Capítulo 25

13.2K 925 443
                                    

Naruto estaba temblando de rabia cuando llegó a la habitación.

Tuvo que recurrir a todo su coraje para contenerse y abandonar el salón caminando como si nada, mientras Sasuke le miraba hecho una furia.

Estaba mal que le faltase al respeto delante de sus hombres, pero también estaba mal que Sasuke proclamase delante de todo el clan que estaba enfadado con él.

Naruto no tenía ganas de quedarse en sus aposentos, ni tampoco de esperar a que Sasuke apareciese, eso sólo serviría para que sus nervios empeorasen.

Pero si se iba a su antigua habitación, tal vez él creería que se estaba escondiendo. Y eso tampoco era lo que estaba haciendo.

Los dioses eran testigos de que lo único que quería era estar solo y dormir tranquilo.

Estaba tan cansado y tan tenso que lo único que deseaba era meterse en la cama y pasarse allí lo que quedaba de día.

Además, empezaba a tener dolor de cabeza.

Paseó nervioso frente al fuego hasta que comprendió que Sasuke iba a hacerle esperar.

Suspiró molesto y se quitó el kimono con cuidado de no estropearlo. Era muy bonito y tal vez pudiese volver a ponérselo algún día que su marido estuviese más receptivo.

Con la ropa de dormir tenía frío, de modo que se envolvió en una manta y se sentó hecho un ovillo en una silla frente a la chimenea.

Un baño sería celestial, pero era tarde y no quería que Sasuke le pillase en la bañera cuando decidiese hacer acto de presencia.

Al entrar en calor, empezaron a pesarle los párpados.

Cuando oyó los pasos de Sasuke en el pasillo estaba tan adormilado que fue incapaz de demostrarle lo enfadado que estaba porque hubiese tardado tanto en subir.

La puerta se abrió con mucho cuidado y se cerró de la misma manera.

Naruto no se dio media vuelta para recibirlo y optó por quedarse exactamente donde estaba.

El silencio llenó la habitación durante largo rato.

Al final volvieron a oírse las pisadas de Sasuke, esta vez acercándose a su esposo.

—Llevo todo el día peleando contra mí mismo para contener la rabia, pero me he dado cuenta de que sigo tan enfadado como al principio.

Al oír esa afirmación, Naruto se volvió en la silla, sujetando la manta contra su cuerpo.

—¿Y qué pecado he cometido, Sasuke? ¿Estás enfadado porque vas a ser padre? ¿Acaso te malinterpreté cuando presumiste de que íbamos a tener un hijo antes de que cumpliésemos un año de casados?

Sasuke frunció el ceño y se quedó mirándole consternado.

—¿Crees que estoy enfadado porque estás embarazado?

Naruto se puso en pie y la manta se balanceó descubriendo brevemente una de sus piernas.

—¡No me has demostrado lo contrario! Estás furioso desde el momento en que te has enterado de que estaba embarazado. Yo no he hecho nada para ganarme tu desaprobación y sin embargo me hieres con tu mirada a la menor oportunidad.

—¿Nada? Por todos los dioses, Naruto, pones a prueba mi paciencia. No me habías dicho que estabas embarazado. ¿Cuándo pensabas confiar en mí? ¿Cuando te apuntase al vientre con la punta de mi espada? ¿O tal vez justo antes de dar a luz y traer al mundo a nuestro hijo?

A Naruto se le desencajó la mandíbula al comprender lo que Sasuke le estaba diciendo.

—¿Crees que te he ocultado adrede mi condición? ¿Crees que sería capaz de poner a nuestro bebé en peligro?

Nunca te enamores de un UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora