9. Cuéntalo todo

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Erick despertó debido a uno de esos movimiento bruscos e inesperados que a veces hacía Joel al dormir, jamás logró acostumbrarse a eso, y sinceramente ya no tenía esperanzas de hacerlo. Se levantó silenciosamente para no despertarlo y miró la hora, faltaba poco para las siete de la mañana, lo que para él era una hora normal de despertar.

Después de dirigirse al baño y hacer sus necesidades, salió de la habitación soltando algunos bostezos. Vio a Zabdiel sentado en el sofá viendo televisión, así que decidió acercarse y sentarse a su lado. Tal vez luego tendría que preparar algo de desayuno.

—Buenos días, Zab —puso su cabeza en el hombro de su amigo.

—Er, ¿dormiste bien?

Asintió mientras lo veía cambiar de canales rápidamente, como si nada le interesara. Levantó la cabeza y fue sorprendido con un pequeño beso, que solo fue un roce. Se alejó con una sonrisa y negó con la cabeza.

—No hagas eso, en cualquier momento puede salir Joel.

Zabdiel solo ignoró lo que su amigo decía y volvió a dejar un pequeño besito, para luego repartirlos por todo su rostro, haciéndolo reír. Era un juego, no tenía nada con Erick, solo eran amigos. Y aunque sabían que no era correcto, pues no le tomaban importancia. Justo en el momento en que se acercó y le dio en beso en verdad, uno más apasionado y profundo, se vieron interrumpidos.

—Buenos días —la voz de Christopher resonó por todo el lugar.

El ojiverde abrió los ojos lo más que pudo, empujó al rubio de encima y se organizó un poco su ropa. Ahora resultaba que tal vez lo había visto el examante de su novio, su suerte era la peor. Cubrió su rostro con sus manos cuando escuchó que los pasos del castaño se acercaban, y se sentó bien para dejar que él también lo hiciera, justo a su lado. Sí que le gustaba joderlo.

—Voy a hacer desayuno para nosotros, ¿de acuerdo? —avisó Zabdiel mirándolo, claramente ignorando al castaño.

Christopher sonrió falsamente, sabía que ese par lo odiaba, pero tampoco iba a complicarse. Iba a quemar la casa, pero algo se prepararía para no morir de hambre. Se encogió de hombros y asintió cuando ambos lo miraron. Tampoco era como si Zabdiel tuviera la obligación de prepararle la comida siempre.

Finalmente se quedaron ellos solos en la sala, cada uno ignorando la presencia del otro. Era como si hubiera un muro que los separaba, lo único que se oía era los ruidos que hacía Zabdiel en la cocina.

—¡Buenos días, Chris! —llegó Ana a romper el silencio, saludando a su amigo de beso en la mejilla.

—Buenos días, bella.

Erick disimuladamente miró al rubio en la cocina, ambos sonrieron al ver las miraditas que se daban ese par, justo cuando ambos también vieron llegar a Joel. El menor se acercó y le dio un beso largo y apasionado al rizado, logrando llamar la atención de todos.

El castaño rodó los ojos y se levantó, dirigiéndose a la cocina e ignorando lo que pasaba entre la parejita, al menos tratando de hacerlo. Lo único que lo reconfortaba era que Joel parecía incómodo, tenía los ojos abiertos y sus manos en el pecho de su novio no parecían una caricia.

—¿Terminaste? —le preguntó a Zabdiel cuando ya estaba saliendo con dos platos en la mano.

—Sí.

Entró y cuando estaba por tomar unos huevos, una mano sobre la suya lo detuvo. Dio media vuelta y se encontró con su amiga.

—No te atrevas a tocar eso, siempre que lo haces termina destrozado.

Una Oportunidad ||Joerick - Virgato|| TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora