Día IX: Desnudo

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Universo: Canon

Estado: Parte 3/7

Advertencias: NSFW/ANGST

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Se golpearon fuertemente contra el muro que daba a la habitación más cercana mientras exhalaban un jadeo lleno de necesidad en cuanto sus bocas se separaron. Keith jaló su cabelló con fuerza para unir sus labios nuevamente en un beso doloroso, asfixiante que los hizo gemir de frustración cuando sus lenguas se encontraron en una batalla personal que habían perdido por unos segundos, mientras tanteaba a través de la muralla con su mano libre el acceso hacia el dormitorio mientras con la otra presionaba el cuerpo de Pidge contra el suyo.

La armadura se sentía rígida contra la tela de su uniforme de la espada de Marmora, pero una vez en el interior, consiguió deslizarla encima de sus brazos y lanzarla hacia una parte perdida de la habitación mientras volvían a unirse en un abrazo seguido de caricias y besos donde primero atacaran sus labios.

En ese momento, Pidge no se sentía como un paladín del león verde, la valiente e intrépida adolescente que batallaba contra alienígenas del doble de su tamaño con tal de proteger a sus compañeros y salvar a su familia, quien valientemente había decidido ser parte de la rebelión contra la tiranía de los galra para salvar el universo.

No, en ese momento, se sentía como Katie Holt, la adolescente rota que había dejado atrás junto a su madre abandonada en la tierra. Era la chica llena de miedo y pánico que la mayoría del tiempo prefería esconderse detrás de la espalda de la persona mas cercana para que no la vieran vulnerable. Quien ahogaba su cara sobre una almohada durante las noches para que nadie la pudiese escuchar llorar o gritar cuando las misiones se hacían demasiado pesadas y no encontraba ningún avance sobre su padre. Pensando incluso, que quizás los galra ya lo habían asesinado hace mucho tiempo atrás.

Keith tampoco podía sentirse como el antiguo piloto del león rojo y negro, el chico que golpeo en el rostro al comandante que hablaba injurias sobre las habilidades de pilotaje de la persona que consideraba su hermano mayor. El chico salvaje e instintivo que era capaz de hacerle frente a las cazas de una flota con milenios de experiencia completamente solo. Y quien formaba actualmente parte de la rebelión de la espada de Marmora con apenas diecinueve años, siendo el integrante más joven de toda la historia.

Ahora, mientras era abrazado por Katie cuando sus lagrimas comenzaron a descender ante sus roces y besos delicados alrededor de su cuello, se sentía nuevamente como el niño que una vez había sido expulsado de la guarnición y estaba completamente perdido en la vida. Sin nadie que pudiese guiarlo por el camino.

En esa habitación vacía e insípida que había sido olvidada en alguna parte del castillo, ambos se sentían nuevamente como adolescentes asustados atrapados en una guerra de miles de años, al sentir tan cerca la muerte como nunca antes había ocurrido. No necesitaban hablar sobre nada en ese momento, simplemente sentirse, acompañarse mientras las prendas se iban perdiendo alrededor de la cama junto con la vergüenza de verse desnudos por primera vez con alguien que podían considerar íntimo. Quizás en la tierra, pudieron sentirse algo inquietos y medianamente expuestos al compartir la primera vez, quizás en alguna habitación de Garrison, o en un motel barato mientras trataban de ocultarse de sus hermanos sobre sus intenciones de conocer espacios de una relación mucho mas madura.

Keith gimió con fuerza cuando Katie tocó el contorno de su miembro escondido bajo sus boxers, que ya comenzaba a despertar ante las suaves y tímidas caricias que ella le entregaba mientras mordía su clavícula con suavidad, haciendo sisear a Keith. Con una de sus manos, bajó el traje que cubría el cuerpo de Katie como primera capa del traje de paladín, exponiendo su pecho al aire en cuanto se alejó para ayudarlo a quitárselo del cuerpo. Se acercaron nuevamente para morder sus labios en una necesidad de batallar sobre el control de la situación cuando ambos cuerpos estaban completamente desnudos con unos cuantos movimientos. Llevaron sus manos a donde desearan para descubrirse, tocarse, sentirse que estaban ahí y no como polvo de estrellas afuera en el espacio.

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