Many ways to say I love you

Día XXVIII: Inflamar

Universo: Omegaverse

Estado: Parte 3/3

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Pidge podía sentir como el olor del tocino frito que su madre preparaba para el desayuno golpeaba su nariz con fuerza cuando abrió los ojos por primera vez, deseando saborearlo como si no lo hubiese comido desde hace mucho tiempo. La risa de su padre desde la cocina y el retumbar de su hermano al bajar las escaleras fue suficiente para darle a entender que su familia entera se encontraba nuevamente en casa. Y si tenía algo de suerte, podría conseguir una porción extra de tocino antes de que Matt se lo arrebatara.

Se estiró sobre su cama perezosamente, tirando al suelo por accidente algunas mantas y cojines que la rodeaban a su alrededor, los vestigios de un nido aún se cernían a sobre su cama como el único recuerdo de la semana tormentosa que vivió hace un par de días atrás, pero no tenía ganas de deshacerlo de momento.

Aun cuando estaba consciente que lo vivido con Keith no había sido parte de un sueño húmedo, producto de sus hormonas descontroladas, tener su olor espeso aun merodear en su habitación le garantizaba un mejor descanso. Era como si Keith aún se mantenía a su lado incluso sin estarlo, lo cual le parecía absolutamente ridículo, pero también le hacía sentir reconfortada.

Nunca pensó que un celo la llevase a tener comportamientos tan básicos e instintivos, pero estaba feliz de que al menos hubiese sido acompañada con un Alpha tan atento como su novio.

Bajó las escaleras lentamente mientras sus piernas se acostumbraban a caminar luego de estar varios días en cama, viendo a su familia conversando y comiendo como una mañana cualquiera, como si nada hubiese pasado, lo cual agradecía profundamente. Aun si sabía que ellos estaban consientes que fue ayudada por Keith a pasar sus dolores mientras no estaban en casa, no presionarían más de lo debido para respetar su privacidad. Tal y como sucedió con su hermano la primera vez que pasó por su etapa de celo, dejaron todo lo que ella podía necesitar para sus calambres, y suficiente comida para que no tuviese que esforzarse a cocinar mientras ellos se encontraban afuera.

Sus padres decidieron pasar la semana a las afueras de la ciudad para aprovechar un momento de pareja, y no perturbar más los sentidos de su hija durante su calor de los que se volvían extremadamente sensibles ante cualquier sonido u olor cercano. Siempre y cuando no fuesen etapas de calor peligrosas, como peligro de hemorragias internas o fiebres altas, se solía recurrir a mantener a los omegas lo más alejados de estímulos que pudiese atormentar su descanso, por lo que las salidas de las familias solían ser una decisión frecuente. Su madre antes de dejarla le comentó que ella era quien decidía recurrir a la ayuda de Keith si así lo estimaba necesario, siempre y cuando fuera con precaución y cuidado. Pidge no respondió en ese momento, pero al día siguiente prefirió llamarlo cuando no consiguió dormir a causa de sus calambres.

Su hermano mientras tanto prefirió irse a pasar una semana junto con Shiro, por lo que no le sorprendió encontrar marcas debajo de su cuello que trataba de cubrirse con un abrigo mientras hablaba con su padre sobre los nuevos programas de la guarnición. Era un ejercicio inútil, el olor de Shiro estaba por todo su cuerpo.

Lo único bueno que recordaba de toda la semana, es que a pesar de haber flaqueado con evitar que Keith la anudara durante sus calores, (o más técnicamente, que ella lo haya manipulado en un momento de debilidad hasta que fue capaz de empalarse por sí misma alrededor de su nudo) es que evitaron que fuera mordida, o eso definitivamente hubiese sido un tema de conversación entre ambas familias.

El hecho que la haya anudado no era un gran problema. Pidge podía evitar el embarazo con supresores especiales que se encargó de tomar de la habitación de su hermano cuando terminó su temporada de celo, pero una marca era un asunto mucho más complejo que no podía tomarse a la ligera.