Capítulo 23

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Izuna abrazó a Naruto por la cintura, sorprendiéndole con su efusividad. Era un niño muy cariñoso y extrovertido.

Naruto le dio un beso en la coronilla y entonces salió corriendo para atacar a su tío Sasuke.

—Adiós, Naruto, y gracias por tu hospitalidad —le dijo Minato, abrazándole.

Naruto le besó en la mejilla y apartó una de las mantas que cubrían a Ryu para acariciarle la mejilla.

Los bebés olían tan bien...

Tuvo ganas de tener uno para él solo y entonces sacudió la cabeza para quitarse de encima esa idea tan poco apropiada en aquel momento.

—Buen viaje, Minato. Rezaré por vosotros.

Su cuñado sonrió y fue a despedirse de Sasuke mientras Madara esperaba junto a los caballos.

Naruto observó divertido cómo su marido se ablandaba al ver al pequeño hijo de Madara. Era fascinante contemplar cómo un guerrero tan poderoso caía rendido ante un bebé.

Naruto se mordió los labios para no reírse cuando Sasuke empezó a hacerle monerías a Ryu y añadía después que en el futuro les cortaría la cabeza a todos los hombres que fuesen tras él.

Naruto y Minato intercambiaron una mirada de complicidad. Al menos no había dicho que fuese a cortarles otra parte de su anatomía.

Madara y sus hombres montaron y después Sasuke cogió a Minato y a Ryu en brazos para subirlos al caballo de Madara. Éste rodeó a su esposo por la cintura y, tras asegurarse de que ambos estaban bien sujetos, dio la orden de partir.

Salieron en fila por el patio de armas y se dirigieron hacia el puente levadizo para desaparecer luego en la noche.

Sasuke volvió junto a Naruto un instante después.

—Es tarde. Deberíamos retirarnos.

Naruto asintió y dejó que Sasuke le cogiese por el brazo y le escoltase dentro.

Sasuke se detuvo en el rellano de la escalera para comentar con Shisui lo que iban a hacer al día siguiente y Naruto siguió su camino hacia el dormitorio.

Esa noche tenía planes para su esposo. Planes muy atrevidos que ninguna dama ni ningún doncel se atrevería a llevar a cabo, lo que hacía que estuviese todavía más impaciente.

En cuanto entró en sus aposentos, echó un par de troncos al fuego y alisó las pieles de la cama.

No tardó en oír las pisadas de Sasuke por la escalera y después acercándose a la puerta.

Naruto se dio media vuelta para que Sasuke le encontrase de espaldas y no le viese sonreír.

—Naruto, hay algo de lo que deberíamos hablar —le dijo serio.

—¿Puedes ayudarme a quitarme esto?

Se volvió lo suficiente como para ver que Sasuke fruncía el ceño. Pero a pesar de ello, él atravesó el dormitorio y empezó a desabrocharle los botones.

—¿De qué quieres hablar?

Sasuke se aclaró la garganta.

—Hay ciertas cosas que no deben hacerse delante de los demás.

Naruto se bajó las mangas por los brazos y se dio media vuelta, sujetando la tela justo por encima de sus pezones. Se quedó mirando a su marido con cara de no haber roto nunca un plato y dejó que la prenda le resbalase y le dejase el torso al descubierto.

—¿Como cuáles?

Sasuke bajó la vista y respiró entre los dientes. Tardó varios segundos en reaccionar y continuar.

Nunca te enamores de un UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora