Epílogo

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Mario manejaba con una mano su tableta y con la otra escribía algo en un bloque de notas. Había tenido mucho trabajo últimamente y debía terminar un plan de negocios para su próxima filial en Berlín.

Soltó un suspiro al ver la cortina moverse por el aire que entraba por la ventana. El día estaba hermoso afuera como para que él estuviera encerrado trabajando.

Decidió descansar un poco y recargarse en su silla. Necesitaba dormir, pero sintió como unas manos suaves cubrieron sus ojos ya cerrados.

–¿Y si me dejas dormir solo unos minutos? –Sugirió Mario.

–En lugar de eso deberías dejar de trabajar y divertirte un rato.

Las manos se retiraron y sintió un beso en la mejilla. Abrió los ojos y ahí estaba ella frente a él, radiante como siempre y hermosa como nunca.

Gabriela lucía preciosa, sonreía ampliamente y su mirada brillaba.

–Debo revisar lo que llevo hecho, no entregaré mañana un ensayo improvisado a los demás socios.

–Puede esperar –Gabriela tomó su tableta y corrió con ella–. Y si la quieres, entonces ven a alcanzarla.

Mario se puso de pie y negó con la cabeza. –Si no me la das, lo que te voy a alcanzar será otra cosa, Gabriela –Dijo como advertencia.

Entró a la cocina y ahí estaba ella con la tableta en las manos.

–Si me ayudas a preparar la cena te la devuelvo –Dijo Gabriela.

–¿Segura que quieres que te ayude? Creo que yo fui el que quiso experimentar y quemó las galletas casi con la bandeja.

Gabriela rio fuertemente. Fue gracioso recordar como Mario había puesto mal el timer del horno y  las galletas se fundieron en la bandeja.

–Tienes razón, eres un peligro en la cocina, amor –Volvió a reír.

–¿Entonces me la devolverás?

–No –Sonrió.

Las heridas de ambos habían sanado completamente. Después de dos largos años viviendo en Kassel había llegado el día de regresar a Munich, pero no a su antigua casa. Mario había comprado un departamento en una zona muy lejos de su antiguo barrio.

Sus vidas habían cambiado completamente.

Gabriela se liberó de todos esos fantasmas del pasado que la estaban hundiendo. Mario había dedicado sus noches y sus días a demostrarle cuanto la amaba. Le había demostrado que no tenía miedo de decirle al mundo que ella era su novia. Sus padres y hermanos la habían acogido tan bien que ella comenzó a sentir el calor familiar.

Recientemente se habían comprometido y la madre de Mario estaba encantada con Gabriela. Últimamente los había visitado más que de costumbre y la verdad, a ella le agradaba.

Habían decidido cenar en su habitación, literal, a la luz de la televisión mientras veían una película.

–Te ha quedado bien esta sopa –Dijo Mario.

–Gracias.

–Ahora, ¿me devolverás mi tableta? Debo trabajar.

–Hmm… No –Rio Gabriela.

–¿Por?

–Porque no, descansa por hoy, ya es tarde.

–¿Sugieres que durmamos? –Mario alzó una ceja.

–Puede ser –Se encogió de hombros.

–¿Y si quiero otra cosa? –Sonrió de lado y se acercó a ella.

–¡Mario! ¡Hoy no! –Le dio un pequeño empujón.

Él soltó una carcajada. –No me refería a eso. –La cargó, la puso sobre su hombro y hacía como si fuera a dejarla caer.

–¡No! ¡Mario, no me sueltes, me da miedo! –Gabriela pataleaba como una niña.

Mario la cambió de posición y la cargó como una bebé. –No pienso soltarte ahora ni nunca, porque si lo hago es como si estuviera soltando mi vida entera.

“Confundimos sexo por romance. A los hombres se les enseña a que empujar a una mujer contra la pared es romance. El sexo es fácil, puedes hacerlo con cualquiera, tú mismo, con baterías. Romance es cuando alguien que te gusta camina dentro de una habitación y roba tu aliento. Romance es cuando dos personas bailan y encajan perfectamente. Romance es cuando dos personas caminan una al lado de la otra y de repente se encuentran tomados de la mano y no saben cómo ocurrió”.

–John C. Moffi

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Lamento la tardanza pero es que no se cumple 19 todos los días y tuve que celebrar :p broma, la verdad es que los excesos son malos y la gastritis me reaccionó feo.

Espero que les guste el epílogo, besos xx.

Su Inocencia (Mario Götze)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora