Capítulo 10

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Habían pasado ya 3 días desde aquella situación.

Él le había explicado que era lo que quería que hiciera. Le ordenó hacer el desayuno y que planchara su ropa, pues necesitaba salir a un lugar. Sin decir absolutamente nada, más que esperar hasta que él llegara, Mario salió de la casa y cuando regresó lo hizo con un par de bolsa en las manos. Era ropa de mujer.

Gabriela se deslumbró al ver los bellos vestidos con colores vivos. Sin duda eran hermosos y agradecía al cielo que le habían quedado a la perfección.

Al día siguiente, Mario la llevó a un centro comercial de Starnberg, una ciudad vecina a Munich. Le había dicho que comprara cuanta prenda le gustara. No escatimaría un solo euro en lo que ella quisiera.

Al final del recorrido había salido con decenas de bolsas de diferentes tiendas. A Mario le había dado placer ver como Gabriela estaba maravillada con todo lo que había en ese Mall. Parecía un viajero del desierto al que le ofrecían agua después de varios días sin ella.

También habían ido a un salón de belleza, donde hicieron sonrojar a Gabriela diciéndole lo hermosa que era y que no necesitaba maquillaje alguno. Sin embargo, no salió de ahí sin un buen manicure y pedicure.

Ese mismo día en la noche, Mario intentó tener intimidad con ella, pero había caído rendida después de tanto ver y tanto comprar.

Se veía tan pacífica e inocente dormida. Entonces sus pensamientos lo atacaron…

Estaba haciendo mal, pero la atracción era más fuerte que él. Esa chiquilla lo ponía al cien, y ahí estaba el problema. Ella no lucía justamente como una niña. Estaba muy bien desarrollada. El tamaño de sus pechos, su cadera y su trasero eran perfectos. Su cintura era pequeña y sus piernas largas y torneadas, justamente era todo eso lo que no lo hizo dudar de su edad al principio.

Al otro día, Mario había intentado besarla pero ella se resistió a hacerlo. Él en un arranque de coraje la hizo suya en el sofá de la sala, sin importarle el dolor que a ella le causara. Además le había advertido que cada vez que se resistiera a hacer algo que le pidiera, él lo tomaría a la fuerza.

Y al día siguiente, la había dejado sola. Él tenía que ir a trabajar y la había amenazado diciéndole que si él volvía y ella no estaba, la encontraría y la haría pagar.

Gabriela estaba como prisionera en esa casa y había decidido explorarla. Era grande y al parecer espaciosa. Había comenzado con la planta baja, estaba compuesta por un recibidor pequeño, la sala, el comedor, un baño y la cocina, todo era lindo, ordenado y limpio. La cocina tenía una puerta trasera que daba al patio de la casa y había tratado de salir pero se dio cuenta que estaba cerrado.

La planta alta era totalmente desconocida para ella. Solo conocía la habitación que compartía con Mario, que era la principal, y tenía un baño junto con un vestidor dentro de. Las demás puertas eran del estudio de Mario, una habitación para huéspedes y un cuarto que permanecía cerrado, sabría Dios por qué.

Era una casa linda, de eso no tenía duda, pero era grande y carecía de alegría.

También había hurgado en el estudio, buscando una pista que le dijera quién era él o simplemente algo interesante que la ayudara a conocerlo mejor. Pero no encontró nada más que una foto, al parecer familiar, donde pudo reconocer a un joven Mario de no más de 15 años.

Y cuando estaba a punto de guardar todo en su lugar, Gabriela vio la figura de Mario en el umbral del estudio.

<<Se había metido en problemas>>

Su Inocencia (Mario Götze)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora