Me apresuré a tomar mi desayuno y observé a Holly que jugaba con un cubo Rubik en su silla. Ella ni siquiera me miraba lo que me parecía normal porque estaba muy pequeña para entender aquellas cosas.
—Quiero disculparme por como actúe ayer, no debí gritarte Elizabeth— mamá preparaba pie de manzana y parecía arrepentida por lo que había sucedido—. Se que he intentado que te alejes de tu abuela, pero es que esa señora…
—Ella fue una buena persona contigo— la atajé—. Te adoraba y estaba feliz por papá y por ti, tenía todo el derecho de dar su opinión con respecto a tu boda, todo fue muy pronto.
—No quería estar sola— susurró y lo entendí todo. Le temía a la soledad y eso me sorprendió bastante, ya que ella siempre había aparentando ser muy fuerte, lo había demostrado con la muerte de papá y me parecía extraño que me estuviera diciendo aquello.
Nada es lo que parece.
—Perdóname por huir a casa de la abuela— susurré—. No he estado muy buen últimamente.
—Lo siento cariño— su voz se rompió por completo y me miró. Sus ojos estaban llenos de lágrimas y me sentí mal por ella porque no debía soportar tanto—, me he olvidado de ti y no he sido buena madre contigo.
—No te preocupes mamá— dije sonriendo y ella me devolvió la sonrisa.
—Cenaremos en casa de los McAllen hoy— me dijo mientras servía el desayuno de Holly. Me quedé pensando en la dichosa cena y pensé que aquello era demasiado extraño, ya que ellos apenas se saludaban y nunca comían juntos.
—¿Alguien estuvo en mi habitación?— pregunté mientras me ponía de pie.
—Nadie ¿Por qué?
—No es nada.
Me apresuré a salir de la casa y esperé a que Jeff y los demás aparecieran. No estaba asustada, en realidad no sentía nada y eso me intrigaba un poco porque quería saber si tenía algo que ver con los fantasmas.
Sabia que había una probabilidad muy grande de que hubiera absorbido sus pensamientos y eso sin duda me afectaría de una manera extraña porque no solo pensaría como ellos, sino también tendría sus recuerdos y aunque no creía que eso pudiera ser posible, me asustaba la idea de empezar a gritar como loca o confesar datos que podían resolver casos de más de diez años.
Me giré hacia la ventana y me observé con detenimiento y pude comprobar mi teoría. En efecto, me veía como la chica que había muerto en el hospital, me veía como una víctima que había sido asesinada trece años atrás. No me parecía extraño observar su reflejo, al contrario, me parecía interesante, me parecía que estaba viendo las cosas a través de otros ojos, unos muy bonitos de color miel.
—¿Elizabeth?— la voz de Jeff me sacó de mis pensamientos y el reflejo de aquella chica desapareció—. ¿Ya podemos irnos?
Me apresuré a entrar en el auto y nos pusimos en marcha. Ryan traía un mapa y Marina y Leila iban con él el los asientos traseros. Leila y Marina llevaban gorros de lana y abrigos gruesos porque sabíamos que ahí hacía más frío de lo normal y aunque era acción de gracias, había posibilidades de que nevara aquella misma noche.
El radio policial estaba apagado y en el radio del auto sonaba una canción de The Fray, pero no recordaba cual era el nombre, así que traté de recordar y mi mente se quedó en blanco porque aquello resultaba muy tonto. Dylan no había aparecido por ninguna parte, no sabíamos nada de él desde el día anterior y hasta cierto punto era mejor así porque no quería involucrarlo en aquel asunto extraño.
Mi piel se heló cuando observé el rótulo que informaba el final de Rushville y el mismo que nos deseaba buen viaje. No estaba muy segura de que aquel sería un buen viaje, pero esperaba que todo saliera bien porque sino estaría en graves problemas por llevar a mis amigos a un pueblo fantasma.
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Rushville ©
Mystery / ThrillerBienvenidos a Rushville, el pueblo en el que puedes cometer cualquier crimen y aún así salir libre de todo. Miles de personas mueren a diario y solo el 50% los homicidios son resueltos y eso solo depende del lugar en donde estés, pero en Rushville l...