Una Oportunidad ||Joerick - Virgato|| Terminada

2. Recordando

Christopher había quedado de pasar por Julieth para ir a mirar el vestido, no le emocionaba tanto la idea ya que no sabía de moda, pero tal vez podría ser la excusa perfecta para salir un rato de su pequeño departamento.

Estaba viendo televisión con la pequeña Melissa, que había insistido en quedarse con su tío un rato. No era que no le gustara pasar tiempo con ella, pero lo obligaba a ser responsable al menos un rato, y la responsabilidad no iba con él.

Había llegado hace unos días, ya que había ido a visitar su familia, su madre que lo recibió con los brazos abiertos, y también a su parte, que parecía menos enojado con él.

Las cosas parecían ir bien, ayudando a su hermano con lo de la boda y pasando tiempo con su sobrina. Nada fuera de lo común. Incluso había logrado independizarse, su propio auto y su propio departamento. Todo marchaba bien.

-Bueno, ¿qué quieren de comer? -preguntó Ana, la encargada de cuidar a Melissa siempre.

-Paella, Ana, por favor -pidió, despegando la vista del televisor un momento.

Chris miró a Ana y le dedicó una sonrisa, que ella de inmediato devolvió. Existía una pequeña conexión entre ellos, una de buenos amigos. Sus tratos se podían confundir como los de una pareja, pero solamente había un cariño de amigos ahí.

-Mmm... veré qué puedo hacer con eso -se levantó y se dirigió a la cocina, con la mirada del castaño sobre ella.

-Quédate ahí, yo voy con ella -le dijo a Melissa, recibiendo un simple asentimiento de su parte.

Se levantó y llegó hasta la cocina, asustando un poco a su amiga.

-Eh, Chris -sonrió y negó con la cabeza, sin mirarlo aún.

-¿Necesitas ayuda, bella? -le preguntó amablemente, mientras la abrazaba por la cintura.

-¿Alguna vez has cocinado en tu vida?

-No -se limitó a responder, analizando detalladamente los ingredientes que tenía ahí.

-Pues yo tampoco -confesó, soltando una suave risa.

Chris la miró un poco sorprendido y se separó, mirándola con asombro. Cada que Julieth y Jonathan tenían un compromiso, la dejaban encargada a ella, desde que era una bebé.

-¿Cómo es eso posible, Ana?

-No le digas a tu hermano, pero siempre pido la comida a domicilio -ambos soltaron una carcajada.

Pasar tiempo juntos, era el mejor distractor, se la pasaban bastante bien. Pero en el fondo, ambos eran un apoyo para el otro, problemas amorosos y familiares los hacían tan unidos. Una amistad sincera y loca.

-¿Cómo vas en el proceso de olvidar a Albert? -preguntó Chris, mientras ponía el arroz en un recipiente.

-Mal, Chris, lo veo en todas partes -hizo una mueca al imaginar lo doloroso que debe ser para ella -. Él está igual que yo, pero el orgullo no nos deja hablarnos.

-¿Por qué no das el primer paso tú?

-Porque no, él fue el que desconfió de mí -ella descartó por completo la idea de hablarle.

-¿Qué es esto? -preguntó Chris, tomando un frasco transparente y dándole vuela sobre el arroz.

-¡No...! -demasiado tarde, ya había puesto azúcar -. No seas pendejo, Christopher.

-Uh, lo siento -se disculpó. Prefirió salir, ya que no aportaba mucho.

Vio a su amiga pasar trabajo a la hora de preparar una "paella", que terminó siendo un arroz quemado con jugo pasado de azúcar.