Capítulo 19

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Naruto bajó a cenar por primera vez desde el ataque.

Podía sentir las miradas de preocupación tanto de los hombres como de las mujeres y los donceles y tuvo que hacer un esfuerzo para no taparse los morados o volver corriendo a encerrarse en la habitación.

Pero ya estaba harto de esconderse.

No volvería a hacerlo nunca más.

Sasuke levantó la vista sorprendido y se puso en pie al ver que se acercaba a la mesa. El resto de los guerreros lo imitaron y él le hizo una señal a Shikaku para que dejase libre la silla y Naruto pudiese sentarse a su lado.

—Me había asegurado de que te servían la cena en nuestros aposentos —le dijo Sasuke en voz baja, cuando volvió a sentarse.

Naruto le sonrió.

—Es un detalle muy cariñoso por tu parte que te preocupes tanto por mí, pero ya va siendo hora de que deje de esconderme. Los morados hacen que tenga un aspecto horrible, pero aparte de eso no estoy mal.

Sasuke le sujetó el mentón y le volvió la cara hacia la luz para observarle mejor.

No le hizo falsos cumplidos ni le dijo que no tenía un aspecto tan horrible. Y, por raro que pareciera, a Naruto le reconfortó.

—Los cardenales están desapareciendo. Dentro de pocos días ya no te quedará ni rastro.

Deslizó los dedos por las marcas que el doncel tenía en el cuello y cuando apartó la mano y se volvió de nuevo hacia su plato, tenía la mandíbula tensa y el ceño fruncido.

Cuando terminaron de cenar, Naruto se puso en pie y se despidió.

Había sido una comida tranquila, los hombres presentes se habían comportado como si tuvieran miedo de hacer algo, cualquier cosa, que pudiese alterarle.

Le llevaría tiempo convencerles de que no iba a derrumbarse delante de ellos.

Era culpa suya que sus soldados creyesen que era tan delicado, por cómo se había comportado últimamente, pero ¿cómo podía explicarles lo indefenso y enfadado que se había sentido en manos de sus asaltantes?

Un hombre nunca lo entendería.

Lo mejor sería seguir adelante y no recrearse en el pasado. Con el tiempo, ellos también lo olvidarían.

Su esposo le ayudó a levantarse y luego le hizo una señal a Shisui.

—Me retiraré contigo —le sorprendió diciendo.

Sasuke siempre insistía en quedarse un rato con sus hombres después de la cena. Decía que así se forjaba la camaradería, después de un largo día de entrenamiento.

En esos momentos, escuchaba las ideas de sus guerreros, se reía de sus bromas, la mayoría de las cuales a Naruto le parecían absurdas, y hablaban de lo que había sucedido durante el día.

Tanto Sasuke como Shisui intentaban ganarse la amistad de los soldados Uzumaki y Naruto se sentía agradecido por ello, a pesar de que sus hombres todavía no lo habían aceptado como su Lord.

Pero esa noche Sasuke se disculpó y, con los dedos, rodeó con cuidado la muñeca de Naruto.

Le acompañó hasta la escalera y desde allí hasta su dormitorio.

—No hacía falta que subieras aquí conmigo —le dijo, cuando Sasuke cerró la puerta tras ellos.

—Sí, lo sé. Pero quería venir. Esta noche prefiero la compañía de mi esposo en vez de la de mis hombres.

Nunca te enamores de un UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora