Día XIII: Antiguo

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Universo: Victorian AU

Estado: Parte 2/4

Advertencias: ANGST/Duelo

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— Querido, ¿qué piensas sobre los niños?

Lo primero que Keith pensó cuando escuchó a Katie fue que había comprendido erróneamente su pregunta. Pero al levantar la mirada después de darle un pedazo de pan a su querido compañero bajo la mesa, lo único que vio fue la curiosidad impregnada en sus ojos dorados junto con la espera de su respuesta. Keith carraspeó brevemente limpiándose la boca con una servilleta, meditando sus palabras. Por alguna razón, el desayuno comenzó a caerle mal al estómago.

— No lo sé, ¿niños? ¿Por qué me preguntas algo así en este momento?

— Quien sabe... ¿No es normal de un matrimonio joven pensar en tener hijos? — Preguntó Katie con una mirada lejana, Keith suspiró pensando unos segundos. — ¿Qué sucedería si no pudiese darte la descendencia esperada?

— Nos quedamos con los lobos. — Respondió seguro. Katie lo miró con una mirada inquisitiva. —

— Estoy hablando en serio, Keith.

— Y yo también. No es como si mi familia estuviera presionándonos sobre tener hijos, y estoy seguro que tus padres no se han visto anhelantes al respecto. ¿A qué viene esa preocupación tan repentinamente? Apenas llevamos un año casados, no hay necesidad de apresurarse.

— Recuerda que la salud de las mujeres no es la misma después de unos años. — Afirmó Katie tajante, Keith, sin embargo, levantó una ceja ante sus palabras, descolocado por su molestia. —

— Hablas como si sufrieras de una salud delicada, querida. Y no creo que esta conversación tenga que ver con los hijos propiamente. ¿Hay algo que te preocupe?

Cuestionó intrigado, tomando un poco mas del té que uno de sus empleados le sirvió con eficacia ante una rápida señal con su mano. Katie solo se encogió los hombros, desalentada, desviando la mirada hacia la ventana en donde el patio de su hogar se apreciaba majestuoso y el verde alrededor de los caminos comenzaba a florecer ante la llegada de la primavera. No pasó desapercibido para Keith que algo en su mirada lucia más apagada de lo habitual, como si estuviese pensando sobre algo que le preocupara severamente.

Por alguna razón, su esposa había estado con un ánimo sumamente apagado durante varias semanas. No es que Katie fuese una chica de gran energía como su hermano mayor, o Allura en sus mejores días. Pero ciertamente su desplante se había reflejado extrañamente agotado, especialmente los últimos días desde que llegaron de la visita de sus padres en las afueras de la ciudad.

Incluso su madre se lo había comentado en una oportunidad mientras vagaban por los pasillos que Keith había considerado su hogar durante muchos años, preocupada que quizás estuviesen teniendo problemas en los primeros meses de matrimonio. Keith lo había negado casi con diversión, aludiendo que el estado de su esposa posiblemente se encontraba deteriorado por las bajas defensas a causa de un resfriado que sufrió durante la llegada del otoño, según Katie se lo comentó en cuanto vio los primeros síntomas de abatimiento. Había perdido un par de kilos desde entonces, y mientras lo veía en retrospectiva, incluso con los doctores visitando su hogar ocasionalmente su condición no parecía estar mejorando.

Desde la llegada de otoño...

Algo en su pecho punzó dolorosamente ante la revelación. Tomando la mano de Katie con preocupación, su tacto era frio incluso sobre la tela de su guante, llamando su atención nuevamente.

Many ways to say I love youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora