15. Voces extrañas

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—¿Estás segura Johnson?—su voz era casi un susurro, pero yo podía escucharlo perfectamente. Asentí lentamente y él solo se acomodó al lado mío— debo confesarte que esto es muy incómodo.

—¿Porque nunca has dormido con una chica?—pregunté mientras observaba el techo.

—Dormir en el sentido de la acción nunca— dijo sonriendo—, pero supongo que no es tan malo, siempre duermo solo y esto es raro Johnson.

—Relájate Jeff, no voy a violarte— dije con una sonrisa.

—En realidad Johnson, hay más probabilidades de que yo sea el que cometa eso, pero no soy un violador y la verdad no me parece que sea una buena noche para tener sexo— su voz volvía a ser un susurro a medida que decía aquello y me preguntaba que pensaba él de todo aquello—, las desapariciones no me permitirían disfrutarlo.

—Cállate— dije mientras lo empujaba.

—Solo bromeo— solté una risita y el hizo lo mismo.

—¿Qué piensas de todo lo que ha sucedido?

—No lo sé, creo que era algo que tenía que suceder— dijo en un susurro.

—¿Qué?— pregunté con interés.

—Si leí en un libro que algo así sucedería… —se sentó en la cama y me miró— ¡Eso es! Hay un libro que habla de estas cosas.

—¿De que demonios estás hablando?

—Es una historia que se narraba en Darville en la época de 1935 y explica como todo sucedió cronológicamente— su mano izquierda despeinó mi cabello y luego se puso de pie— tengo que buscar el libro.

—¿A esta hora?

—Elizabeth ese libro es muy importante y creo que lo dejé en mi casillero.

—Te acompañaré.

  No dijo nada y solo esperó a que me cambiara el pijama y luego nos marchamos a la escuela. Jeff estaba muy callado y yo no sabía cómo romper el silencio y tampoco quería hacerlo; avanzábamos lentamente por las calles silenciosas de Rushville y todo volvía a tener ese tono amargo que me hacía creer que realmente estábamos en peligro. Aquel escenario me hacía creer que no todos correríamos con suerte y que algunos terminaríamos por siempre en Rushville.

—¿No se supone que la escuela está cerrada a esta hora?— pregunté mientras nos acercábamos a la entrada principal.

—No cierran por completo, ya sabes, a nadie le interesa meterse en la preparatoria en la noche y se supone que la gente de Rushville es normal y nunca allanarían este lugar— su voz sonaba ahogada, pero supongo que el frío hacía que sonara más extraña que de costumbre. 

—¿Esto está bien?

—¿Tú estás preguntando si esto está bien?— soltó una risa sarcástica y me miró— ya has entrado a la biblioteca a media noche y ese lugar si queda completamente cerrado.

—¿Cómo sabes eso?— pregunté sorprendida.

—La noche que robaste los documentos fui al bosque porque me sentía inquieto y pues los observé mientras entraban a la biblioteca.

—Eres un acosador Jeff, si lo sabes ¿Verdad?

—No es mi culpa que no vigilaras bien.

  Solté una risita nerviosa y caminamos por el largo pasillo en donde se encontraban los casilleros. El casillero de Jeff estaba junto al salón de música, así que apresuró el paso y llegó mas rápido que yo.

Rushville ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora