Día XIV: Cuando en Roma

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Universo: Medieval AU

Estado: Parte 1/2

Advertencias: Violencia.

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Los lobos alrededor de la finca no tardaron en alertar su llegada cuando estuvo lo suficientemente cerca para ser detectada, haciendo que cayera de su caballo y sometiéndola sobre el barro que ensució por completo el chiton obsequiado de su padre en su último cumpleaños, al menos el bulto que se había llevado aquella noche de la ciudad consiguió mantenerse sobre el lomo de su caballo. Unos hombres alertaron al líder de la aldea mientras la sujetaban de las manos y pies con una soga que le dio escozor a su piel, pero no tenía la opción de moverse o decir palabra alguna para su defensa, un movimiento en falso y los celtas podrían arrancarle la lengua.

Katie era una romana, un enemigo jurado de su gente que no debería estar merodeando por esos lugares si no quería encontrarse con una muerte dolorosa. Lo sabía muy bien, pero aun así su tenacidad y lógica le habían apuntado que esta era una mejor opción a lo que le deparaba en Roma. Ya no podía huir hacia su hogar incluso si quisiera, la cobardía no estaba en sus genes, ni en su familia.

Tragó duro cuando una de las lanzas de los hombres que la sometían rasgaron con fiereza las ropas que llevaba para resguardarse del frio invierno que azotaba la tierra, para despojarla del honor del escudo de la familia Holt dibujado en el lomo de su capucha, ya no le servía de nada de todas formas, había hecho su función con que los celtas reconocieran el emblema para considerarla parte de la nobleza romana y no matarla en cuanto la vieran sin antes interrogarla. Katie pensó que tal vez por la misma razón le dejaron la decencia intacta en no desnudarla por completo. Por ahora.

La hicieron caminar hacia el centro de la aldea con la mirada gacha, escuchando en la lejanía como tomaban a su caballo, mientras descubrían la identidad de la persona que llevaba sobre el lomo con sorpresa. Katie agradeció secretamente que no asesinaran a su caballo inmediatamente, era el único vínculo que le quedaba de su familia destruida. La tiraron con fuerza para que cayera hacia el suelo mientras una gran hoguera se mantenía encendida a su costado, con muchas personas rodeándola con una mirada asqueada, otros un tanto intrigados por su furtiva presencia, y muchos más atemorizados esperando que un ejército apareciera en cualquier momento para atacarlos. Hasta Katie deseaba que eso ultimo no sucediera, incluso si sabía que había ocultado sus huellas eficientemente tal como su padre le había enseñado.

Un fuerte carraspeo llamó su atención luego de que la muchedumbre se calmara levemente, haciendo que Katie levantara la mirada hacia el frente. Ahí, rodeado de grandes guerreros que doblaban su estatura, un chico que no parecía mayor que su hermano estaba mirándola con escepticismo. Su cabello negro como el carbón y tatuajes simétricos en cada lado de sus mejillas le dio a entender a Katie que se encontraba con la persona correcta.

— ¿Qué haces aquí, romana? — Sus palabras eran suaves, pero no evitó escupir la última palabra de sus labios. Katie suspiró pesadamente mientras pensaba sus palabras con cuidado. —

— He venido a traer a Shiro de vuelta.

Un fuerte vitoreo se escuchó alrededor tratándola de puta mentirosa, abalanzándose sobre ella en un intento de asesinarla con sus propias manos. Pero Katie se mantuvo en silencio con la mirada fija hacia el chico, evitando que el temblor del miedo y el frio se notara sobre su cuerpo. Uno de los hombres que había visto tomar el cuerpo de su caballo se acercó al costado del chico rápidamente, aparentemente a punto de las lágrimas sobre lo que encontró.

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