Capítulo 31

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Naruto estaba a punto de desfallecer de cansancio cuando ordenó a los guerreros de su clan que rodeasen la fortaleza de Danzo y se ocultasen hasta que él les diese la orden de atacar.

Si los dioses estaban de su parte, Madara Uchiha llegaría con refuerzos antes de que los Uzumaki tuviesen que entrar en acción.

Pero si no lo estaba, él y hasta el último de sus guerreros morirían luchando.

Rezó para tener fuerzas, para que los dioses le guiase en lo que iba a hacer.

Tenía que estar convincente o Sasuke y él morirían.

Tiró de las riendas de su exhausto caballo y siguió adelante.

El corazón le retumbó en el pecho cuando salió de la protección que le ofrecía el bosque, y cabalgó directamente hacia la entrada de la fortaleza de Danzo.

Era una construcción imponente, hecha a base de piedra, madera y metal.

Los muros eran muy altos y Naruto rogó que sus hombres fuesen lo bastante rápidos como para escalarlos sin ser descubiertos.

El plan tenía que funcionar.

Si los dioses de verdad estaban del bando del bien, el clan de Naruto ganaría y él volvería a casa con su esposo.

A pesar de todo, rezó de nuevo por si los dioses necesitaban que los convencieran.

En cuanto llegó a la puerta, el vigía le llamó a gritos.

Naruto levantó la cabeza y vio que como mínimo había tres arqueros apuntándole.

Se quitó la capucha del abrigo y dijo en voz alta:

—Soy Naruto Uzumaki y deseo hablar con mi padre, Kurama Uzumaki.

Tuvo que esperar mucho rato, pero al final Danzo apareció en lo alto de la muralla acompañado de su padre.

—Dime, Naruto, ¿has venido a suplicar por la vida de tu esposo? —le preguntó Danzo.

El doncel lo miró a los ojos y puso cara de asco.

—He venido a comprobar si lo que me han dicho mis hombres es verdad. Y, si lo es, si mi padre ha capturado al guerrero Uchiha, quiero exigir el privilegio de matarlo, si es que no lo habéis hecho ya.

Danzo arqueó una ceja, sorprendido, y Naruto aguantó la respiración hasta que casi estuvo a punto de caerse del caballo, mareado.

Oh, por todos los dioses, Sasuke tenía que estar vivo.

Por favor.

Era imposible que su padre y Sasuke hubiesen llegado mucho antes.

Sus guerreros y él habían cabalgado sin cesar y habían seguido el rastro de Kurama desde la mitad del camino hasta la fortaleza.

—Abrid la puerta —ordenó Danzo.

Segundos más tarde, la madera crujió y gimió y la pesada puerta de la fortaleza empezó a abrirse.

Naruto esperó montado en su caballo a que le diesen permiso para entrar.

Danzo y su padre no tardaron en aparecer y uno de los hombres del primero se acercó a él para ayudarle a desmontar.

Cuando se posó en el suelo, casi le fallaron las piernas y sólo gracias a su fuerza de voluntad se mantuvo en pie mientras se llevaban el caballo.

—Un relato muy interesante, Naruto —dijo Danzo, recorriéndole con la vista—. Habéis llamado mi atención.

El doncel miró a su padre y se preguntó si estaría tan sometido a Danzo que era incapaz de hablar por sí solo.

Nunca te enamores de un UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora