— Sussy estiró su brazo y continuó hablando—no importa a que universidad vayamos, siempre seremos amigas.

—Lo prometemos—dijimos a coro y todas colocamos la mano sobre la de Sussy. Nos reímos durante un segundo hasta que el sonido de nuestras risas fue silenciado por un disparo; todas nos giramos para observar el bosque y el lago que se extendía frente a nosotras y tratamos de visualizar cualquier cosa que nos dijera que algo no iba bien, pero aquello era imposible, ya que solo habían árboles y no se podía ver nada, ni siquiera los senderos que recorría la gente cuando salía de paseo.

—¿Es legal cazar en estos lugares? — preguntó Leila y todas nos pusimos de pie y tratamos de observar algo o a alguien, pero los árboles nos impidieron tener una buena vista de lo que eran los senderos que recorrían el bosque. Ella debía saber si aquello era legal o no, ya que era hija del alguacil, pero al parecer no tenía idea.

Rushville ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora