Día XVIII: Ceniza

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Universo: Década de los 50' AU

Estado: Parte 2/2

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Observó la habitación que Lance McClain había ordenado antes de su llegada, soltando un fuerte suspiro de sus pulmones cuando vio el interior con un gesto nostálgico, a pesar de que Krolia jamás había entrado en ella para tener algún recuerdo que rememorar en esas cuatro habitaciones. Era simple y acogedora, sin mucho color, y una vista bastante agradable hacia el bosque que rodeaba la casa en el que seguramente durante la noche se verían las estrellas en todo su esplendor, ideal para alguien como él que no tenía nada de lo que aferrarse desde la muerte de su padre a una edad excesivamente temprana para dejar una feliz infancia, solo quedaba una motocicleta vieja que apenas funcionaba en el garage de la casa y un par de objetos que siempre llevaba consigo en cualquier situación cuando viajaba, por lo que no tenía nada con lo que llenar los cajones de la gran cómoda que sus amigos les habían comprado una vez se mudó a vivir con ellos.

Era incómodo para Krolia caminar por esa habitación, pensando que su querido hijo había vivido allí sus últimos años de su vida. Un parte indispensable de si misma que le había sido arrebatado en sus mejores años cuando fue llamada para la segunda gran guerra de la humanidad. Había sido un largo viaje lleno de trámites y llamadas hacia personas que le debían grandes favores para que pudiese volver a pisar suelo americano, solo para saber que había llegado varios meses tarde.

Si tan solo hubiese una manera de volver el tiempo atrás...

Suspiró pesadamente mientras se sentaba en la esquina de la cama. Lance carraspeo para llamar su atención luego de unos minutos en completo silencio contemplativo. Él aun seguía en la puerta de la habitación, pareciendo que tenia recelo en entrar en esas cuatro paredes que solo parecían generarle recuerdos dolorosos. Ella no lo juzgaba, podía entenderlo perfectamente.

— Mi esposa ha dejado todo tal como estaba antes de su muerte... Nosotros no hemos sido capaces de, ya sabes... — Se masajeó el contorno de la nuca levemente ansioso antes de seguir hablando. — Es difícil para todos, mover algo de esta habitación significaría asumir que ya no volverá.

— No te preocupes. — Dijo Krolia, con una suave sonrisa que no llegó a sus ojos. — Yo me lo llevaré todo. Te importaría mucho... ¿Contarme qué sucedió?

Su voz estuvo a punto de fallar antes de terminar la frase, pero Krolia estaba acostumbrada a disfrazar sus sentimientos sobre una cortina de humo para que nadie descubriese lo que realmente sucedía en su corazón. Un habito de vida que jamás terminaría de usar para su gran pesar.

Lance meditó su respuesta mirando una parte lejana del suelo, hasta que los gritos emocionados de una niña merodeando por los pasillos golpeo la pierna de Lance al no mirar por donde iba corriendo, sacando a ambos de su aturdimiento. Él sonrió compasivo mientras tomaba en brazos a la niña que no parecía tener mas de un par de años de edad.

— Tienes que ver por donde estas corriendo, amor. No querrás caerte y golpearte la cabeza.

— ¿Caer? — Repitió ella apoyándose en el pecho de su padre. Lance asintió besando su pequeña frente mientras la dejaba nuevamente en el suelo con cuidado. —

— Exacto, ¿Qué te parece si vas a jugar con mama?

Dijo lo suficientemente fuerte para que Allura lo escuchara desde la sala principal y llamase a su hija inmediatamente. La niña corrió emocionada tirando de una caja con un cordel que aferraba con suficiente fuerza para no dejarlo caer por accidente. Krolia rio ante la dulce imagen. Eran una familia cálida y acogedora, entendía por completo por qué su hijo había decidido quedarse junto a ellos después de abandonar la ciudad en la que creció.

Many ways to say I love youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora