16. Una invitación

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Joel llegó a casa después de haber pasado la noche con Christopher, estaba nervioso, siempre lo estaba, pues no estaba acostumbrado a mentir y mucho menos cuando se trataba de una infidelidad. Cerró la puerta con cautela y dejó las lleves en la mesa, subiendo a la habitación con pasos temblorosos. Era de noche, pero no estaba tan tarde, eso significaba que se iba a encontrar con su novio.

La sorpresa se la llevó al ver una mujer pasar por su lado y salir de la casa como si no lo hubiera visto, rodó los ojos y siguió hasta llegar a la habitación, viendo cómo terminaba de ponerse la camiseta. Suspiró con cansancio de lidiar nuevamente con esa situación, solo que en ese momento ya él también tenía alguien más en su vida.

—Hasta que te dignas a llegar, ¿no? —se quitó el reloj y miró a Erick, quien hablaba con un tono sarcástico.

—Lo siento por no avisarte.

—No solo eso, Joel, tenías el maldito celular apagado —cerró los ojos para prepararse a lo que seguía, los gritos.

—No tenía batería.

—¿No tenías batería?, por favor, no me quieras ver la cara de estúpido —el golpe en su espalda llegó al ser empujado contra la pared —. ¡¿Con quién estabas?!

—Me quedé con Richard, ¡estoy cansado de tu indiferencia y tus gritos!

—¡¿Cómo quieres que no me moleste si llegas a la hora que quieres y con marcas en el cuello?! —y la bofetada llegó finalmente —. Dime con quién pasaste la noche, Joel.

—¡Con nadie, Erick! —agradeció que unas pequeñas lágrimas de miedo se asomaron, podría usarlo para su ventaja.

—¿Con quién te acostaste? —Erick trató de calmarse.

—¿Cómo te atreves a hacerme reclamos cuando acabas de cogerte a esa mujer?

Y fue así como el ojiverde se separó y detuvo la mano que estaba destinada a golpearlo, ver los ojos llorosos del rizado logró traerlo nuevamente a la realidad, una en la que estaba totalmente prohibido tocarlo.

—Yo... —no encontró palabras para justificar que en su ausencia había tenido sexo más de una vez con ella —. Solo dime dónde estabas, Joe.

—Ya te dije que con Richard.

Joel limpió las pequeñas lágrimas y se encerró en la otra habitación, dejando a Erick confundido por el repentino acto. Se deslizó por la puerta hasta caer sentado en el piso y sonrió, lo que en otra ocasión le hubiera parecido de los peores días de su vida al verlo con otra, fue la excusa perfecta para librarse de más explicaciones.

—Joel, discúlpame, solo abre la puerta —el tono del ojiverde era de desesperación.

—Hablamos mañana, vete a la mierda.

Tal vez lo que sentía por Christopher era peligroso, lo menos que quería era enamorarse de alguien que desde el principio le había dejado claro con sus actos que solo era diversión. Mientras esos pensamientos pasaban por la cabeza del mayor, Erick desde el otro lado de la puerta sentía que realmente estaba perdiéndolo, no era tan idiota como para no saber que esa tristeza era falsa. Simplemente no le había importado verlo con alguien más, sin contar que llegaba con marcas.

•••

La mañana había llegado con un frío tentador, porque era de esos días en los que realmente hacía un clima apetecible. Erick miró la ventana con una sonrisa de encanto por última vez y fue a servir las tajadas de pan y los huevos revueltos. Tomó la taza de café con leche caliente y se dirigió a la habitación de Joel para desayunar con él.

Una Oportunidad ||Joerick - Virgato|| TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora