Capítulo 29

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El clima no dio tregua durante el mes de mayo. De hecho, fue como si el invierno se estuviese vengando por el enero tan suave que les había concedido y hubiese decidido quedarse durante toda la primavera.

Las reservas de carne habían mermado y llevaban dos semanas enteras sin poder salir a cazar por culpa de las fuertes ventiscas de nieve.

Todo el clan estaba encerrado en sus casas, frente al fuego, para mantener el calor.

Sasuke bullía de impaciencia porque el tiempo cambiase y esperando recibir noticias de Madara.

El clima cedió a finales de la tercera semana de mayo y también llegó un mensajero con noticias de Madara: habían llegado bien a Kumogakure y los preparativos para la batalla seguían en marcha.

Madara también se había encargado de escribir a los otros lores.

El rey, por su parte, había mandado un contingente de soldados leales a la fortaleza de Kumogakure.

Habían perdido mucho tiempo por culpa de las largas nevadas y del frío y ahora Madara estaba impaciente por ir a la guerra.

En la carta le decía a Sasuke que se preparase y esperase sus órdenes.

A pesar de que Naruto sabía que ese día iba a llegar, la noticia le perturbó profundamente.

No tenía ganas de que su esposo o su clan fuesen a la guerra, pero se mordió la lengua y se guardó sus inquietudes para sí mismo.

No quería preocupar a Sasuke, que ya tenía bastante con lo que se avecinaba.

A Sasuke se le veía nervioso y a medida que pasaban los días se ponía más tenso y taciturno.

Cuando se comieron la última pieza de venado que quedaba, reunió un grupo de cazadores y anunció que antes de que empezase la guerra saldrían a cazar tanto como pudieran.

Los guerreros Uzumaki se habían contagiado de los nervios de su Lord y salir de caza era exactamente lo que necesitaban para vaciar las mentes antes de la batalla.

Sasuke estaba en el salón, con Shisui a su izquierda y su esposo a su derecha.

Naruto y él tenían las manos entrelazadas y el doncel no quería soltarlo, porque tocarle le tranquilizaba.

—Te quedarás aquí y cuidarás del clan —le ordenó Sasuke a Shisui—. No cuento con recibir noticias de Madara hasta dentro de unos días, pero si llegase un mensajero, manda inmediatamente a alguien a buscarme. No nos alejaremos mucho. Y cuida bien de Naruto en mi lugar.

—Por supuesto que sí, mi Lord. Espero que la caza sea fructífera y que volváis pronto —dijo Shisui.

Luego, alejándose, dejó a Sasuke solo con Naruto.

Antes de que Sasuke pudiese decir nada, Naruto lo abrazó con todas sus fuerzas sin importarle quién pudiera verlos.

Esta vez su esposo tendría que soportar recibir una muestra de afecto fuera del dormitorio.

Para su sorpresa, Sasuke le dio un beso largo y apasionado y le acarició las mejillas mientras se apartaba.

—Puedo ver en tus ojos que estás preocupado, cielo. Eso no es bueno para el bebé. Todo saldrá bien. Llevamos años esperando que llegue este día. La verdad es que estoy impaciente por entrar en combate.

—Sí, lo sé —convino el doncel en voz baja—. Ve a cazar y despéjate la mente antes de que tengas que cabalgar rumbo a la guerra con Danzo. Tengo plena fe en ti y en tus hermanos y sé que saldréis victoriosos.

Nunca te enamores de un UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora