5. Vuelo

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Era difícil de explicarle a alguien lo que sentía, muchos lo tomaban como loco, otros simplemente le decían mentiroso, el hecho era que nadie hacía algo que lo ayudara. Insomnio, ganas de tirar la toalla y hasta ganas de matarse. Era como una ansiedad que le daba algunas veces.

No era frecuente, por eso no se preocupaba mucho, pero realmente era incómodo cuando pasaba. Al menos una vez al año era que sucedía, había considerado la idea de que fuera por lo que había vivido en su adolescencia, ese único recuerdo que había tenido de su padrastro. Realmente lo seguía creyendo.

Nadie lo sabía, era obvio que todos lo iban a juzgar. No quería arriesgarse a que las personas lo vieran con lástima. No quería volver a sentir las miradas que le daba la gente cuando se enteraban de lo que pasaba con Erick.

Solo debía relajarse y volver a la cama, dar vueltas por toda la casa no ayudaría mucho. Ya era de mañana, no tenía caso intentar dormir un poco más.

—Buenos días, amor —la voz de Erick logró tranquilizarlo un poco, al menos ya no estaría solo.

—Buenos días, Er —le dedicó una pequeña sonrisa.

Volvió a levantarse de la cama y se dirigió al baño, lo único que necesitaba era una buena ducha y salir un rato para despejar la mente. Simplemente relajarse y disfrutar del último día en ese país.

Erick también se levantó y arregló un poco la cama, lo único que debía hacer era dejar la casa impecable, tal y como se la entregaron. Al terminar, solo fue a preparar un desayuno sencillo para calmar el hambre de ambos.

Escuchó que la puerta principal se abrió, dejando ver a su amable vecina. Una chica coqueta, nada más que eso.

—Hola, Erick —lo saludó mientras dejaba una pequeña caja en la mesa —. Solo vengo a decirte que estaré en casa para que me lleves las llaves cuando salgas, Joel ya me pagó lo del último mes.

Él asintió y tomó la caja que después le ofreció ella. Se despidió con un beso en la mejilla y cerró la puerta de nuevo, volviéndo a la cocina para seguir con su trabajo.

—¿Ya tienes todo listo? —le preguntó Joel cuando salió del baño, terminando de secar su cabello.

—Sí.

El ojiverde le sonrió dulcemente mientras servía el desayuno. Comieron en completo silencio, pero uno cómodo, cada uno tenía diferentes pensamientos en su cabeza. Joel quería volver, en California estaban sus amigos, su familia y todos sus seres queridos, tantos meses sin ellos fue más que suficiente.

Erick no quería, lo único que necesitaba era estar con Joel, y realmente creía que ese era el lugar correcto, no California. Ni siquiera era tan unido a su familia como para extrañarlos, volver solo le recordaría su desagradable pasado.

En la tarde, cuando terminaron de arreglar todo, salieron de la casa finalmente, entregando las llaves y agradeciéndole a la madre de la vecina por permitirles estar ahí ese tiempo.

Al llegar al aeropuerto, el tiempo era lo que faltaba, el lugar estaba lleno de gente y el tráfico los había hecho llegar tarde.

—¿Por qué te ves tan cansado, Joel?, ¿dormiste bien?

—Algo así. ¿Ya compraste los tiquetes?

—Sí, los compré por Internet.

—Bien, ¿sabes la hora? —el ojiverde asintió a su pregunta, mostrándole en su celular la información del vuelo.

—Yo me encargo, tú solo relájate un rato.

El rizado sonrió como agradecimiento y se acomodó mejor en la silla, solo debía esperar el momento para abordar ese avión y regresar a su vida de siempre. Temía que las cosas no fueran como antes. Con Richard casi no hablaba, pero realmente esperaba que eso no hubiera afectado su amistad. También se preocupaba un poco por su familia, ya que pocas veces se había comunicado con ellos.

Una Oportunidad ||Joerick - Virgato|| TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora