Capítulo 13

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Al llegar a casa, para él había sido una buena noche, para Gabriela no.

La obligó a tener relaciones, pero esa noche, sobrepasó los límites.

Gabriela se negaba rotundamente, se sentía mal y solamente quería descansar, pero él no entendía suplicas. Así que no solo no la obedeció, sino que al ver que ella se resistía le había atado las manos al respaldo de la cama.

Cuando terminó, ella estaba totalmente agotada y podía ver que estaba a punto de dormirse, así que la dejó y él hizo lo mismo.

Mario se levantó de la cama y caminó directo al baño, miró la hora y se dio cuenta que aún era temprano y dejó dormir a Gabriela.

Minutos después salió de la ducha y fue al cuarto. Notó que ella aún dormía pacíficamente pero quería desayunar así que en un intento de sacudirla ligeramente, se dio cuenta que no despertaba.

–¿Gabriela?– Comenzaba a sonar preocupado. –¡Gabriela, despiértate! ¡No estoy bromeando!

Al tomarla de los brazos, sintió que su temperatura estaba algo elevada y se miraba pálida.

<<Estaba enferma>>

Necesitaba llamar a un doctor pronto, pero no le confiaría a cualquiera que la revisara y sabía a quién tenía que llamar, sin embargo no quería hacerlo, pues estaba seguro que lo reprendería.

Finalmente lo hizo y aproximadamente 30 minutos después, el Dr. Keil estaba tocando el timbre de la casa.

Sin decir absolutamente nada, Mario, con la mirada, le indicó que lo acompañara al segundo piso.

–Necesito que la revises, creo que tiene fiebre.

El rubio lo miró con incertidumbre.

–¿Quién es ella? –Preguntó duramente.

Mario apretó su mandíbula pero finalmente habló. –Es mi novia.

Su amigo lo miró con desaprobación pero volvió a la cama donde se encontraba la chica tendida.

–Sal del cuarto –Ordenó.

–No –Mario escupió con firmeza. –¿Piensas hacerle algo malo?

–Ni que fuera tú.

Mario salió azotando la puerta de la habitación, sabía que su amigo al salir de ahí le daría un buen sermón.

10 minutos después el Dr. Lennart Keil abrió la puerta para salir al pasillo donde se encontraba Mario. Caminó para darle la espalda y comenzar a hablar.

–Tiene fiebre de 38 grados.

–¿Y qué es lo que tengo que hacer?

–Para empezar, respóndeme ¿desde cuando tienes novia?

–¿Acaso eso importa? –Mario estaba empezando a perder la paciencia con Lennart.

–¡Claro que importa! ¡He visto las marcas que tiene en las muñecas y los moretones en los brazos! ¡Eres un completo animal, Mario!

–¡Es mi vida y yo sé lo que hago! ¡No eres quién para venir a gritarme a mi propia casa!

–¿Enserio sabes lo que haces? Perfecto, llama a otro médico y veamos si puedes evadir las mismas afirmaciones que estoy dando yo.

Mario golpeó la pared. Sabía que Lennart tenía toda la razón. Al menos tenía que calmarlo un poco ocultándole una parte de la historia.

–Llevamos un mes –Dijo tratando de calmarse.

–¿Y ya viven juntos?– Lennart enarcó una ceja.

–Se quedó a dormir anoche.

–Y ni hablar de las marcas y los moretones ¿cierto? Mario, dudo que sea tu novia. Es mucho menor que tú.

–Lennart, ¿me dirás que debo hacer para bajar la fiebre?– Lo evadió, pero en parte le importaba que ella estuviera bien.

–Que se quede en pijama y mantén la habitación fresca. Compra una caja de ‘Tylenol’ y suminístrale una tableta cada 6 horas.

–¿Eso es todo?

–Sí, pero antes quisiera saber qué es lo que ha hecho últimamente –Mario frunció el ceño creyendo que Lennart quería meterse en su vida otra vez. –Necesito saberlo, la fiebre no da por sí sola.

–Anoche salimos a cenar y… pasamos la noche juntos –Tragó duro.

–¿Ha experimentado impresiones, sustos o preocupaciones los últimos días?

Mario se quedó pensativo sobre que responder, si lo había hecho, ¿pero qué tenía que ver?

–Un par de ellas.

Lennart asintió con la cabeza. –Debe de ser la reacción al estrés y cansancio. Llega un punto en que todo se mezcla y una de sus manifestaciones es esa, fiebre corporal. Te recomiendo que en el momento que despierte tome suficiente agua y descanse todo el día, así bajara sus niveles de tensión y si es posible, que consuma algo ligero –Hizo una pausa–. Tengo que irme, hablamos después.

Ambos bajaron al primer piso, se dieron un apretón de manos y se despidieron.

Ahora Mario tenía que velar por Gabriela.

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Hola chicas!

Les he subido el capítulo hoy debido a que mañana no tendré tiempo de hacerlo y quise aprovechar que no tuve ningun compromiso. Gracias por sus votos y sus comentarios. xx

Su Inocencia (Mario Götze)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora