Capítulo 7

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La ropa no le ayudaba nada. En ese momento llevaba puestos unos shorts que apenas le cubría una pequeña parte de los muslos.

La mano de Mario estuvo sobre ella durante todo el trayecto. Por su mente pasó que la quitaría de ahí pero ese momento nunca llegó.

Habían salido prácticamente de la ciudad, no sabía dónde se encontraban, solo que habían llegado a una zona privada de residencias. A no muy pocos metros de ellos, vio como un bonito portón negro se abría. Estaba segura que ese era el lugar donde vivía Mario, y no se equivocaba. El auto entró y tras de ellos se cerraron las puertas de la reja, el motor del auto se apagó y supo de inmediato que habían arribado a su destino.

Mario bajó del auto, lo rodeó y abrió la puerta de Gabriela. Observó como el hombre frente a ella sacaba un juego de llaves de su bolsillo e insertaba una de estas en la gran puerta blanca.

Ambos entraron sigilosamente. La puerta, como si se tratara de alguna película de suspenso, se cerró por si sola quedando ambos rodeados por el silencio y la oscuridad en lo que parecía una sala. Mario con un movimiento ágil prendió una lámpara que se encontraba al lado de un gran sofá café.

Gabriela tenía la cabeza agachada pero era consciente de que Mario estaba caminando justo hacia ella. La mano de él tomó su mentón y la obligó a verlo de frente. Por primera vez en esa noche, ambos se miraron directamente a los ojos.

–Bienvenida –Dijo Mario quitando su mano del mentón de ella y alejándose unos cuantos pasos atrás.

No tenía duda alguna de que era preciosa.

Con la tenue luz del lugar, sus ojos azules brillaban como los de nadie. Y sus labios entreabiertos lo ponían al cien, se moría por probar su sabor. Se veía totalmente inocente a pesar de su vestimenta y el maquillaje que llevaba puestos pero estaba seguro que no era más que apariencia, pues no por nada estaba en aquel lugar.

–¿Te comieron la lengua los ratones? –Mario alzó una ceja.

Gabriela dudosa de si contestar o no apenas pudo articular palabra. –No.

–Menos mal –Una risa baja salió de entre los labios de Mario, quien se encontraba de espaldas a ella–. Tengo que explicarte un par de cosas.

Gaby miraba con angustia la figura masculina frente a ella, sabía que en cualquier momento firmaría su sentencia de muerte pues nada, en el corto tiempo que llevaba ahí, le decía que estaba en un lugar seguro.

Mario volteó lentamente y caminó nuevamente hacia ella. –Supongo que no te imaginas para que estas aquí, ¿Cierto?

La chica negó ligeramente con la cabeza y después lo miró con temor.

–Te traje aquí con el objeto de pasar un buen rato. ¿Sabes? Un hombre como yo tiene ciertas necesidades que a veces no puede cumplir solo, si sabes a lo que me refiero.

Mario, con rapidez y un solo brazo, tomó a Gabriela de la cintura y la apegó a sí mismo. Ella quedó aprisionada de los brazos entre los pechos de ambos sin saber que hacer más de temblar de miedo.

–Y no solo tengo necesidades de ese tipo, sino que a la vez necesito alguien a mi lado que pueda ayudarme con las labores del hogar.

El fuerte hombre soltó de repente a Gabriela haciéndola tambalear. La tensión de la habitación era tan palpable como los objetos que había en ella.

Mario quien observaba con gracia a la chica frente a él, continuó hablando.

–Para ser directo quiero tenerte aquí para dos cosas. Necesito alguien que caliente mi cama y también mi comida.

Una estruendosa carcajada salió de la garganta de aquel hombre quien acaba de revelar a Gabriela que era lo que quería de ella.

–Vamos preciosa, no pongas esa cara de asustada, al fin y al cabo debes estar acostumbrada a darle placer a un hombre ¿o no?

La expresión facial de Gaby era meramente de susto. No sabía a donde había ido a parar y mucho menos con quien. Lo único que sabía es que lo que venía no era nada bueno.

–Mi nombre es Mario Götze. Pero para ti, soy el Señor Mario.

Conforme las palabras fueron saliendo de su boca, Gabriela sintió plenamente la autoridad de aquel hombre.

–Ahora acompáñame, quiero mostrarte algo.

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Hola chicas, he estado un poquitín ocupada con la escuela y esas cosas, pero aquí les dejo un nuevo capítulo.

Les adelanto que probablemente estaré actualizando el miércoles y si puedo lo haré antes.

Gracias por todo. xx

Su Inocencia (Mario Götze)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora