capitulo 1- Frio

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Aves de Rapiña

capitulo 1

 Parte 1:

 Los dominios del bosque

Frio.

 Tic,toc,tic,toc las gotas golpeaban las ventanas del viejo auto. Todos iban cantando tranquilamente mientras ella se negaba a alzar la mirada y verlos a los ojos. Las vendas se sentían incomodas, un hilo de sangre el recorría la oreja izquierda y las ataduras se sentían como alambres de púas que cada vez que el auto llegaba a un bache se le clavaban en su piel.

Todos reían sin importarles la pequeña victima que llevaban en el asiento trasero.  Tenían buena pinta. Parecían cualquier familia normal de Oregón, Estados unidos, pero la realidad que detrás de su ropa a cuadros, sus zapatos de golf y sus caras felices sin un leve rastro de imperfección alguna aguardaban bestias horribles y asquerosas.

No podía gritar porque su boca estaba sellada por una tosca atadura de tela vieja. Tenía golpes en el abdomen, en la panza y en la cabeza. Sus manos estaban cortadas y le dolía moverlas.

Muy cerca de ella había unos pedazos de vidrio filoso. Aparentemente la creían dormida. Era ahora o nunca.

Rectando sigilosamente haciendo movimientos con su abdomen se acerco hasta la ventanilla, con sus dos manos atadas tomo el pedazo de vidrio y se lo clavo en el cuello al conductor, abriendo una especie de grifo que emanaba litros de sangre. Sus manos se mancharon, al igual que sus brazos.la mujer que iba en el asiento de copiloto la empujo de una patada que la impulso hacia atrás y la hizo estrellarse contra los asientos.

Al parecer la mujer no se había percatado de que auto estaba descontrolado y que iban directo a una colisión asegurada contra el barranco. El auto rápidamente se desbarranco y todo empezó a dar vueltas.

La tierra se mezclo con fragmentos de vidrio y de todo tipo de materiales que se desprendían del auto. Ella se contorsiono al compas de la epica caída del automóvil mientras que su captora sucumbió a los golpes del suelo sin poder liberarse de su cinturón de seguridad.

Una vez que el auto llego hasta el límite del bosque con el lago, ella pudo moverse tranquilamente hasta llegar a lo que antes había sido el parabrisas, no sin antes mirar a sus dos captores ya sin vida y despedirse.

Cruzar el destrozado parabrisas había sido tan trabajoso como parir a un niño porque las cortaduras que le provoco no eran sensaciones que uno quisiera tener a menudo en la vida.

El aire fresco del bosque no hizo mucho para aliviar su dolor pero le sirvió para aclarar su único objetivo:
ESCAPAR.

Uso pedazos de material para cortar sus ataduras hasta estar completamente liberada.

Se oían voces y pisadas.
¿Estarían allí también los monstruos?

Su única opción era escapar.

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