Capitulo 20- 97 Segundos

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Capitulo 20

97 segundos

La operación había salido bien. Habían podido extraer de su psique lo que ellos querían. Pero en un sentido amplio ella había resultado dañada en aquel experimento. Sentía que todo en un sentido era más claro, como su infancia o parte de ella, pero en otras cosas el panorama se había complicado. De vez en cuando tenía visiones tan fugases como borrosas acerca del evento con el eclipse y con la cacería de aquellos niños. Ya no lo quería hacer. Pero la seguían obligando a ir a sesiones donde terminaba algunas veces al borde de la muerte cerebral.

Estaba perdiendo las ganas de vivir. Pero era imposible suicidarse allí con toda la vigilancia que había. El doctor la visitaba cada vez mas y le preguntaba cosas más profundas que a ella le hacían  doler la cabeza. Como siempre incisivo.

Pensaba que la única manera de subsanar su dolor era el suicidio. Y debía llevarlo a cabo. De cualquier manera. Ya le había sucedido pero a esta altura no pensaba reconsiderarlo. El único momento en el que estaba liberada era en el momento en el que la llevaban a bañarse cada mañana. Debía planearlo desde allí. Aquella situación le hacía rememorar su estadía en la casa del leñador donde había sido violada y torturada psicológicamente, todo eso parecía algo que había pasado hace muchos años pero en realidad solo había sido hace unas semanas, si su sentido del tiempo no fallaba.

Ella sabía que imposibilitaban su cuerpo con drogas intravenosas que venían en el suero y no podía sacarlas de su cuerpo así que aquel camino sería difícil de allanar. No podría zafarse de sus ataduras ni correr porque todo estaba vigilado con cámaras y guardias. Excepto a la noche. A la noche el único que venía era un enfermero con buena pinta quien le cepillaba el cabello o le tomaba la temperatura. Tenía ojos celestes y su piel era color bronce todo haciendo juego con su musculatura y cabello rubio alborotado. Debía utilizarlo para huir.

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El chico entro con su tradicional traje de enfermero y procedió a hacer su trabajo tranquilamente. Le midió la temperatura y tomo su presión. Todo ante su atenta mirada. El resoplaba con cada movimiento de los instrumentos. Termino. Se retiraba pero ella lo llamo.

-¿Cómo te llamas?- pregunto Susan levemente.

-Finn- contesto el tímidamente.

-Ven, ciento unos dolores en el pecho- lo dijo con voz de zorra pero de manera tranquila.

El se acerco tímidamente y tomo de sus bolsillos un estetoscopio y se lo puso en el pecho e hizo como si estuviera aguzando el oído. Susan suspiraba de manera incomoda y de manera tan alta para  que él lo escuchara. De pronto ella tomo una de sus manos y la apoyo sobre uno de sus pechos. El se quedo en silencio. Susan pensaba que nunca se vio haciendo eso. Luego con la otra mano tomo el otro pecho y lentamente sus bocas se acercaron hasta entrelazarse en un cálido beso. Sus cuerpos empezaron a subir la temperatura. El la seguía besando en su cuello de manera descendente mientras ella tiraba lentamente de su pelo. Parecía un experto porque con su boca empezó a lamerle los pechos de una manera exagerada y lenta. Se tumbaron en la cama y el empezó a sacarle la ropa. Las luces se apagaron por alguna extraña razón. Mejor para su huida. Con delicadeza él le desabrocho su sostén y lo tiro a un lado. Ella le sacaba la remera y le acariciaba su pecho a la misma velocidad con las que el descendía hasta su torso y le empezaba a desabrochar los pantalones y amenazaba con arrancarle las bragas de un mordisco. Ella lo disfrutaba pero no se permitiría apartar su vista del objetivo principal.ela le besaba el cuello y cada extensión de su cuerpo.

-ouuuuu- había gritado cuando él empezó a besarla donde antes habían estado sus bragas.

La respiración de Susan se aceleraba y parecía nunca haber experimentado algo como aquello. Su cuerpo se agitaba y ella gritaba lentamente el nombre de Finn como si fuera un canto a la vida. El se saco el cinturón y se desabrocho el pantalón dejándose entrever en cuerpo entero a Susan. Ella ya sabía lo que sucedería y dejo que pasara. La penetro. Varias veces seguidas. Ella empezó a gritar aunque debía contener los gritos no pudo. Ella pidió que se acercara a ella así lo podía besar en su cuello y cuando este estuvo cerca ella lo tomo del cuelo cariñosamente y le susurro:
-Eres tan lindo…- dijo con voz seductora- lástima que tengo que acabar contigo pero en otro momento hubiera sido lindo….

Las manos con las que sujetaba el cuello de Finn se tensaron y empezaron a clavarse en la vena yugular, que por alguna razón Susan conocía bien su ubicación. La presión que ejecutaba era bastante y ella con su fuerza lo podía dominar. Estaba sufriendo por lo que acabo rápido con su vida haciendo que se desangre.

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¿Por qué no los habían detenido? ¿Porque los habían dejado hacer el amor en la habitación? ¿Los Amos eran tan perversos o quizás era el doctor?

Llevaba puesta la ropa de Finn y en sus mangas ocultaba un cuchillo pequeño pero que le serviría para librarse de los enemigos que se pusieran en su camino o trataran de herirla. No sentía remordimiento por la muerte de Finn, solo quería avanzar.

Tomo el picaporte sigilosamente y con muy poca fuerza lo abrió. El ambiente afuera de la habitación era extraño.

Había una especie de silencio muy extraño acompañado por un largo pasillo solitario. Todas las paredes eran de concreto y estaban pintadas de un blanco característico de un hospital. Parecía un manicomio lo cual le causaba una extraña sensación en la nuca. Encima de las paredes había montones de cables que parecían de electricidad o quizás de fibra óptica.

Dio unos pasos concentrándose en prevenir ataque sorpresas pero lo único que encontró o que quizás la asusto fueron emisiones de vapor de pequeños tubitos que había en el techo. Al final del pasillo había una gran escalera metálica que llevaba hasta una especie de hangar. Bajo corriendo por ella. Creía que si bajaba por allí llegaría hasta la salida.

Mas que un hangar parecía un depósito de basura, ya que estaba lleno de partes de autos, de aviones y varios aerodeslizadores viejo y rotos, además de partes de misiles y muchas herramientas oxidadas. El lugar estaba tranquilo hasta que de las entrañas de uno de los aerodeslizadores salieron aproximadamente media docena de soldados y guardias armados.

Empezaron a disparar y le dieron de lleno a Susan, pero la cosa era que no disparaban con balas sino con una especie de onda magnética que te aturdía gravemente. Susan cayó al piso y tuvo que arrastrarse atrás de los bidones vacios que había en el hangar. Las lágrimas corrían por su rostro. Su cuerpo estaba entumecido y casi no lo podía mover y había media docena de agentes detrás de ella tratando de recapturarla. Y su única defensa era un cuchillo viejo que no tenía sentido.

Quizás debía hacerlo. Quizás debía suicidarse ya acabar con todo.

Tomo su cuchillo y abrió la tapa de un transformador que había en la pared y procurando no ser atinada por los disparos clavo el cuchillo.

La reacción fue instantánea pero inesperada porque salió disparada para atrás al igual que los soldados mientras las paredes y las cosas del hangar volaban por la onda expansiva.

Todo se puso oscuro. Lo había logrado.

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-Despierta- gritaba alguien a lo lejos o así lo escuchaba Susan.

Abrió los ojos.

-No ¿Por qué no me dejaste morir?- gritaba Susan al doctor.

-Lo logramos, ven- la levanto y le permitió echar un último vistazo al hangar todo destruido – llegamos al “Umbral”, ven, es la última vez.- la arrastraba- es impresionante lo que te sucedió porque aunque recibiste una descarga eléctrica de una gran magnitud solo estuviste 97 segundos muerta.

 

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