6. Entre amigos

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Joel salió del aeropuerto aferrándose a su chaqueta, incluso podía ver el típico humo que salía de su boca al hablar o simplemente abrirla. Lo que llamó su atención fue un chico, uno que sostenía un pedazo de cartón que decía algo. Tuvo que acercarse un poco para ver.

"Bienvenidos, Joel y Eric".

Sonrió y tomó al ojiverde del brazo, llevándolo hasta el llegar con el rubio que los esperaba.

—¿Son ustedes? —el rostro del chico parecía demasiado sorprendido, era como si hubiera visto un fantasma.

—Sí, ¿nos podrías...? —Erick trató de hablar, pero fue interrumpido por él.

—Yo pensé que eran dos señores, de hecho pensé que me tocaría ayudarlos a subir al auto —los tres rieron, pero Joel solo se podía preguntar si los demás no se estaban muriendo del frío acaso.

—Gracias por el intento de escribir mi nombre —comentó Erick con gracia, mientras ya se encontraba dejando las maletas en la cajuela.

—De nada, yo soy Cristóbal, hermano de Julieth —se presentó mejor, extendiéndole la mano a ambos.

Ellos también lo hicieron, subiendo al auto que traía él. Y así, entre risas y cantando algunas canciones en la radio, se la pasaron el rubio y el ojiverde. Joel solo miraba por la ventanilla con aburrimiento. Tampoco era como si ellos quisieran integrarlo a su conversación.

El camino no fue muy largo, teniendo en cuenta la velocidad en que conducía Cristóbal. Le recordaba esos tiempos en los que se iba con Erick a vivir aventuras arriesgadas, estaba claro que en cierta parte extrañaba esa clase de actividades con él. Frecuentemente se preguntaba si realmente valía la pena seguir con esa relación, por que lo más probable después de todo, era que ni siquiera quedaran juntos como lo deseaban. la mayoría de relaciones terminaban destruidas, y a pesar de que ya habían vivido grandes problemas, nunca estarían exentos de que algo así volviera a suceder.

No podía estar seguro de que su novio no volvería a fallar, y claro, tampoco él mismo era perfecto como para no llegar a hacerlo. Todo era un riesgo, incluso la idea de haber perdido a sus amigos por haberse ido con Erick sin avisar, lo abrumaba, y es que de nuevo lo había dejado casi todo por él.

No sintió cuando el auto se detuvo, solo se dio cuenta por el sonido de las puertas siendo abiertas. suspiró pesadamente y se vio obligado a bajar, había mucha oscuridad y silencio, por lo que logró deducir fácilmente que era de madrugada.

—Llegamos —mencionó el otro chico, demasiado obvio para el rizado.

—¿Acaso todos están durmiendo? —el ojiverde frunció el ceño al ver las luces apagadas, mientas empezaba a sacar las maletas de la cajuela.

—Está tarde, es obvio que sí —respondió Joel en un tono tranquilo, escondiendo muy bien lo fastidiado que estaba.

Erick se acercó y llevó una mano a su mejilla, acariciándola lentamente mientras lo analizaba. sabía que algo estaba mal, pero tal vez era solo el cansancio del viaje. se dio cuenta de que no durmió nada por las ojeras que se marcaban en su rostro.

—¿Estás cansado o te pasa algo? —se acercó un poco a su rostro.

—Estoy cansado.

Cortó la distancia y dejó un pequeño beso en sus labios, antes de seguir entrando las cosas con Cristóbal y dejando que Joel se dirigiera a dormir cuanto antes. El rizado solo entró a la habitación en la cual estaban poniendo todo y se acostó en la grande cama, dejando la mitad para Erick. Antes de cerrar los ojos solo pudo escuchar la voz de Richard por el pasillo, después de todo habían hecho demasiado ruido.

El menor entró unos minutos después y cerró la puerta, para finalmente acostarse a su lado y abrazarlo. No tenía mucho sueño, pero intentó quedarse dormido hasta que lo logró. Lo último que pasó por su cabeza antes de caer en un profundo suelo, fue Christopher.

Al día siguiente, el primero en despertarse fue Richard, haciendo el suficiente ruido para que el castaño también lo hiciera. Ambos bajaron a desayunar, uno con buen humor, y el otro queriendo matar a todo el que se cruzara por su camino. El moreno solo disfrutaba del enojo que había causado en el mayor.

Se sentaron en el comedor a esperar lo que la empleada les iba a traer, y poco a poco comenzaron una charla amena. Se escucharon unos pasos, hasta que un sonriente ojiverde apareció por el corredor. Christopher levantó la mirada y forzó una pequeña sonrisa, recibiendo ni un atisbo de esta misma por parte del menor.

—¿Qué tal, Erick? —lo saludó Richard con naturalidad, mientras se levantaba y le daba un pequeño abrazo.

—Súper, pero te extrañé mucho.

—Oh, creo que estás confundiéndome con Zabdiel —bromeó.

—Para nada.

Siguió hablando unos segundos más con él, unos segundos muy incómodos para el mayor, que solo observaba la escena sin ganas de que terminara y que quizá lo fuera a saludar él, aunque tal vez pensaba ignorarlo.

Cuando finalmente se separó, comenzó a acercarse a él. Richard veía todo mientras contenía la risa, simplemente le parecía gracioso ver la expresión de duda que tenía el mayor, sin saber qué hacer.

—Hola, Christopher —Erick se limitó a saludarlo poniendo una mano en su hombro por escasos segundos.

—Hola...

La empleada llegó con ocho platos, tapando cinco de ellos y dejando los otros para que empezaran a comer. El ambiente se volvió tenso, hasta que alguien más llegó a la mesa. Chris sintió que su corazón se aceleraba cuando lo vio, pero trató de que no se notaran sus nervios.

Saludó a Richard con un fuerte abrazo y unas cuantas palmaditas en la espalada, luego fue con él y le dedicó una pequeña sonrisa. Entendió que debía levantarse y así lo hizo, dándole un pequeño abrazo también, y finalmente chocando su puño con el de él. Joel sonrió, recordando cuando eran amigos y hacían esa misma acción.

Erick intentaba disimular sus celos, no era que estuvieran haciendo algo malo, pero la imagen de su novio con Christopher, simplemente pasaba siempre por su mente. No era lindo verlos juntos, no después de todo lo que pasó y todo lo que sufrió por olvidar ese momento en donde Joel le confesó que quería a otra persona.

Apretó los labios ante la idea de que ellos hubieran seguido en contacto, jamás le había vuelto a revisar el celular. Tal vez ya era hora de hacerlo. Ni siquiera sabía si él le era fiel o no. Simplemente empezó a dudar del rizado con solo ver que saludaba a su examante, sabía que era demasiado paranoico, pero no lo podía evitar.

No, debía calmarse, debía confiar en Joel.

Poco a poco todos se despertaron y se unieron al desayuno que terminó siendo una reunión de amigos, el ambiente se volvió cómodo, hasta Christopher y Erick olvidaron sus diferencias por un rato. Las cosas podían ser sencillas si se lo proponían, solo Jonathan, Julieth y Cristóbal desconocían el secreto. Hasta Ana sonreía al ver la comodidad de Joel con el castaño.

Una servilleta llegó hasta el lugar de Chris, sonrió al ver quién se lo pasaba.

"Sigues cayéndome un poco mal".

—¿Por qué? —trató de susurrar, ya que él se encontraba a una silla de distancia.

—Porque sí, tengo mis motivos —respondió Joel encogiéndose de hombros.

Y para Erick era cada vez más difícil mantenerse en calma.

—Vamos a la habitación, Joel —se levantó, pidiendo una disculpa por abandonar la charla.

—Pero estoy hablando con ellos —"con él", quiso corregirlo.

—Te diré algo, pero vamos.

Richard observaba discretamente la conversación, sabía los motivos por los cuales Erick se llevaba a Joel, y le parecía estúpido de su parte ser tan posesivo siempre. Solo esperaba que Joel fuera tan feliz como antes lo era, y como llegó a serlo en su momento con Christopher.

Una Oportunidad ||Joerick - Virgato|| TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora