capitulo 4- Cara A Cara

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Capitulo 4

Cara a cara 

El bosque hacia que hasta el más experimentado explorador se perdiera. Allí nada tenía pinta de comestible. Las únicas bayas que había eran unas verdes que no parecían aptas para el consumo humano, ni siquiera para los animales más pequeños. No había patos, no había castores y que digamos los únicos animales que había eran muy agresivos y quizás era mejor apartárseles de su camino.

Estaba en alerta constante. Ella parecía segura que en algún lado del bosque estaba aquel maniático que había asesinado a la chica la noche de la gran tormenta. ¿La conocería? ¿Habrían sido amigas? ¿Ella recordaría alguna vez por lo menos un trozo de historia?

A lo lejos se avistaba  humo que parecía provenir de una chimenea pero ella había preferido mantenerse alejada de lo que parecía una casa, quizás era allí a donde se escondían los monstruos que la habían secuestrado, quizás era la casa del asesino o simplemente allí vivía gente que no merecía ser molestada por una chica toda llena de cortes y con una posible demencia momentánea.

Pero, ¿Cuándo había empezado a considerar la idea de que estuviera loca?

Cada día el musgo de los arboles crecía mas y en dos días quizás llegaría hasta la copa de los arboles medianos. Con sus manos toco el musgo de un árbol cercano tratando de identificar sus texturas. Las yemas de sus dedos sintieron como algo las punzaba y se apartaron rápidamente. Pero ya era  muy tarde.

El veneno del musgo surtía su efecto de inmediato, hacia que todo de vueltas y provocaba vómitos incontrolables, ella tambaleándose se acerco a uno de los arboles con la esperanza de encontrar apoyo y de no caerse. Pero detrás suyo alguien la tomo.

Era el asesino. Forcejearon salvajemente hasta que el la inmovilizo y le estampo un gran golpe en la espalda, desestabilizándola. Con todas sus fuerzas, ella se levanto y empezó a correr. Todo daba vueltas y vueltas mientras el maniático atrás de ella se reía hasta el cansancio como si estuviera disfrutando  de su sufrimiento y de su confusión.

Caminaba como si fuera un astronauta drogado. Daba pasos rápidos pero torpes, así siguió un buen rato hasta el cansancio, cuando no pudo más se tumbo, pero no sería asesinada. No sin pelear.

A dos pasos había una roca del tamaño de un cerdo de guinea, aprovechando esta momentánea e improbable arma, la tomo y la abrazo como si fuera un flotador y ella estuviera en un océano largo y profundo. El maniático la creyó desmayada y no tardo en apreciar el daño que podía hacerle.

La agarro de su cintura y le desabrocho el cinturón de cuero para bajarle los pantalones, procediendo a violarla. Cuando ya tenía sus pantalones bajos y lo único que se veía eran sus bragas y el demasiado cerca desabrochándose los pantalones ella abrió sus ojos y dirigió la piedra su frente desprendiéndole un salvaje grito:

-maldita perra del demonio, ¡vuelve aquí!, zorra- grito desesperado con su voz áspera.

Ella logro escabullirse y así semidesnuda lo termino de desmayar con otro golpe de su fabulosa piedra. Llorando se tumbo sobre un árbol y se subió rápidamente los pantalones, tomo el hacha que tenía el maniático y corrió.

Su primer enfrentamiento no había sido el mejor. Pero ahora tenía un arma y ya no era una criatura indefensa, sino que era una criatura con un hacha.

Cuidado.

Su próximo objetivo era la casa.

 

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