Capítulo 3

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Mario daba vueltas sobre la cama. No dejaba de pensar en lo que había hablado con Marco horas atrás. Le gustaba la idea de tener a alguien con él. Hacía mucho tiempo que no tenía a nadie a su lado que lo satisficiera cuando llegara a casa o alguien que le preparara una buena comida al regresar del trabajo.

Mario era un hombre de 25 años, se había independizado de sus padres desde que tenía 18 y no hacía más de 2 años que había heredado la fortuna de su abuelo, que le había permitido elevar su emporio personal. Nunca había tenido una relación formal, no pasaba más de 2 meses con la misma chica. En el pasado había roto muchas ilusiones a mujeres que se habían acercado con la intención de conquistarlo pero él simplemente las alejaba diciéndoles que no le interesaban las cosas serias.

Con el tiempo comenzó a sentirse solo y aburrido pues su vida estaba siendo monótona, ya se había acostado con la mayoría de las mujeres de su empresa, chicas huecas y centradas solamente en su dinero. La idea del matrimonio lo aterraba, no se visualizaba atado a una mujer con la que viviría en la costumbre después de tiempo y probablemente harto de los dramas familiares con sus hijos.

Mario solo buscaba diversión y sabía que podía conseguirla fácilmente. Era un hombre alto con un cuerpo trabajado por el gimnasio. Era malditamente atractivo y seductor por naturaleza. Los últimos 8 meses había pasado vagando de cama en cama. Había tenido una excelente relación de 4 meses, un tiempo record, con una chica provinciana que había conocido en su última visita a Zwickau pero ella había salido huyendo cuando encontró a Mario con otra chica. Al principio lo lamentó pero sabía que esa relación no llegaría a más.

Completamente solo y en la oscuridad de su cuarto pensaba mucho sobre la mujer que estaba dispuesto a comprar. Pensaba ofrecerle todo lo que tenía a cambio de placer. ¿Qué chica se resistiría a vivir rodeada de lujos junto con un hombre que era prácticamente un Adonis en la cama?

Ese fue su último pensamiento antes de quedar sumido en un agradable sueño.

Al día siguiente había ido a trabajar como de costumbre. Era viernes, solía salir un poco más temprano de lo normal y pasar la noche fuera de casa, pero ese día sería diferente. Saldría del trabajo e iría a casa a relajarse un poco, había quedado de verse con Marco en el lugar que él le había indicado a las 9:00 pm.

El tiempo pasó volando literalmente, se había perdido en sus pensamientos, sobre todo lo que podría ocurrir cuando tuviera a esa mujer a su lado. Apenas le dio tiempo de darse un baño rápido y salió disparado a su auto, llevaba ya 10 minutos de retraso y algo que él odiaba era la impuntualidad.

El bar de Marco se encontraba en el centro de la ciudad así que aún le quedaban unas cuantas millas por recorrer y las ansias junto con los nervios lo carcomían por dentro.

Pero nada le importaba, esa noche estaba dispuesto a llevarse una mujer con él a casa.

Su Inocencia (Mario Götze)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora