12. Contigo

324 37 11
                                    

Mientras Joel y Christopher almorzaban solos y callados en la mesa, Jonathan y Zabdiel los miraban discretamente, el primero para ver si realmente había un comportamiento o un trato entre ellos que fuera el que le diera la confirmación de lo que le habían contado, y el segundo porque ya era costumbre ayudarle a su amigo con eso.

Solo parecían amigos, no encontraban nada extraño en ellos, para la mala suerte del rubio. El rizado levantó la mirada y se encontró con ambos, a quienes los miró con confusión. Aún no entendía por qué todos se quedaban viéndolos cuando estaban juntos, resultaba incómodo y hasta intimidante. Era como si los estuvieran vigilando.

—¿Has ido ya a la piscina? —el castaño rompió el silencio, apartando la vista del plato.

—¿Hay piscina?

—Sí, aunque no he tenido la oportunidad de ir —Joel asintió, claramente él tampoco, ni siquiera sabía de su existencia.

—Esto es como la casa de Zabdiel, pero más grande.

Ana entró totalmente llena de bolsas, seguida por Julieth y Cristóbal, quienes también traían las manos llenas. Jonathan se levantó de inmediato y fue a ayudar a su prometida, haciéndose cargo de todo lo que traía ella. La pequeña sonrisa que tenía Joel en el rostro se convirtió en una mueca al ver que su acompañante se levantaba e iba a ayudar a su amiga también. Estaba bien, pero no podía evitar sentirse extraño con esa amistad.

—¿Y a mí nadie me ayuda? —protestó el chico que seguía sin poder avanzar bien con todo eso.

Zabdiel se levantó y tomó la mitad de las bolsas, siguiendo a Cristóbal para dejarlas en algún lugar. A los pocos segundos regresó Christopher y volvió a sentarse a su lado, sonriendo como siempre y continuando con su comida.

—¿Dónde está Erick? —el rubio también regresó y lo miró.

—En la habitación.

—No está ahí —asintió mientras terminaba de beberse el jugo.

—Entonces no sé, Zab, hace un rato estaba allá.

—Tú nunca sabes, ¿verdad? —rodó los ojos, ahí estaba el sermón de Zabdiel otra vez —. ¿Es que no puedes ponerle un poco de interés a tu relación? Luego lo...

—Lavo esto y lo busco, ¿vale?

Se levantó y tomó los platos para llevarlos a la cocina, pero Christopher se ofreció para hacerlo, deteniéndolo antes de que empezara con eso. Agradeció con la mirada y se dirigió a la habitación, pasando por el lado del rubio y de nuevo haciéndose internamente la pregunta del porqué de su actitud con él, era como si fingiera amabilidad pero en realidad lo detestara.

Cuando finalmente desapareció por el pasillo, Zabdiel se acercó a la cocina y miró al castaño con una sonrisa falsa.

—Tú siempre tan condescendiente y colaborador —su tono estaba cargado de sarcasmo, cosa que no fue difícil notar para el contrario.

—Claro —Chris puso el último plato en su sitio y sonrió cuando salió y llegó a su lado —, y tú siempre tan metido donde no te llaman.

Eso claramente ofendió al contrario, quien lo tomó del cuello de la camiseta y lo acorraló en la pared. Jamás le había agradado su personalidad, siempre coqueteando con Joel las pocas veces que lo había llegado a ver. Levantó el puño y estuvo a punto de impactarlo sobre la cara aún sonriente del mayor, pero su mano lo detuvo suavemente.

—Oye, yo no quiero problemas contigo —sintió cómo la soltó tranquilamente —, pero si tú haces eso, me veré obligado a responderte.

—¿Y crees que te tengo miedo?

Una Oportunidad ||Joerick - Virgato|| TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora