Día II: Diligencia

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Universo: Canon

Estado: Parte 2/7

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Había sido una larga noche para Keith en la sala de entrenamiento, sus piernas pesaban mientras caminaba hacia las duchas para quitarse de alguna manera, el mal sabor de boca que había estado teniendo hace varios meses atrás.

No habían tenido noticias sobre Lotor durante un buen tiempo, lo que lo dejaba un poco ansioso sobre que estaría planeando en alguna parte de la galaxia. Luchar contra Zarcon había sido sencillo en parte, todos sabían cuáles eran sus objetivos y sabían dónde atacar en sus puntos débiles para derrotarlo. Con Lotor, era todo un misterio.

Gruñó derrotado mientras dejaba descansar su cuchillo sobre la mesa para desvestirse, mirándolo por un momento sobre su mano. Tampoco había tenido noticias de Kolivan en la última semana. No es que le molestaría realmente, él reconocía sus fortalezas y había estado verdaderamente interesado en que Keith lo ayudase en las últimas misiones con la espada de Marmora, por lo que solo necesitaba un poco de paciencia para sentirse nuevamente útil en toda esta guerra.

Antes de quitarse la chaqueta, pudo ver un canasto lleno con ropas donde predominaba el color verde, notando al fin que una de las duchas se escuchaba activada en la zona interior. Keith frunció el ceño desconcertado, era demasiado tarde que alguien estuviese despierto en el castillo, incluso para Pidge. ¿Habría estado teniendo alguna complicación con las ultimas actualizaciones del barco?

— Pidge, ¿te falta mucho para terminar? — Gritó desde el otro lado para alertar a su compañera de que él estaba ahí, sin recibir respuesta alguna. Quizás el agua no permitía que lo escuchara desde afuera de la habitación. — ¡Pidge!

Nuevamente nada. Seguramente se había ido hacia las duchas de la esquina más lejana, Keith sabia bien que era muy difícil escuchar algo desde afuera en ese lugar. Por lo que cambió la táctica hacia una palabra que seguramente la haría reaccionar.

— ¡Hey shorty! ¡Sal ahora!

Keith sonrió juguetonamente en cuanto lo dijo en voz alta. Sabía que Pidge no era realmente feliz cuando la molestaba con su estatura, pero era lo más sencillo para que le diese una respuesta inmediata, estaba completamente sucio con la transpiración del entrenamiento y no quería esperar eternamente con sus duchas de treinta minutos.

Keith bufó cansado cuando se dio cuenta que no iba a responder.

— Pidge, necesito bañarme, ¿podrías darte prisa? ¿O al menos responder que me escuchas?

El silencio comenzó a preocuparlo, solo se escuchaba el agua de la regadera correr sin ningún indicio de que alguien estuviese adentro. ¿Tal vez había salido dejando su ropa en el canasto? Descartó esa posibilidad inmediatamente, ella no era una persona muy abierta hacia su espacio personal, incluso con Shiro y él solía tener un límite bastante claro, y ver entre los pantalones parte de su ropa interior le dio a entender que ella seguía adentro.

La vergüenza rodeo el rostro de Keith cuando pensó en entrar para ver si todo estaba bien. Parte de él estaba preocupado que no respondiera a sus llamadas, pero si solo había sido un despiste de su parte, no era algo fuera de lo común en Pidge, y Keith no saldría de la habitación sin alguna contusión y el odio aguerrido de su actual brazo izquierdo por varios días ante su decisión de interrumpir su baño de medianoche.

Mientras los minutos pasaron esperando que la puerta se abriera en algún momento, la inquietud incrementó en su interior. Podría ganarse su odio durante todo el mes si es lo que quería, pero necesitaba saber si se encontraba bien. No era normal en Pidge estar en silencio por mucho tiempo.

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