Capítulo 29

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–¿Quién toca tan fuerte a estas horas? –Lukas se restregaba los ojos mientras caminaba a la puerta–. ¿Mario?

Y en un segundo, Lukas ya estaba en el suelo con el labio roto.

–¿Qué te pasa estúpido? –Gritó.

Mario cerró la puerta, levantó de un jalón a Lukas para volverlo a golpear y mandarlo al piso.

–Te voy a matar, desgraciado –La ira de Mario estaba en cada palabra que pronunciaba.

–¿Qué es ese ruido, Lukas?

<<Dos pájaros de un tiro>>

Gustav apareció en el recibidor de Lukas completamente confundido.

–Me alegra que ambos estén aquí –Mario sonrió con cinismo–. Así acabo con ustedes de una vez.

Ambos hombres pusieron una cara de sorpresa cuando vieron a Mario sacar una pistola del bolsillo trasero de su pantalón.

–Mario, amigo, tranquilo, ¿qué sucede? –Preguntó Gustav angustiado.

–¡De sobra lo sabes, infeliz!

La habitación se silenció.

Lukas comenzó a reír. –Vaya, ya te diste cuenta que cuidamos de tu novia mientras tú no estabas. ¿Por qué estás aquí? ¿Tanto te enoja que hayamos compartido una mujer? No sería la primera. ¿O es que te duele?

Mario permanecía callado. Le dolía en el alma y en el corazón que esos idiotas se hubieran atrevido a tocarla.

–El que calla otorga, Mario –Se burló Gustav.

–¡No tenían ningún derecho de meterse a mi casa! –Gritó.

–Ella nos dio entrada, no es la inocente bebé que tú crees, se nos insinuó cuando la conocimos –Lukas rio nuevamente.

–Jamás has tomado una mujer en serio, Mario, y menos esta que no vale nada –Agregó Gustav.

Tarde se le hizo a Mario para tomar a Gustav por el cuello y amenazarlo con la pistola frente a Lukas.

–¿No te dolería si lastimo a tu ‘amado’?

Lukas se quedó helado.

–¿Creías que era un secreto para mí? Lo he sabido desde hace años. ¿Se les olvida que en la preparatoria los encontraron encerrados en un baño? Nadie creyó el cuento de que se habían escondido del entrenador de basketball. Son un par de homosexuales reprimidos.

–Lukas –Gustav lo llamó.

–No tiene nada de malo serlo, pero ante la sociedad en la que se mueven, ambos serían rechazados y no creo que les agrade la idea de revelarlo –Amenazó Mario.

–¿Qué quieres? –Propuso Lukas.

–Lárguense de Munich o de Alemania si es posible. No quiero volver a saber nada de ustedes y si se atreven a siquiera tocar un solo cabello de Gabriela nuevamente, no me tentaré el corazón para despellejarlos vivos –Mario apretó más el cuello de su ‘amigo

–Lukas, ayúdame –Pidió Gustav–. Me está ahorcando.

–Suéltalo, Mario.

–¿Por qué? ¿Te duele? –Respondió.

–Sólo déjalo, lo vas a lastimar –Pidió Lukas.

–Así como ustedes lastimaron a Gabriela.

Mario soltó a Gustav pero antes le dio un fuerte golpe en el estómago dejándolo en el suelo.

–Siempre has sido y serás un débil, Gustav –Afirmó Mario.

Salió del lugar dejándolos a ambos y con la seguridad de que se irían lejos, pues a ninguno de los dos les convenía que Mario revelara su secreto.

Gabriela aún estaba despierta cuando Mario regresó al hotel. Se había quedado preocupada después de que él salió rumbo a quien sabe dónde sin su teléfono.

–Deberías haber dormido. Yo iba a estar bien –Dijo mirándola.

–¿A dónde fue, señor?

–Te he dicho que dejes de llamarme así.

<<Mario>>

Llevaba meses llamándolo señor que la costumbre no se iba a ir en cuestión de minutos.

–Mario…

Él sonrió. Eso era lo único que necesitaba para calmar su coraje.

–Gabriela.

El sueño se había esfumado y al parecer lo que quedaba de la noche sería largo para ellos.

Mario no solía creer en esas tonterías de que dos personas formaban un solo corazón, pero había algo de lo que sí estaba seguro. Él estaba igual de herido que Gabriela, podía sentir el mismo dolor que ella con solo verla.

¿Tanto dolía el amor?

Su Inocencia (Mario Götze)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora