1. Playa

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Darse un descanso nunca caía mal, al contrario, te subía los ánimos de darlo todo después, o te daba pereza. Pero el hecho es que las vacaciones siempre tienen un final, lastimosamente.

Volver a la ciudad era aburrido y fantástico a la vez. Aburrido porque eso significaba volver a trabajar y a tomar las responsabilidades, y fantástico porque también se extrañaba el ambiente.

Erick escuchaba, con algo de aburrimiento, el discurso de su compañero de asiento, un verdadero amante de la política. Jamás le había interesado esa clase de temas, creía que el cambio no iba a llegar nunca por más propuestas que tuvieran.

-Eso es lo que yo quiero, un país en el que haya justicia. Poder salir de casa con seguridad, que los ingresos... -lo interrumpió con una mueca.

-Entiendo, ¿falta mucho para llegar? -preguntó impaciente.

Justo en ese momento, el autobús se detuvo. Se levantó soltando un suspiro de alivio, y cuando se iba a ir, sintió que tomaban su mano.

-Dame tu número, me gusta compartir esta clase de temas con personas que se interesen.

-Bueno... -buscó algo a su alrededor que lo sacara de esa situación, pero no había nada -, está bien.

Se resignó a dárselo, no tenía otra opción si no quería ser grosero. Cuando lo dejó salir, pudo soltar con libertad un grito ahogado, no quería volver a aburrirse con ese hombre, no otra vez.

El bus lo dejaba a unas cuantas cuadras de su casa, así que debía caminar unos minutos para llegar, cosa que no le incomodaba. Compró una pequeña caja de chocolates y la complementó con una rosa que había conseguido en un parque.

-Hola, Míriam -saludó a la chica que vivía a su lado, pero que constantemente mantenía en la suya.

-Erick -le sonrió con algo de picardía, ya era costumbre verla coqueteando con él.

-¿Dónde está Joel? -trató de detenerla con esa pregunta, y lo logró.

-En el jardín, ya sabes -rodó los ojos y se fue.

Dejó las cosas en una pequeña mesa, y se dirigió a este. Sabía que el lugar favorito del rizado era el jardín, ahí podía quedarse horas y horas leyendo sin ser interrumpido.

Sonrió con ternura al verlo correr detrás de un gato, que por cierto, no era de ellos. Se acercó y lo abrazó por la cintura, sorprendiendo a Joel, que no esperaba verlo tan temprano.

-¡Erick! -gritó fuertemente -. Me asustaste, idiota.

Soltó una carcajada al ver la actitud extraña de él, siempre había sido poco cariñoso, desde esa vez...

-Quiero que me beses como antes -hizo un tierno puchero a los ojos del mayor.

-Debes ganarlo -suspiró ante esas palabras, era lo que siempre le decía.

-Llevo ocho meses tratando de reconquistarte.

Joel bajó la mirada, sintiendo culpa al no poder ser como antes. Cada que estaba besándose con Erick, se sentía desconcentrado. Creía saber la razón, pero no lo iba a decir frente a él, a pesar de todo tenía razón, llevaba meses siendo un verdadero caballero.

Todo era como antes, él lo trataba como un rey, pero no se sentía igual. No sabía cómo explicarlo, pero realmente quería volver a intentarlo.

-Sí, lo siento -se acercó, y con algo de incomodidad, plantó un beso sobre los labios del menor.

-Te amo, Joel -lo abrazó mientras asentía, muy en el fondo sabía que Erick lo quería.

-Te quiero, Er -el menor sonrió con tristeza, sabía que no sería lo mismo desde ese estúpido error, pero quería recuperar su relación con Joel.

Una Oportunidad ||Joerick - Virgato|| TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora