Día XXIX: Elegancia

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Universo: Victorian AU

Estado: Parte 4/4

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Ajustó con más fuerza la corbata para que el nudo fuese lo suficientemente perfecto y el cuello de su camisa no se desordenara, ganándose un pequeño reclamo de su hijo por tirar de él mientras ordenaba los últimos detalles de su atuendo confeccionado para aquella tarde, en donde importantes figuras y personas de renombre visitarían la finca de su querida amiga Allura aquella tarde. Katie le dio una breve mirada de advertencia para que se mantuviese quieto unos segundos más en cuanto escuchó un negativa sobre el atuendo que Katie eligió con tanto esmero, mientras quitaba las arrugas de su traje con sus manos para finalizar su trabajo.

— Papi, mama está apretando mucho. — Se quejó el niño en cuanto vio a su padre ingresar a la habitación buscando por algo en los muebles que la decoraban. Katie alzó una ceja inquisitiva. —

— Estas muy equivocado sí piensas que te tu querido padre te ayudará a escapar, aún falta cepillar tu cabello.

— ¡Papa! — Gimió el niño temeroso ante las palabras de su madre, pero Keith solo se encogió de hombros con una risa divertida mientras seguía buscando por los cajones de la habitación. —

— Lo siento cariño, mama está ordenándote apropiadamente para que todos nuestros cercanos vean lo grande que has crecido desde el verano pasado. — Dijo Keith acercándose a su esposa, llamando su atención con una mano sobre su hombro. — Pidge, ¿sabes donde dejé los gemelos plateados?

— Se rompieron en casa de Lance durante su última competencia amistosa. — Respondió Pidge sardónica, golpeando ambas manos en alusión a la pelea que tuvieron meses atrás por beber demasiado. Keith se alejó avergonzado de su esposa. — Puedes usar los gemelos de lobos, quedarán bien con tu chaqueta.

— Si, creo que tienes razón.

Ella bufó en respuesta escuchando a su esposo dirigirse hacia el baño con los adornos en sus manos, mientras hacía lo posible por batallar con el cabello de su querido hijo. Los nudos que se creaban mientras dormía solo podían ser gracias a la herencia genética de la familia Holt. Por lo que tendría suerte si conseguía que Steven se viese presentable después de jugar alrededor de la finca de su querida amiga. Su hijo tenía el mal hábito de saltar y lanzarse hacia el césped tan pronto lo perdía de vista unos minutos, algo que categóricamente no había heredado de ella en absoluto.

Katie tenía que esforzarse de que su imagen se viese impecable al menos hasta que llegaran a casa de Allura en unas horas más, o todo su trabajo durante la mañana habría sido inútil. Por lo general, eran las empleadas que tenían que encargarse del atuendo de su hijo, pero Katie no pudo permitir que nadie se hiciera cargo de Steven desde su nacimiento, tal y como su madre hizo con ella y su hermano mayor, llegando incluso a darle de lactar durante los primeros meses. Algo impensable para una mujer de su clase y fuertemente criticando por su círculo social, pero cuando ella le había entregado a su hijo a una nodriza los primeros días de su nacimiento a regañadientes, algo dentro de su corazón se removió de posesión y envidia.

Quería ser ella quien alimentara a su hijo, cuidarlo, vestirlo y educarlo en las ciencias que su familia tanto amaba. Tenerlo solo para ella y que nadie se atreviera a interferir en su crianza. Keith por su parte, no se puso mayormente en contra cuando se enteró que Katie despidió a las nodrizas que contrató para el cuidado de su primogénito, pensando incluso que era mucho mejor que alguien cercano estuviese al cuidado de su querido hijo.

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